Isabella Falco: «La Maratón de Sables ha sido una vitrina excelente para el Perú y sus atletas»
La Maratón de Sables, arenas en francés, es un ultra rail o “carrera de montaña” endemoniada. Durante siete días, los convocados, veinte mil desde su creación en 1986 hasta este año en que la organización decidió extender sus tentáculos a dos escenarios nuevos: Fuerteventura, en islas Canarias y el Perú, deben recorrer más de doscientos kms de puro desierto en seis etapas, una de ellas, la más larga, de 68 kilómetros.
El aventuro francés Richard Bauer, ideó la prueba después de un periplo a pie por las dunas y mesetas encrespadas de Marruecos. La fama que se ha ganado de extrema le llegó muy pronto a la carrera. En la edición del noventa y cuatro un atleta fue literalmente tragado por una tormenta de arena. Apareció once días después en un campamento de beduinos en Argelia. En la del 2007 uno de los participantes no pudo soportar el calor extremo y murió en combate.
Al año siguiente, como para paliar la mala suerte, uno de los participantes fue el ídolo del FC Barcelona Luis Enrique, entrenador hasta hace muy poco de los blugranas.
La idea de mudar el evento a Ica, cautivó desde un primer momento al ministro Ferreyros y al equipo de Prom Perú que lidera Isabella Falco. Afinados los detalles, en abril se lanzó la convocatoria mundial y en muy pocas semanas el país de los Incas y los andenes milenarios -en la imaginación de los europeos- se fue tiñendo de desiertos y playas bañadas por un mar de un azul alborotador
Al deseo de los franceses se sumó una feliz coincidencia. En la edición de este año de la maratón africana el atleta huancavelicano Remigio Huamán, primer peruano en correr Sables, ocupó un honroso quinto lugar. Huamán, campesino alto andino de 35 años y embajador desde junio pasado de la Marca Perú, volvió a repetir el plato en la media maratón de 113 km en Canarias: llegó primero.
Con esos pergaminos el nombre del peruano empezó a sonar fuerte entre los competidores y público especializado. El chasqui nacido en la localidad de Atalla, Huancavelica se convirtió en el más firme rival del cinco veces vencedor de la maratón africana, Rachid El Morabity, un súper atleta marroquí acostumbrado a correr como un gamo por las dunas de su país. Los marroquíes han ganado 21 de las 31 ediciones de la Maratón des Sables.
La maratón es un desafío de autosuficiencia: cada competidor debe llevar en su mochila, que solo puede pesar entre 6,5 y 15 kilos, toda su alimentación y sus vituallas. Los 500 monitores que siguen minuto a minuto a los atletas solo les proveen de agua y auxilios médicos, si la ocasión lo amerita.
Desde la partida se hizo evidente la diferencia entre el marroquí y los demás participantes. El Rey del Desierto, el marroquí El Morabity solo tuvo de escolta al Guerrero de Atalla. En damas ocurrió lo mismo, la francesa Nathalie Mauclair, una fortaleza viviente, dejó atrás a todas las competidoras y a gran parte de la masa masculina. La enfermera de 47 años, atleta amateur, solo fue superada en la general por seis varones.
Diez de los casi cincuenta chasquis peruanos inscritos se colaron entre los cuarenta mejor ubicados en el tablero general. Remigio Huamán tuvo que cederle el segundo puesto a Aldo Ramírez al ser penalizado por llevar menos peso de lo reglamentariamente permitido. Gajes del oficio, nuestro crédito, que suele alimentarse con harina de quinua, maíz, cebada y habas que recoge de su chacra, no calculó bien sus provisiones.
Ojalá que el gobierno persevere en la tarea y se compré el pleito de la Maratón de Sables Perú por un buen tiempo; las carreras de fondo convocan a todos, a cholos, blancos, negros. A ricos y pobres. Es el Al fondo hay sitio de los deportes al aire libre.