Solo Para Viajeros

Carmen China Barrantes o el retorno a los orígenes. Se inaugura en Lima muestra Los condenados de la Tierra

Mi opinión

La China está en Quito, regresa hoy por la noche para estar presente en la inauguración en Lima de “Los condenados de la Tierra”, su retorno a lo grande al fotorreporterismo que nos gusta y que tanto sirve para restañar heridas y seguir soñando con un mundo mejor. Anna Cartagena, del equipo de Viajeros, conversó con ella sobre la muestra que se inaugura mañana en el Congreso de la República y se puede visitar hasta el 12 de julio.

La China Barrantes ha vuelto al ruedo con una exposición que grafica con elocuencia el drama de la trata de mujeres y la destrucción del bosque a manos de esa minería que recusamos y debemos exterminar de una vez.


Las imágenes hablan dices tú. ¿Qué nos quieren decir en la exposición Los Condenados de la Tierra?

Las fotos quieren contar que en el paradisíaco mundo de la selva existe también un mundo oscuro, paralelo y clandestino en el que se explota laboralmente a nuestros jóvenes en la minería y sexualmente a nuestras niñas y adolescentes. Nos quieren contar que en Madre de Dios no se puede hablar de trata de personas sin tomar en cuenta la minería del oro. No es un tema de crisis de valores, ni de buscar un trabajo fácil. Si vemos las condiciones de vida en la zona, uno se puede dar cuenta de que no la pasan bien. Viven en cuartos mínimos, sin agua, sin desagüe y sin luz, en muchos casos.

“Mis fotos quieren contar la historia de un mundo paralelo, clandestino. Nos quieren contar que en Madre de Dios no se puede hablar de trata de personas sin tomar en cuenta la minería del oro”

Pero, por irónico que parezca, esta situación de explotación les ofrece, particularmente a las personas que vienen de zonas de extrema pobreza, ventajas como vivir sin frío: algunas chicas vienen de Ocongante y Ccatcca, zonas en las que el frío es inclemente. Los chicos están allí porque no encontraban trabajo o, si lo encontraban, el pago era menor al sueldo mínimo. Es decir, ambos están allí porque quieren incorporarse al mercado laboral, pero no lo consiguen. Ambos son excluidos, son los condenados a ser nadie en su lugar de origen.

Los condenados de la Tierra es una exposición fotográfica que documenta tres acontecimientos que interactúan entre sí: la minería del oro, la trata de personas con fines de   explotación laboral y sexual y la contaminación ambiental en la región Madre de Dios.

13528809_10153927187264620_7534416270588048493_n

¿Cuál ha sido la respuesta de las personas que asistieron a tu exposición en Cuba y Noruega?

Es muy interesante esa pregunta. En Cuba, no podían creer que alguien tuviese que sobrevivir hundido en el barro, a 36°C, de lunes a sábado. Podías ver la consternación en sus caras.

En Noruega, en un festival internacional de fotografía, di una conferencia del detrás de cámaras de Los Condenados de la Tierra. Les parecía increíble que hubiese un territorio que no es controlado por el Estado, como es el caso de La Pampa, en Madre de Dios. No es que les sorprendiera que en mi trabajo corriera riesgo, pero sí les sorprendía, como en Cuba, que una persona tenga que trabajar en condiciones tan extremas, me refiero a los hombres de barro, a los obreros mineros.

¿Y en Ecuador? La exposición se inauguró el lunes…

En el caso de Ecuador es distinto, las fotos se exponen en el mundo de la academia, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en el marco de un seminario binacional entre Perú y Ecuador sobre trata de personas y tráfico de migrantes. Hay una mirada más distante, menos curiosa, pero me sentí muy contenta cuando en un panel relacionado con trata de personas, dos de la preguntas se refirieron a mis fotos. Las habían visto y las fotos habían provocado interrogantes. Una pregunta estaba relacionada con los avisos que captan a las chicas: ¿cómo así pueden seguir captando a las chicas mediante avisos en lugares públicos?

Como activista me sorprende la repercusión internacional que ha tenido la exposición, pues a través de ella he podido a conocer la experiencia de Noruega en relación a víctimas de trata y la visión de la Academia Ecuatoriana sobre las ventajas y desventajas del Protocolo de Palermo. Esto último me permitirá redondear la interpretación de los hallazgos de la investigación que acabo de terminar sobre trata laboral en Madre de Dios.

