Los delfines rosados requieren de mucha actividad para alcanzar el color que los caracteriza. Si no se exigen, si la inactividad impone condiciones en sus vidas adquieren de nuevo el tono gris pálido con el que nacieron. No lo sabía, nuestros carismáticos delfines necesitan moverse, vivir en permanente actividad, para ser lo que son, qué maravilla.
Los delfines rosados (Inia geoffrensis) y los grises (Sotalia fluviatilis), son dos de las cinco especies de delfines de la Amazonía y de la Orinoquia que la expedición “Un río, cuatro países”, una iniciativa liderada por Fundación Omacha y WWF Colombia que va a recorrer durante dos semanas la selva del Putumayo para verificar el estado de conservación de una especie vital para la pervivencia del bioma más espectacular del planeta.
Hace unos días me enteré de este esfuerzo transfronterizo en las oficinas de WWF Perú y me puse de inmediato a revisar los datos de la especie que acabo de observar en las orillas del río Yanayacu, muy cerca a Iquitos, durante una salida de campo con los amigos del eco albergue Amäk. Les dejo esta primera nota que da cuenta del trabajo del biólogo Fernando Trujillo, director científico de Fundación Omacha, una muy aplicada ONG colombiana que trabaja desde hace varios años investigando y conservando la fauna y los ecosistemas acuáticos y terrestres en su país.
Voy a tratar de comunicarme con ellos y con José Luis Mena, de WWF Perú, para ponerlos al tanto del esfuerzo que se viene realizando para salvar una especie amenazada, entre otras cosas, por la minería salvaje que viene diezmando también a manatíes y lobos de río y la construcción de hidroeléctricas por todas partes.