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Rafo León en Chile: «Todo se mueve a favor de la integración de Perú con el mundo»

Mi opinión

Rafo estuvo hace unas semanas en Chile participando en el Festival de Cine Arica Nativa que se realiza en dicha ciudad. Allí fue contactado por Angélica Bulnes, periodista de La Tercera de Santiago para que absolviera una interesante batería de preguntas sobre el destino Perú, tan de moda entre los chilenos de todas las edades. Les dejo sus declaraciones, Rafo es un agudo analista del sector y siempre dispara con acierto.


El peruano Rafael –Rafo- León tiene casi más vidas periodísticas que un gato. Es el autor y creador de un personaje ficticio pero ya tradicional de la escena de su país: la China Tudela Loveday, una mujer de la clase alta limeña, que fue al colegio Villa María y la Universidad Católica, y desde hace décadas comenta la actualidad en la revista Caretas (algo así como la Qué Pasa de ese país), y saca a relucir el pensamiento social que desarrolló mientras estudiaba en la Sorbona, mientras veranea en las exclusivas playas del balneario peruano de Asia. “Esa columna me sirve para ridiculizar y hacer crítica política y social, a lo que en Perú llamamos ‘la huachafería’, es decir, la cursilería de ciertos sectores todavía cortesanos. No te olvides que Lima fue capital de virreinato, entonces nos queda mucha tontería en la cabeza”, explica.

Aunque dice que a veces la odia y que cada cierto tiempo le dan ganas de matar a su creación, después se arrepiente y no sólo porque es muy popular. “Finalmente la China puede decir cosas que yo no, entonces me permite descongestionar y volver más light problemas que pueden ser complicados”, cuenta. Para él esa afirmación no es un decir. León es también un comentarista político requerido, y en los últimos meses está sufriendo las consecuencias de eso: enfrenta una demanda a causa es una columna de 2014, en la que criticó con ironía un artículo de una editora del diario El Comercio, quien a su vez lo acusó ante la justicia de difamación. El caso ha abierto un debate en torno a la libertad de expresión y hasta el nobel Mario Vargas Llosa salió en defensa de él.

Todo eso convive con su categoría de rostro televisivo. Desde hace 17 años conduce un conocido programa llamado Tiempo de viaje que lo ha convertido en una de las personas que mejor conoce su variado país. Ese mismo espacio es el que lo trajo recientemente al norte de Chile, al Festival de Cine Arica Nativa, porque pese a que él se dedica principalmente a Perú, a veces hace incursiones a otras naciones, como la que realizó hace seis años a este festival que organiza la Fundación Altiplano para promover el cine rural y el desarrollo sostenible. Ahí se enamoró de la iniciativa y la semana pasada vino por cuarta vez al certamen que, explica, tiene que ver mucho con su filosofía en torno al viaje, centrada en los personajes locales y los rincones que no muestran los folletos turísticos.

Su programa se estrenó en 1999 cuando declinaban la guerra y el terrorismo que afectaron a su país en tiempos del auge de Sendero Luminoso. “En esa época el turismo interno estaba por el suelo, liquidado”.

¿Por qué hacer un programa de viajes sobre Perú en ese momento?
Más que reactivar el turismo lo que me interesaba era contribuir a restituir la relación perdida entre la ciudad y el interior. Salíamos de un conflicto de más de 20 años: 70 mil muertos, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Todas las imágenes que recibíamos de los Andes, de la Amazonía, eran de ataúdes, de la hoz y el martillo, de sangre, de los excesos de las FF. AA., de fosas comunes. Había que rescatar el Perú para los peruanos. Lo que hace Gastón Acurio con la gastronomía, yo quise hacerlo en la televisión para que la gente pudiera mirar de nuevo el país.

¿Cómo fue recibido el programa?
De entrada bien. Hasta hoy sigue apareciendo el mismo comentario en los focus group. “Si este señor que no es joven –ahora tengo 66- y tiene una lesión obvia en la rodilla, puede ir a cinco mil metros en los Andes, yo también puedo”. Es la idea de que es posible, de que no hay que tenerle miedo, y de que por último, si no te bañas en cuatro días no te vas a morir.

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¿Con qué partiste?
Empecé con Cusco, el Valle Sagrado y Machu Picchu, pero lo que no se veía en los brochures. Contra los estereotipos. Con una narración muy simple, porque este es un programa sencillo y que tiene un enfoque que no es turístico sino viajero.

¿Cuál es la diferencia entre lo turístico y lo viajero?
La aprendí de Paul Bowles. Su novela El cielo protector empieza con una pareja que llega a Tánger y dice que los personajes no son turistas sino viajeros. El turista, dice él, llega con tiempo pauteado, sabe qué va a hacer y visitar, toma fotografías, se lleva souvenirs y ahí acaba su compromiso con el lugar. El viajero se despoja en lo posible de su propia cultura porque no está muy conforme con ella -como yo con la mía- y busca entregarse al destino tratando de sintonizar con lo nuevo, diferente, incluidos los problemas. El mundo necesita menos turistas y más aventureros dice National Geographic. Al viajero no le importan tanto las comodidades, llega en busca de encontrar algo verdadero.

