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La historia de Ema Tapullima

Mi opinión

Admiro a Ema Tapullima y a los hombres y mujeres de Puerto Prado, una comunidad nativa ubicada a veinte minutos en bote de la ciudad de Nauta. Los admiro porque han sabido dejar atrás el inmovilismo para lanzarse a la aventura de construir desarrollo y negocios inclusivos en una pequeña aldea cocama-cocamilla a orillas del maltratado río Marañón, el gigantesco curso de agua que ha sido tan mencionado en estas últimas semanas. He visitado Puerto Prado dos veces en estos últimos meses, he tenido la suerte de convivir buenos días con los socios del Área de Conservación Privada “Iwirati” y sueño con sus mismas ilusiones.
Ellos han creado en Loreto una cabecera de playa del país que debemos construir. Y lo han hecho sin complejos, sin autocomplacencia. A puro pulmón, creativamente, apoyados en su propia organización, en su cultura ancestral y en las bondades del paraíso natural que cuidan con tanto empeño
La historia de Ema Tapullima la conocí por Bruno Monteferri, de Conservamos por Naturaleza, un aliado fundamental de este emprendimiento social que debemos conocer y replicar por mil por todo el territorio patrio.

Les paso este artículo publicado en la revista Asia Sur gracias a la buena nota de Manolo Bonilla, su editor y los buenos oficios de Giuliana Dávila. Estoy seguro que les va a gustar.


Cuando Ema Tapullima, la primera mujer en ser elegida gobernadora de una comunidad nativa del departamento de Loreto, escuchó que su localidad había ganado el Premio Nacional de Ciudadanía Ambiental no supo si debía subir al estrado donde se encontraba el ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal o simplemente aplaudir desde su sitio.

Estaba a punto de acabar el 2013 y a pesar de que la aguerrida lideresa de Puerto Prado, una aldea de apenas doce familias en uno de los bordes del río Marañón, a tan solo veinte minutos de Nauta, ya era conocida en la región por el empeño puesto por los suyos en el cuidado de los bosques comunales, pensaba que lo avanzado hasta ese momento no merecía distinción alguna. “Estaba confundida, recién cuando volví a casa con el premio entre las manos me di cuenta de lo que habíamos logrado”, lo repite cada vez que recuerda ese momento estelar en la historia de su pueblo

La comunidad nativa de Puerto Prado destaca sobre las demás por el orden de sus casitas de madera, la limpieza de sus espacios comunes y la elocuencia de cada uno de sus vecinos, todos descendientes de los cocama-cocamilla del Ucayali y el Marañón, un pueblo indígena prácticamente extinto, herido de muerte por la brutalidad de la ocupación de sus tierras, los desplazamientos y la mala suerte. “Nuestro pueblo se ha tenido que mover tres veces durante los últimos cien años”, nos lo contó en la maloca que han levantado con el dinero recibido por el premio y que les sirve para dar alojamiento a los turistas que han empezado a llegar atraídos por la buen nota de sus habitantes.

Es que Puerto Prado es una comunidad ejemplar, autosuficiente. En tiempos de la tala ilegal y la minería aluvial como cancha, la de Ema Tapullima es una comunidad ecológica, slow, que ha decidido vivir en armonía con la naturaleza, respetando sus ciclos y manejando de manera apropiada sus recursos.

“Todos los días veíamos pasar los cruceros que iban y volvían de la Reserva Nacional Pacaya Samiria cargados de turistas, lo cuenta mientras va ordenando las semillas de huingo y achiote que utilizan para elaborar los collares y los otros productos que venden a los visitantes, entonces nos dijimos: ¿por qué no hacemos artesanía y los invitamos a parar?”. Y así fue. Las embarcaciones de la empresa Aqua Expeditions se detuvieron un día y a partir de entonces no han dejado de hacerlo.

Los turistas aprovechan la parada para usar el baño (ecológico), recorrer alguna de los circuitos ecoturísticos que las mujeres y hombres de Ema han construido y apreciar, desde un mirador natural, el jardín de victorias regias, el lirio gigante que flota sobre los remansos del Marañón y, si la suerte los acompaña, las acrobacias de los delfines rosados. O el vuelo y el canto de las decenas de aves del bosque que interrumpen la calma de los días en este edén natural.

Vivir en el Paraíso

Gracias a ese cambio de chip, los bosques se recuperaron de inmediato y las quebraditas se llenaron de pozas y corrientes de agua. Puestos en fuga los taladores de madera, los bramidos de las motosierras pasaron al olvido y las familias fueron encontrando, poco a poco, los recursos necesarios para solventar sus economías. Entonces decidieron dar el salto al futuro: pedirle al Estado la autorización para establecer, sobre cien hectáreas de propiedad colectiva, un área natural protegida. En el 2014 Manuel Pulgar, un viejo conocido de Ema, firmó la resolución estableciendo el Área de Conservación Privada Paraíso Natural “Iwirati”, árboles en cocama, la primera bajo manejo comunal que se crea en Loreto. Nuevamente la señora Tapullima y sus vecinas se pusieron a la vanguardia del desarrollo.

