Me queda claro que en momentos como el que estamos pasando a escala planetaria la desinformación juega en contra y de manera artera. Lo acabo de comentar en mis redes a propósito de las noticias que algunos medios siguieron (y siguen) propagando en plena crisis del COVID-19, todas o la mayoría de ellas encaminadas a refregarnos en la cara las miserias con las que convivimos como sociedad, antes que informar –o hacer notar- lo que de verdad es importante: la lucha continua de millones de peruanos contra un flagelo que pone en riesgo a todos y que está motivando, como nunca, una movilización ciudadana sin precedentes.
¿Qué paradójico, no? Hoy cualquiera de nosotros, con apenas un celular y acceso a Internet, puede tener a la mano y en tiempo real más información, infinitamente más información, que un científico decimonónico. Y a pesar de ello, pareciera que vivimos en otro medioevo cultural. Y no lo digo por el par de runners que todos los días pasan por la puerta de mi casa fieles a su rutina matutina de correr zurrándose en las disposiciones gubernamentales y en el sentido común. Lo digo, también pensando, en los Trumps y Bolsonaros, ajenos y propios, que se hicieron fuertes mientras estábamos en otra para su vender cebo de culebra al por mayor y soluciones a los problemas mundiales que solo consiguen agravar los males que nos han caído encima.
De allí la importancia que tienen los medios, sea cual sea su talante, impresos, televisivos, radiales o digitales como este, de informar con veracidad y rigor, y claro, una adecuada distancia de los rumores que exacerban el miedo para favorecer las respuestas zombis a los problemas que causamos por haber tratado tan mal a Gaia, la Madre Tierra, la Casa Común.
Hay que serenarnos e informarnos mejor, no me queda la mayor duda: ese ejercicio lo estoy haciendo con mis familiares más próximos con los que en estos días de encierros y lejanías físicas estoy más cerca que nunca,siempre a través de estos medios, esperando con cierta impaciencia el término de ESTA crisis para abrazarnos y llenarnos de gozo por tanta vida por delante. Y, claro, para empezar a ponernos de acuerdo, más conscientes de lo que tenemos que hacer después de tantas lecciones aprendidas, para enfrentar otros desafíos, tal vez el más difícil de todos el del calentamiento global.
Tenemos que estar más al tanto del ritmo que ha tomado el tránsito de nuestra civilización para que al saberlo estemos en capacidad de elaborar la agenda local y también planetaria que nos permita volver a creer en el futuro. Para eso nos toca ser más proactivos, estar mejor informados y ponernos metas más concretas. Guardando las distancias y las formas, un poco de eso que hemos aprendido en estos “tiempos recios” escuchando todos los días al presidente del Perú y a sus colaboradores más cercanos.
Les dejo esta entrevista a Yuval Noah Harari, la dio hace unos días, por correo electrónico, a los amigos de El País de España. Subrayo, antes que la lean, estas dos aseveraciones suyas:
“Mientras que los habitantes de la Edad Media nunca descubrieron lo que causó la peste negra, los científicos actuales solo tardaron dos semanas en identificar el nuevo coronavirus, secuenciar su genoma y desarrollar una prueba para identificar a los infectados. La humanidad ha estado ganando la guerra contra las epidemias porque en la carrera armamentista entre patógenos y médicos, los patógenos se basan en mutaciones ciegas y los médicos en el análisis científico de la información”.
Y la segunda:
“¿Se puede adivinar cuánto costará prevenir un cambio climático catastrófico? El número mágico es el 2%. Eso es todo. Si invertimos el 2% del PIB mundial en el desarrollo de tecnologías e infraestructuras, es suficiente para prevenir un cambio climático catastrófico. Por supuesto, el 2% del PIB mundial sigue siendo mucho dinero. Pero, ciertamente, hacerlo está dentro de nuestra capacidad. Si mañana estalla una nueva guerra mundial, los Gobiernos gastarán mucho más del 2% del PIB en luchar y ganar esa guerra. Así que gastar el 2% en salvar al mundo del catastrófico cambio climático suena muy razonable.”.
Linda tarde y mejor noche de ensimismamiento y recojo. Aprovecho para dejarles también, al final de la entrevista a Harari un video con un speech del 2015 de Bill Gates sobre las pandemias que ya nos llegaron y que, obviamente, se pudieron evitar si hubiera primado el amor y la razón y no el egoísmo y el sálvense quien pueda.
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