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Los dioses amazónicos visitan Beijing. Rember Yahuarcani presenta su obra en el Museo de Arte Shangyuan

Encontré hace unos días esta entrevista al pintor Rember Yahuarcani, notable exponente del arte y la lucha de los pueblos amazónicos. Conocía, poco de su obra, debo decirlo, apenas algunos retazos que he podido apreciar en Internet. Como ha dicho Paco Bardales, Yahuarcani es uno los artistas amazónicos con mayor proyección a nivel nacional e internacional.

Les dejo las respuestas que le envío el artista a Pedro Escribano sobre la muestra que está presentando en Beijing; son reveladoras del malestar que se siente en la Amazonía en estos tiempos de extractivismos, abandonos y violencia acumulada. Anoche se lo comentaba a Iñigo Maneiro a propósito de su retorno al territorio awajún, la Amazonía -su gente, sus paisajes, sus recursos- están siendo avasallados por un modelo de ocupación bestia, que no respeta las dinámicas propias de las culturas y ecosistemas que pervivieron en el tiempo.

Lo dice con claridad Yahuarcani: “una de las cosas que sabemos muy bien los indígenas, es el sufrimiento”. Pero el sufrimiento tiene que parar.

La extrema vulnerabilidad en que se encuentra la región debería llamar la atención de la clase política y la sociedad en su conjunto, para que las soluciones a los grandes desafíos de la región empiecen a plasmarse de una vez.

“Los investigadores peruanos, dice Rember Yahuarcani, aún creen estar viviendo en el siglo XX, han asumido la palabra del indígena de una forma dictatorial, paternalista y han hablado en nombre de nosotros y, han asumido que pueden pensar por nosotros. Se han convertido en portavoces nuestros y nos han convertido en objetos o piezas de museo”.

Tiene absoluta razón.

“Los Uitotos –continua y pudo haber dicho los harakbut, los ese ejas, los awajún, la “gente” de cada una de las naciones amazónicas- estamos hace diez mil años en la selva; en ese sentido, abandonar o cambiar mi [nuestra] cultura, mis [nuestras] costumbres, mi [nuestra] comida, mi [nuestra] filosofía, mi [nuestra] familia, sería traicionar a los míos. No solo a mi familia y ancestros, también a mis dioses y seres mitológicos que me gobiernan día a día.

Cuánta lógica.