Y no paran. Acaban de construir el local de la escuela secundaria donde una maestra pagada con los recursos que se obtienen por turismo continuará enseñándoles cocama a los muchachos. Los más chicos están aprendiendo a sumar y a restar en el idioma de los abuelos y ya pueden entonar canciones y armar frases en una lengua que estuvo a punto de desaparecer. Para los vecinos de Puerto Prado la recuperación de su identidad cultural es indispensable para seguir soñando.

También la salud. Las madres del equipo de Ema saben perfectamente lo importante que es la higiene y la prevención de enfermedades y han decidido utilizar parte de la platita que reciben en mejorar el sistema de salud de Puerto Prado. Los niños de la comunidad lucen radiantes, sanos y ahora que están de vacaciones, gozan como nutrias de río nadando en el río o subidos a los árboles del Bosque de los Niños, otro de los logros de la gobernadora de Puerto Prado, un área natural de 12 hectáreas enteramente gestionado por la muchachada de la comunidad donde aprenden a vivir de la naturaleza…para que el ciclo virtuoso del cuidado del bosque continúe para siempre.

“En todo este tiempo he aprendido a hablar poco y tratar de hacer mucho”, lo dice Ema Tapullima y tiene razón. Puerto Prado, la comunidad cocama-cocamilla compuesta por 65 personas, es un ejemplo de desarrollo y buen manejo de los recursos naturales que se opone al propuesto por el desarrollismo combi que se ha instalado en la selva peruana con sus dragas, aserraderos al paso y harta munición para cazar todo lo que se mueva. “Me he sacado el clavo, dice con firmeza esta mujer de ojos dulces y hablar lo necesario, mi padre no me permitió ir a la escuela secundaria: para qué vas a ir, Ema., si lo que tienes que aprender ya lo sabes, me dijo. Ahora hablo hasta con el ministro y asisto a reuniones donde me escuchan y planeamos lo que queremos para nuestro pueblo”.

Ema, la mujer coraje de Puerto Prado, la fundadora de la asociación de artesanos Karhrhuara Orno, victoria regia en cocama, la orgullosa madre de Kokito, primer puertopradino en seguir estudios superiores y mamá también de César Manihuari Tapullima, teniente gobernador de la comunidad y tejedor habilísimo, es una de las cientos de líderes capacitadas por la Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICAA), un programa regional que impulsa USAID en las comunidades indígenas de Perú, Colombia y Ecuador con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las poblaciones amazónicas salvando sus bosques. Las historias de estas mujeres, y también la de los hombres que las acompañan en el sueño de construir un mundo mejor, han sido incorporadas al documental “Suena Selva, voces de la Amazonía”, que se presentará en Lima a fines de marzo.

Ojalá  que ese día Ema y los suyos vuelvan a la capital del país que aman con intensidad. Y le puedan estrechar de nuevo la mano al ministro del Ambiente. Sería una magnífica oportunidad para aplaudir de pie su gesta, el trabajo en común de un grupo de afortunados defensores del planeta.

Para arribar al Área de Conservación Privada (ACP) Paraíso Natural Iwirati hay que llegar primero al puerto de Nauta. De Iquitos hay movilidades a Nauta que cubren la ruta por S/. 10.Una vez en el puerto se toma un peque-peque (una embarcación típica de los ríos amazónicos) hasta Puerto Prado por S/.5. Veinticinco minutos dura la navegación. El alojamiento en la maloca – Casa Comunal es baratísimo, también la alimentación. Germán Manihuari, el esposo de Ema, es un magnifico botero. Con él se puede navegar hasta el encuentro del Marañón y el Ucayali, allí donde nace el río Amazonas y viven los delfines rosados (y grises) más famosos de la Amazonía peruana. Tambipen ingresar a la increíble quebrada de Yarapa, en las proximidades del Área de Conservación Regional Tamshiyacu-Tahuayo, otra de las ANP de Loreto. Más sobre Puerto Prado en:

http://www.conservamospornaturaleza.org/area/paraiso-natural-iwirati
Contacto: aditapullima@hotmail.com T
eléfono de Ema: 995 686 238

Los lirios de río o nenúfares gigantes fueron reportados por primera vez en Europa en 1801. Desde entonces,, la maravillosa criatura que puede alcanzar un diámetro de 2 metros, se convirtió en una obsesión para botánicos y criadores de plantas ornamentales. Tenerlos en los jardines particulares o en museos se convirtió en una obsesión de coleccionistas y millonarios. En Puerto Prado se reproducen por montones. Los turistas que los ven en vivo y en directo se quedan pasmados por tanta belleza. Y no dejan de fotografiarlos.

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