Iquitos. Para muchos ciudadanos, me imagino, cautivos de los medios de comunicación obsesionados por la defensa a ultranza del modelo económico vigente, la creación del Parque Nacional Sierra de Divisor podría entenderse como una capitulación del gobierno ante la presión de los ambientalistas ávidos en armar camorra en cualquier parte.
Nada más ajeno a esa posibilidad.
La creación de un nuevo parque nacional en esa región a merced de los que han aprendido a medrar a través del usufructo de los negocios ilegales (la tala de madera, la minería aurífera, el sembrío de coca para los cárteles de la droga), pretende entregarle al Estado las herramientas que le hacen falta para ordenar la casa que nos aloja a todos. O para ser más precisos a cerca de 250 mil peruanos que dependen de la buena salud de los ecosistemas que protegería el parque nacional a establecer.
