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Mi opinión

La propuesta del Yôko Suchi, la barra nikkei de San Bartolo, se sostiene sobre unos pilares muy bien definidos: comida sana, agradable y bien presentada, en un ambiente acogedor, sugerente, construido con materiales caseros y repleto de buen gusto. Quién lo diría, en el parque chino de mi infancia en San Bartolo, el de la canchita de los célebres campeonatos de fulbito brilla con luz propia una barra, un restaurante de comida japonesa. Provecho.


Quién lo diría, en el parque chino de mi infancia en San Bartolo, el de la canchita de los célebres campeonatos de fulbito -el parque Ventura de la actualidad- brilla con luz propia una barra, un restaurante de comida japonesa.

Me estoy refiriendo al Yôko Suchi de Piero Tealdo y Martina Herrera, dos sambartolinos enamorados de las bondades y el buen sabor de la comida nikkei, la propuesta gastronómica nacida en Lima hace una pila de años, totalmente made in Perú, que se  consolida en las grandes capitales del planeta para seguir sacándole lustre a la extraordinaria gastronomía peruana.

Allí está Mitsuharu Tsumura, Misha, el propietario del peruanísimo Maido, el número siete en la lista The World’s 50 Best Restaurants de este año, para refrendar lo que digo. Allí también el Limo, de la plaza de Armas del Cusco y el Osaka limeño, dos de mis preferidos.

La propuesta del Yôko Suchi del balneario del sur se sostiene sobre dos pilares que definen la vida de sus jóvenes propietarios: comida sana, agradable y bien presentada, Piero, bartender y cocinero desde siempre es el encargado de organizar lo que ingresa y se hace en la cocina, en un ambiente acogedor, sugerente, construido con materiales caseros y repleto del buen gusto de Martina, decoradora y artista por definición.

En la mesa del Yôko Suchi

Piero me cuenta que desde muy temprano tuvo fascinación por la cultura japonesa. Yôko, que es un nombre femenino, alude, en la lengua que hablan los hijos del Sol Naciente, a lo positivo, a las cosas buenas que tiene la vida. Hace tres años, con Martina, su compañera, se animaron a lanzar su Yôko al mundo: los unía –y los sigue uniendo, un niñito en las aljabas-  la misma pasión por el mar y las ganas de armar una fiesta, un fiestón, en casa. San Bartolo, para ambos, es su isla particular, una ínsula propia que se que vibra en el mismo océano que compartimos con Japón.

Me dice también que lo más importante de un restaurante japonés, en este caso de fusión peruano-japonesa, es el itamae, el cocinero hábil en la elaboración del sushi y los demás platillos de la cocina tradicional de la nación asiática. El del Yôko del parque Chino, me termina de contar, es de los mejores, su guerrero ninja ha paseado su oficio, que es un arte, por diferentes barras del Perú y Ecuador. Y ese hecho hace la diferencia, sin duda.

De las manos del itamae del Yôko Suchi salieron las delicias que saboreé en mi incursión nocturna por la barra de Piero y Marina. Agárrense fuerte:

Empecé con el maki Teriyaki, una delicia rellena de langostinos furai, queso crema por dentro y salmón por fuera coronada por una suculenta rodaja de limón en salsa teriyaki. Buenísimo. De allí pasé al Katsuobushi, el más pedido, puede ser, de la tarde-noche sambartolina y aledaños: un maki de pescado seco, ahumado, cubierto con una cuota prodigiosa de atún en salsa de mayonesa también ahumada. Ñumm…

No contento con lo anterior pasé después de un largo sorbo del Pisco sour de maracuyá que prepara Piero para alborotar los sentidos al Pulpo anticuchero: pescado furai y queso crema coronado por un pulpito suave y exquisito: la cocina nikkei en su máximo esplendor. Golazo.

Hubo tiempo, antes del plato de fondo, para gozar del Grunchy Gunkan, el Sachimi de salmón y el Nigiri de langostinos, qué fiesta. El Grunchy Gunkan lo tiene todo: salmón, atún, pulpo y langostino. El sashimi no tiene pierde, es riquísimo y el Nigiri de langostinos, otro de los platillos fusión que nos ha dejado el maridaje peruano-nipón, es de antología…

El plato de fondo

Dejo para el final el Ceviche nikkei del Yôko Suchi: un platillo sutil y veleidoso que lleva a límites insospechados el maridaje intercontinental al que me estoy refiriendo. Ojo, cuando se trata de hablar del plato bandera del Perú en su versión más oriental mis papilas gustativas se estremecen recordando el del Limo del Cusco.

Y éste, el sambartolino, me pasó de vueltas, tuvo la osadía de competir de tú a tú con el de la marca de Coco Ossio y Rafo Casabonne Riquísimo: el del Yôko Suchi es un homenaje al mestizaje entre los productos del mar y el campo nuestros con una tradición culinaria, la japonesa, milenaria y originalísima.

El pescado del día, fresquísimo, en su punto, cocinado con precisión por el shoyu, el limón y la frescura del aceite de ajonjolí. Y si a eso, que ya es un elixir, le agregamos la buena y muy medida dotación de ají, canchita, cebolla –poca para no competir con los sabores del pescado- camote glaseado, culantro y lechuga: dinamita pura. Me encantó el cebiche nikkei del parque Ventura, como para pedirlo en las mañanas, en las tardes y en la noche. Todo el día.

Buen viaje, buena mesa…

Yôko Suchi – San Bartolo
Parque Venturo – San Bartolo (espalda del Mass –zona del Mercado)
Lunes a viernes de 6 a 10:30 pm (cerrado los martes)
Sábados y domingos de 1 a 10:30 pm
Pedidos: 934 501 113
Música en vivo, buena mesa, buena barra, arte y artesanía.
namisushisb@gmail.com

 


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