¿Eres de los que se oponen al desarrollo y mejoras en la infraestructura turística?
No, no soy un radical antiturismo. Creo que ambas cosas van de la mano. Quizás lo más difícil ahora en Perú es que las autoridades del interior entiendan cuál es el atractivo real, la magia del país. A veces se piensa que el turista viene buscando “la modernidad” y se destruyen bienes patrimoniales y tradicionales. A cambio se construyen cosas que no tienen nada que ver: cemento, ladrillo, vidrios verdes. Se produce una folclorización, se pervierten los lugares. (…) Pero felizmente el Perú no es un destino de sol y playa, tampoco de casinos. Perú es distinto.

¿Es un destino de qué?
Es un destino de naturaleza, de cultura viva y de historia y arqueología.

Los santiaguinos vamos principalmente a comer a Lima o a visitar Cusco y Machu Picchu.
Está muy bien, pero hay más. Tiene una Amazonía muy rica. Tienes experiencias lujosas como estos cruceros por el río Amazonas, elegantísimos. Hasta ahí llegó mi ideología de viajero al que no le importan las comodidades porque aunque son bastante caros, son una maravilla. Pero también puedes quedarte en comunidades en la zona, conocer sus actividades, el problema de la minería ilegal, que es grave. En los Andes las posibilidades de hacer trekking son inacabables. La serranía peruana es heterogénea, cada lugar tiene una particularidad cultural, y un tipo de gente diferente. En la costa, en el norte, está todo el mundo de la cultura moche, que fueron reinos de una sofisticación extraordinaria. En esa zona están los mejores museos del país. Chiclayo, que es lo que más me gusta del Perú. En la costa sur, ahora que los amigos chilenos van en número grande a Tacna, me desespero porque no se les ofrecen productos como Moquegua, una ciudad que parece congelada en el pasado, única. Y ahí no más está Arequipa, que es una joya, y el valle del Colca.

¿Por qué varios de esos destinos son tan poco conocidos?
Mira, muy pronto va a reventar Kuélap en el norte, un importante sitio arqueológico preincaico que tiene una arquitectura maravillosa y está en el bosque húmedo. Antes subir no era fácil pero por estos días se inaugura un teleférico. Perú tiene un problema de conectividad porque es grande y tiene una geografía complicada, pero eso está cambiando. Ha existido una política de construcción de carreteras excelente, es una de las áreas donde más se ha invertido en infraestructura recientemente, por la buena situación económica que ha tenido Perú.

¿En qué va el proyecto de hacer un aeropuerto internacional cerca de Cusco? Para nosotros los chilenos sería muy cómodo…
Efectivamente. El proyecto tiene al menos 12 años, y se ha demorado porque ha habido problemas para pagarles su precio a los campesinos a los que se les compraron las tierras, pero se supone que ya está saneado y entregada la concesión. Hay que ver qué pasa. Ahora además una aerolínea va a hacer vuelos desde Cusco a la Chiclayo, y podrás ir directamente desde la cultura inca, al norte, a conocer la cultura moche. Y también se está viendo cómo ampliar el aeropuerto de Lima. Todo se mueve a favor de la integración de Perú con el mundo.

¿Qué posibilidades de integración turística ves entre Chile y Perú?
Siempre he pensado que la Patagonia es tan atractiva porque es un mito, donde se conjuga naturaleza, misterio, la gente, la leyenda. Y es un producto binacional. El mundo maya en Centroamérica es un producto de cuatro o cinco países. Entonces, ¿por qué no podemos pensar en lanzar al mundo un destino que sea Altiplano en el que participen cuatro países, cada uno, con sus riquezas? Chile, con el área de Parinacota hasta la frontera con Bolivia, una zona que a mí me quitó el habla. Bolivia, con el salar de Uyuni, y La Paz, ciudad altiplánica. El Perú, con el lago Titicaca, con sus islas, con sus proyectos de turismo rural comunitario, con la aventura. Argentina, que tiene una porción altiplánica en el norte, donde se puede hacer equitación y trekking, además de observación de naturaleza. Sería un producto con un impacto mundial tremendo. Pero sabemos que vivimos en países con relaciones complicadas.

Claro, no nos quieren mucho a nosotros por allá en Perú y Bolivia.
Pero mira, la relación con Tacna es la mejor prueba de que la cultura y los viajes son elementos de unidad. No tiene que ver con cosas militares o geopolíticas, podría ser una oportunidad magnífica para la iniciativa privada. Legitimada por los estados, pero surgida de la propia realidad y voluntad de cada lugar y de descubrir las ventajas competitivas.

