Hoy he hablado largo con Ramón Delucchi, el batallador propulsor de Inotawa Lodge, uno de los albergues más simpáticos y concurridos de la Reserva Nacional Tambopata.
Está abatido, a los problemas que se amontonan en su propiedad debido a los continuos ingresos de taladores ilegales y cazadores furtivos, se suma la noticia que acaba de recibir de un funcionario del SERNANP cuyo nombre no viene al caso mencionar: si la deforestación en el corredor donde construyó su ecolodge continúa al ritmo de ahora, su sueño en Madre de Dios tiene fecha de liquidación, ocho años.
“Ocho años, Wili, me dice y lo repite con insistencia, ocho años, en ocho años la minería ilegal y la agricultura a la mala habrán tomado por asalto estas tierras”.
Ramón llegó al Tambopata, como muchos de los emprendedores que conozco, con una mano atrás y otra adelante. Se instaló en un risco de la propiedad que había adquirido con el dinero de la familia y de la nada –después de duros años de privaciones y continuo trabajo- levantó un albergue que desde hace un buen tiempo compite con los mejores de la región.
Esa es la realidad. La deforestación no se detiene en la capital de la Biodiversidad, avanza sin control y en el tema minero, las políticas que se dictaron para formalizar la actividad no han servido para mucho.
Le cuento entonces lo que acabo de ver en La Pampa durante mi visita al Área de Conservación Regional San Juan Bautista, cuyo propietario, Nemesio Barrientos, resistió los embates de la invasión minera y ahora dicta cátedra de agrofostería y acuicultura.
Le cuento también lo que me refirieron los técnicos de Conservación Amazónica – ACCA, la institución conservacionista que asiste técnicamente a la entonada resistencia verde en esa zona lúgubre sección de la carretera Interoceánica del Sur, mientras recorría las pozas de pacos y gamitanas de sus piscigranjeros: la Asociación de Concesionarios Forestales Maderables y no Maderables del Manu y Tambopata (ACOMAT), un frente ciudadano que agrupa a concesionarios, muchos de ellos castañeros, están combatiendo a los invasores con mejores herramientas tecnológicas a partir del apoyo que reciben del Proyecto Cambio que ejecuta la ONG ambientalista gracias a una generosa ayuda económica de la cooperación noruega en el Perú.
Sucede que los invasores actúan la mayoría de las veces en áreas alejadas y sin ningún control de la policía; a leguas, metafóricamente hablando, de la justicia ambiental y la aplicación de las sanciones que se necesitan para evitar la destrucción ambiental en ciernes.
Llegan, talan y nadie los puede mover.
Y no solamente hablo de las afectaciones sobre los predios de pequeños propietarios, no, el problema involucra por igual a productores grandes, al propio Estado, a las comunidades nativas, a todos en general.
Denunciar a los infractores puede convertirse en un infierno, en una letanía burocrática capaz de torcer la voluntad hasta de los más porfiados. Rodolfo Mancilla, del Consultorio Jurídico Gratuito de la SPDA en Madre de Dios, me ha referido casos inauditos, como el de aquel denunciante que logró que la policía y el ministerio público fueran a verificar la infracción cometida… tres años después de sucedida la tala de los árboles que motivaron sus propósitos querellantes.
O el caso de ACCA, propietaria del Centro de Interpretación y Capacitación Río Los Amigos. Sus funcionarios movieron cielo y tierra para que la policía y los fiscales se constituyeran en el lugar de los hechos donde se había detectado –gracias a las imágenes satelitales del proyecto MAAP- un atentado ambiental vinculado a la tala ilegal. Cuando el equipo policial se constituyó en la estación biológica –cuatro horas de navegación por el río Madre de Dios de por medio- para verificar la denuncia, se negó a recorrer la distancia que les quedaba por recorrer aduciendo falta de preparación y logística.
La diligencia tuvo que ser reprogramada; las sierras, eléctricas en cambio, siguieron haciendo con esmero su trabajo.
El Proyecto Cambio busca capacitar a los afectados por tala ilegal y otras vicisitudes, en el uso de las herramientas tecnológicas que ofrece la modernidad –léase para el caso drones y smarphones- con la finalidad de detectar de manera inmediata las afectaciones en sus predios y poder actuar con mayor celeridad.
Sé qué Ramón, como muchos emprendedores locales, le ha pedido la fe a las soluciones que llegan desde el Estado o de las mismas ONG. Es una reacción comprensible después de tantos años de “ley de la selva” y desatenciones. Es menester, sin embargo, alinearnos en una misma dirección y formar un colectivo dispuesto a buscar y tomar decisiones innovadoras. Esta es una de ellas.
El año pasado Conservación Amazónica – ACCA inauguró en la propia estación biológica del Río Los Amigos el Centro de Drones Amazónicos, un centro de capacitación en el uso de Vehículos Aéreos No Tripulados cuyos beneficiarios serán los propios pobladores locales y, obviamente, los funcionarios del sector público vinculados a la problemática.
La iniciativa intenta aumentar la respuesta legal contra las actividades ilegales que trae consigo la minería ilegal y la agricultura a la mala.
El caso de las graduadas en el manejo de drones Flor Rumayna y Sara Hurtado, dos esmeradas alumnas de la Asociación de Concesionarios Forestales Maderables y no Maderables de las Provincias de Manu y Tambopata (ACOMAT), capacitadas por el Proyecto Cambio, es ejemplar.
En el caso de Flor, propietaria de una concesión para ecoturismo en el lago Huitoto, también en la cuenca del río Madre de Dios, las continuas invasiones y enfrentamientos con los mineros ilegales se han detenido. Los drones actúan como un elemento disuasivo y la rapidez de la información está haciendo que el aparato burocrático ligado a la justicia ambiental empiece a moverse con mayor rapidez
Sara Hurtado, castañera, ha comentado públicamente que la tecnología moderna está haciendo lo que nadie se había imaginado, Los infractores andan preocupados y los afectados empiezan a recuperar la confianza.
Es momento, le decía a Ramón esta mañana, de seguir chimbando, de seguir defendiendo los esfuerzos que se hicieron a lo largo de tantos años de trabajo y dedicación. Y defender lo que es de todos desde el convencimiento -que no lo tienen todavía los productores y activistas ambientales de Madre de Dios- de lo mucho que hecho la gente de a pie por construir un modelo de desarrollo regional al margen de la minería irresponsable y las actividades ilegales.
Buen viaje…
29/9/2018