¿Cuál es el impacto que ha tenido en ti, como mujer, activista social, peruana, abogada, fotógrafa, el lograr estas imágenes?

Ufff… el impacto. Mira ha sido un proceso. Cuando yo tomé las fotos de los hombres de barro, no había pensado en publicarlas. Tomaba fotos de paisajes lindos de mis viajes por Cusco y Madre de Dios. Pero cuando la fotógrafa cusqueña Adriana Peralta las vio, se propuso convencerme de exponerlas y lo logró. Le costó trabajo, pero lo logró.

No es tan fácil exponer, una sale de su zona de confort y también se expone. Ahora estoy feliz, pero ha sido un proceso difícil. A través de ella presenté las fotos a la Fototeca de Cuba y me invitaron a exponer. Luego, Anne Lise Flavik, de Fotografihuset, vio mis fotos y decidió proponerlo al directorio de Nordic Light Passion for Photography y decidieron invitarme a Noruega. Todo ha pasado muy rápido. He expuesto en tres países a menos de un año de haber tomado las fotos. Como activista e investigadora siento que la fotografía empodera el trabajo que realizo para Terre des Hommes Suisse, entidad con la que vengo trabajando el tema desde el 2014.

Tienes una larga historia como fotorreportera, ¿cuáles fueron tus inicios?

Yo, como señala el curador Augusto del Valle, pertenezco a una generación de fotógrafos surgida en los 70, asociada a la legendaria Agencia Interfoto, una plataforma de profesionales que dio imagen a la movilización social de aquel entonces. Una fotografía comprometida con el reportaje y el testimonio de hechos concretos, fuente de denuncia pero también de memoria y documento social.

Soy de le época de la fotografía analógica y andaba maravillada con el trabajo que realizan las nuevas generaciones. Me cuestionaba si yo podía ser igual o mejor a la fotógrafa que fui cuando era una de las reporteras estrella del semanario Amauta, convocada por Javier Diez Canseco. Pero esta exhibición me ha bajado a tierra. Estas fotos me han tomado por asalto.

Foto tomada del muro de la China Barrantes.
Foto Ernesto Jiménez, tomada del muro de la China Barrantes.

 

¿Cómo lograste ingresar a esas zonas que son tierra de nadie?

Yo dejé de publicar y tomar fotos por cerca de tres décadas. Pero he aprendido que nunca se deja de ser fotógrafa y que la experiencia de vida puede jugar a tu favor en materia de lo que una tiene que decir. A las personas les sorprendía que fuese un trabajo hecho en zonas tan remotas por una mujer sola, sin otros colegas como en el caso de los conflictos militares, en los que puedes encontrarte con fotógrafos de otros medios.

Lo cierto es que parte de mi trabajo lo he realizado encubierta. Mi primer trabajo fue ser vendedora de carteras. No lo había planeado, quería ir a la zona roja de Huepetuhe, cuando pasó un vendedor de carteras y conversando con él supe que sus clientas estrellas eran las chicas de los bares. ¡Se me presentó la Virgen! Le dije: “hoy tienes asistente, te acompaño”. Y aceptó. Esa fue la primera vez que hablé con ellas. Para entrar a La Pampa fui tía de un minero, luego he sido una mamá que busca a su hija. Eso explica por qué gran parte de mi trabajo es hecho con celular. Mis fotos son al paso.

 ¿Cómo empezó tu interés por el tema social y cuál es el problema que más te preocupa y sobre el que te interesa trabajar en tus fotorreportajes?

Yo diría que mi interés por lo social empieza en el colegio, pero éste adquiere otra dimensión cuando conozco a Javier Diez Canseco. Me preocupa la desigualdad y con ello la exclusión. Pero en mis reportajes no solo me interesa trabajar temas de denuncia social. Me gustaría viajar por el Perú retratando a la mujer peruana en su quehacer cotidiano, o a personas que destacan y poder contar sus historias. Un tema como el de la trata de personas es muy duro, la perversidad de sus ramificaciones apunta directo a la desestabilización emocional.

Foto tomada del muro de la China Barrantes.
Foto de Wigdis Wollan,  tomada del muro de la China Barrantes

 

Las fotos que acompañan esta  nota, incluida la principal, han sido tomadas del muro de Carmen Barrantes. Foto Principal: Ernesto Jiménez.

7/7/2016

Deja un comentario