Solo Para Viajeros

China Barrantes desnuda drama minero en exposición fotográfica sobre Madre de Dios

Me da mucho gusto que la China Barrantes, fotógrafa de las mejores, vuelva a sus andanzas reporteriles y nos presente en el trabajo que está exponiendo en La Habana su visión personal sobre un problema tan complicado como el que se vive en las chabolas y orillas maternitanas donde se han hecho fuerte la minería ilegal -esa actividad monstruosa que degrada a los seres humanos y destruye la casa de todos – y el fin del mundo.

Espero el pronto regreso de Carmen, o la respuesta suya a esta notita, para saber un poco más de su propuesta y empezar a difundirla en estos lares. Me encantaría incluir en la próxima edición de Viajeros un portafolio con algunas de las fotos sobre la minería ilegal en Madre de Dios que han empezado a circular por las redes. Sería lo máximo.

Me queda claro que el drama que se vive en Madre de Dios, y que la prensa vinculada al ambientalismo institucional viene mostrando como nunca, excedió hace buen tiempo los límites de la propia actividad minera para convertirse en un drama social de difícil solución. No lo digo para atenuar responsabilidades de los directamente involucrados –los miles de peruanos dedicados a la boyante actividad, sus dirigentes, las mafias detrás de todos, los funcionarios de un Estado incapaz de propiciar una adecuada gobernanza-; lo menciono con la intención de proponer una mirada menos punitiva a una realidad que tiene que ver con otro tipo de desborde, ya no el que hace un par de décadas señaló Matos Mar a propósito de crecimiento de las barriadas en Lima, sino con uno que funda sus raíces en el achoramiento que caracteriza la vida nacional, en la forma como nos relacionamos los peruanos (entre nosotros y con el ambiente en que vivimos, para utilizar una frase tan cara a Antonio Brack, nuestro primer ministro del Ambiente).

El tema de la degradación ambiental en Madre de Dios dejó de ser un tema regional, de competencias locales, de interés de unos cuantos para convertirse en un asunto geopolítico, de importancia macro.

En ese sentido es que se hace necesaria una vuelta de tuerca en el tratamiento del tema. Y éste cambio de timón debe darse a partir de la constatación de que el problema minero no es más un asunto sectorial, de interés particular de la burocracia de los ministerios del Ambiente y Energía y Minas.

El drama que menciono, y grafican las fotos de la China Barrantes, debe ser abordado, dada su magnitud e importancia social y ambiental, multisectorialmente; si se puede, desde la propia presidencia de la República, desmontando a partir de esa decisión los tinglados regionales y nacionales que han convertido al asunto en un producto local, en una reivindicación descentralista, justa, cuya solución va a generar inclusión social e integración territorial como creen los Romeros y Tubinos. Y, seguramente, los miembros del pleno congresal que aprobaron el proyecto de ley que declara de interés nacional la carretera Nuevo Edén y Shipetiari, una vía que ha sido considerada por el ministerio del Ambiente como una pieza fundamental en la estrategia de crecimiento de la funesta minería ilegal.

Lo que está ocurriendo en Madre de Dios, lo venimos diciendo desde hace mucho, ustedes son testigos, es muy grave y si no se detiene la escalada de destrucción y “hago lo que quiero”, se nos va venir la noche.