La oficina de Daniela Pogliani se encuentra en el segundo piso de una casita típicamente miraflorina en uno de los límites de un distrito que intenta organizar la vida de sus vecinos de otra manera.
En una ciudad desbordada como Lima, con más de diez millones de habitantes, Miraflores es a todas luces una comuna ejemplar, diferente, administrada por un consejo municipal que intenta gestionar el distrito de manera ordenada, pensando en los retos de un milenio que exige un modo de concebir la vida en las ciudades –y en el campo- de manera diferente, de otro modo.
He llegado al nuevo local de Conservación Amazónica – ACCA para empezar a hablar precisamente de sostenibilidad, un concepto que se ha ido incorporando rápidamente al discurso político, y eso tal vez sea lo más peligroso, como se incorporaron en su momento los de ecología, responsabilidad social y, ahora último, ciudadanía.