Perfecto. Me encanta que nos subamos como país a esta iniciativa planetaria. El maratonismo, vale decir el conjunto de competencias pedestres de largo aliento, una de ellas, la famosa maratón de 42 kilómetros de recorrido, ese ser y estar en esta tierra que se ha puesto de moda, ha devenido sin tantos aspavientos en un suceso contemporáneo capaz de reunir a miles de creyentes. Casi una religión dedicada al culto del buen vivir, la confraternidad y el conocimiento de pueblos y culturas diferentes.
Miles de maratonistas se encuentran en ciudades y geografías disímiles para practicar un deporte sencillo y apasionante. Y muy antiguo. Estamos hablando de una muy nutrida comunidad de deportistas (aficionados y profesionales) cuyos miembros, hombres y mujeres de toda edad, se movilizan por el planeta con la intención de ser partícipes de un tipo evento cuya única propiedad es llenarlos de vitalidad, buena onda y mayores razones para seguir vivos.
Boston, Barcelona, Rio de Janeiro, Tokio, se han convertido en epicentros de estos encuentros que por supuesto benefician a sus economías y tonifican sus marcas turísticas.
Que nuestro país reúna este año a los participantes de la célebre Maratón de las Arenas resulta un notición. Un golazo de media cancha. Por lo que acabo de mencionar y por dos cuestiones más que paso a reseñar:
Uno. Somos un país cuyos habitantes de las zonas andinas y altoandinas, principalmente, tienen un biotipo que los convierten en favoritos. Nuestro país hace tiempo que se viene posicionando en el fondismo internacional por la calidad y vigor de sus atletas. Inés Melchor, Gladys Tejada, Willy Canchanya, Jovana de la Cruz y Rodrigo Huamán, por citar algunos nombres, son nuestros Nairo Quintana, Fernando Gaviria, Sebastián Henao, Winner Anacona y Daniel Martínez, los ciclistas colombianos que acaban de triunfar en el Giro de Italia.
Dos. El correr por las arenas de Nasca y las dunas de Ica, el mismo escenario que van a transitar los bólidos del Dakar que se nos viene, resulta en términos de cuidado ambiental y valoración de lo nuestro, una verdadera maravilla. Casi casi el anillo que le faltaba a nuestro dedo índice para promocionar como se debe esta zona donde se encuentran tantas joyas de nuestro admirable patrimonio cultural y natural.
Gran acierto de los ministerios involucrados y de los runners peruanos detrás de su organización.