Diego Balbuena, el placer de viajar para aprender
Me invitaron a escribir una entrada para esta columna hace unas semanas. Justo, a los pocos días, me llamaron para terminar una investigación en el Manu. No me dio tiempo de escribir por preparar toda la logística. Igual, qué mejor que escribir sobre lo que me motiva viajar estando en la boca del río Manu.
Bajando desde Cusco por la carretera al Manu se llega al puerto de Atalaya. De ahí, surcamos el río Alto Madre de Dios pasando cerca a distintas comunidades nativas amarakaeris, machiguengas y yines, llegando a Boca Manu. De acá, viajaremos río arriba entrando al Río Manu; son unas horas de viaje hasta la Estación Biológica Cocha Cashu (EBCC).
La biología me había llamado la atención desde pequeño, pero no fue hasta el 2015 que experimenté personalmente lo que es la biología de campo. Entrar en la selva, salirse de la trocha, ubicarse solo por el GPS. Gracias a voluntariados, trabajos y cursos en los que fui becado, he tenido la oportunidad de estar dentro de la Reserva Nacional Tambopata, a kilómetros del albergue más cercano; también, dentro del Parque Nacional del Manu, y en las comunidades nativas machiguengas y yines de los alrededores; además de un trabajo en Loreto, con la comunidad Maijuna de Sucusari.

Además de fotos, videos, paisajes y personas increíbles que he conocido viajando, también quedan las anécdotas. Ver un jaguar paseándose cerca a nuestras carpas, robándose nuestras botas, encontrarme con una majestuosa águila harpía en una trocha, cruzar anchas quebradas balanceándome por troncos caídos, poder ver a hermanos Mashco-Piro a orillas del río Alto Madre de Dios, conocer gente de distintas culturas, navegar por ríos, ver en vivo lo que de niño solo podía ver en documentales, salvarme de caídas d teniendo que correr y saltar, trepar decenas de árboles de hasta más de 50 metros de alto, entre otras aventuras, recuerdos y anécdotas que me gustaría contar.

Más sobre mis viajes en https://diegoblb.wordpress.com/
