Saludo el esfuerzo coordinado de Inkaterra, el Grupo AJE y la Municipalidad de Machu Picchu por ordenar la casa y apuntar hacia la sostenibilidad ambiental de un distrito joven y lleno de contrastes. Y dificultades, hay que decirlo también.
Conozco el trabajo de Joe Koechlin y Pepe Purisaca, dos de los puntales de Inkaterra, en cada una de sus operaciones, sé de su compromiso por el turismo responsable y la conservación de nuestros patrimonios.
En tiempos como estos, de cerrar filas para salvar el planeta, consorcios como el que se ha ido gestando en Machu Picchu pueblo avivan la esperanza… y hay que aplaudirlos de pie.
La Planta de Tratamiento de Residuos Orgánicos que los consorciados acaban de inaugurar, según apunta Miguel Atausupa, gerente de Gestión Ambiental del municipio en mención, y también conocido nuestro, tiene la capacidad de procesar cuatro toneladas de residuos y generar biocarbón o carbón vegetal, un fertilizante natural que ayudará a intensificar la productividad agroforestal en los entornos del Santuario Histórico.
Magnífico.
Ojalá que el ejemplo cunda y se multiplique, las alianzas público-privadas de este tipo son las que deben prevalecer. Palmas para los involucrados…