Hay iniciativas como la del hotel Explora, chileno, que hace unas travesías que van desde San Pedro al salar de Uyuni, y acaba de inaugurar además un hotel en el Valle Sagrado. ¿A ese tipo de cosas te refieres?
Ese es un muy buen ejemplo. Yo tambiénhe estado en algunos de los hoteles Explora, sobre todo en Rapa Nui y me parece que su arquitectura es muy poco invasiva y sus actividades están ligadas a la población local. De eso se trata, y de ir integrando, y así vas reescribiendo la historia. En el Altiplano nuestros países no son un salchichón que se puede cortar en tres o cuatro. Son iniciativas de integración que no pasan por los prejuicios o clichés que lamentablemente nos han distanciado.

SI VOY A PERÚ Y…

Me interesan los sitios arqueológicos: Cusco y sus alrededores (Tambomachay, Sacsayhuamán, Quenqo, Choquequirao, y obviamente Machu Picchu). Hoy se pone muy interesante Chachapoyas con los testimonios de la cultura del mismo nombre, contemporánea a la inca (siglos XII a XIV). En medio del bosque de nubes se levanta Kuélap, una ciudadela espléndida a la que se accederá en teleférico. Para llegar allá hay que viajar a la ciudad de Chachapoyas. Ello permite pasar por la amazónica zona de Tarapoto, el salto de agua de Gocta (el tercero más alto del mundo) y luego la ciudad misma de Chachapoyas, que es preciosa. En todos los lugares hay servicios para todos los bolsillos.
Otro circuito espléndido es el llamado Mundo Moche, en la costa norte, entre Trujillo y Piura. Zona de una civilización desarrollada ocho siglos antes que la inca. Eximios orfebres, ceramistas, tejedores, las pirámides halladas en los bosques secos han dado material para los mejores museos del Perú, ubicados en Lambayeque y Ferreñafe: Tumbas Reales de Sipán, Museo Sicán, Museo Brüning, aparte de diversos centros de interpretación y museos de sitios. Muy cerca de Lima está Caral, la ciudad más antigua de América, hoy declarada patrimonio de la humanidad.

Me atraen las culturas vivas: vas a proyectos de turismo rural comunitario en el Corredor Sur, entre Cusco y Puno, y en las islas y orillas del lago Titicaca. O a las festividades del Qoyllur Rit’i y Corpus en Cusco. También a las comunidades amazónicas en la selva central, en Loreto, en Pucallpa, en Madre de Dios. O a la procesión del Señor de los Milagros, en Lima, en octubre.

Quiero playa: la costa norte, departamentos de Piura y Tumbes. Es el punto en el que el mar tropical es interrumpido por la corriente de Humboldt, por tanto las playas son estilo caribeño. Abundantes servicios en las playas de Máncora, Punta Sal, Vichayito, Órganos, entre otras. No hay casinos, ojo, todo es muy natural, y se encuentran hoteles boutique.

Me gusta el lujo: en Lima abundan los hospedajes y restaurantes de lujo. Entre estos últimos, Astrid y Gastón en la casona Moreyra, Rafael, El Central, Amaz, La Mar, Pescados Capitales, La Bomboniere y una lista inagotable. En Cusco los grandes hoteles Beaterio, Monasterio, Libertador, La Casona Inkaterra. En el Valle Sagrado altamente recomendables el hotel Sol & Luna y su gran comedor al aire libre Wayra. Lujo extremo en la hacienda Huayoccari, museo familiar, caballos de paso, gran cocina. En Puno, los hoteles Titilaka, Isla Esteves, Casa Andina. En Arequipa, Casa Andina, El Libertador. En el valle del Colca, Colca Lodge y Casitas del Colca. En Puno el maravilloso hotel de la isla Suasi.

Quiero conocer el Amazonas: por Iquitos los cruceros de lujo por la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Hay también opciones de hospedaje en comunidades en la misma reserva, y en los alrededores de Iquitos. En la selva central, la Reserva Pampa Hermosa, y en la Región Madre de Dios, los lodges de la cadena Reinforest Expeditions, además de Inkaterra y los emprendimientos cercanos a la ciudad de Puerto Maldonado.

Voy a hacer trekking: en la región de Cusco, los de Salkantay, Ausangate, Machu Picchu, Vilcabamba, entre otros. En Abancay, Ausangate. En Ancash, trekking y andinismo en por lo menos diez nevados por sobre los cinco mil metros. En Arequipa, ascenso al volcán Misti, trekking en Carabaya.

Me gusta comer: donde te sientes comerás bien. Zonas especialmente recomendables: en la costa, Lima, Trujillo, Chiclayo, Piura y Tumbes. En la sierra Cajamarca, Arequipa, Cusco y Puno. En la Amazonía, Iquitos, Puerto Maldonado.


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