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Rolly Valdivia: “Viajo, porque si no lo hiciera dejaría de ser yo”

Mi opinión

Rolly, compañero de innumerables viajes, periodista, viajero empedernido. Lo encontramos en costa, sierra y selva, siempre con lapicero en mano y cámara en ristre listo para la siguiente aventura


En cierta forma soy un viajero tardío. De niño, como lo escribí alguna vez, mi mundo acababa en el kilómetro 205 de la Panamericana Sur. Allí está Chincha, la tierra de mi madre, a donde íbamos de visita en el auto familiar, un antiquísimo y ya extinto Hillman verde. Años después, ya en San Marcos, hice varios viajes con mis compañeros de estudio. Eran travesías de «poco presupuesto», a lo que salgan y hasta con su dosis de riesgo, porque en aquel entonces los controles policiales y militares eran bastante severos y, los sanmarquinos, lamentablemente, siempre estábamos bajo sospecha.

Eso sí, todos los viajes te marcan de una u otra manera. Una experiencia bonita es tan inolvidable como un mal rato. Ambas son inherentes a los caminos y, a la larga, me han servido para reafirmar mi vocación de periodista andariego.  Sin embargo, hay viajes especiales como esa salida a Tarma en Semana Santa con mis amigos de San Marcos que marcó mi «estreno» en la altura. A pesar de eso, no me dio soroche. Pasé Ticlio como si nada. No había duda, estaba hecho para viajar.

También recuerdo mi primera comisión fuera de Lima. Todavía era practicante y el editor me envió a Tarapoto para que hiciera una nota sobre unas ranas enanas que salían de contrabando hacia Europa. Nunca había estado en la selva y menos me había subido en un avión, pero igual acepté al toque y hasta puse cara de viajero consumado para no despertar la sospecha de mi jefe. En ese viaje me di cuenta que no estaba mal eso de «escaparse» de la ciudad para escribir crónicas. Ahí me picó el bichito del periodismo viajero.

¿Por qué viajo? Porque si no lo hiciera dejaría de ser yo. Viajar no solo es parte de mi trabajo, es parte de mi vida. No me imagino confinado en la ciudad, cumpliendo un horario de oficina y consumido en la rutina. En los caminos me escapo de todo eso, me siento libre y vital. También aprendo, comparto, me vuelvo más abierto a otras maneras de pensar y entender el mundo.

Mi principal proyecto es seguir viajando, haciendo fotografías y escribiendo. Esa es la línea de base, el plan inicial pero no el único. Este año es especial para mí porque en setiembre cumplo 15 años de periodista y me gustaría aprovechar la ocasión para hacer una recopilación con las notas que he publicado en diferentes medios. También pienso dictar talleres de redacción de crónicas de viajes y, de una vez por todas, consolidar una propuesta periodística independiente en Internet, donde la crónica, las fotografías y las rutas viajeras, sean el principal insumo informativo.

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