Mi opinión
Mi sobrina Olivia estaba convencida de que apagando las luces de su casa durante La Hora del Planeta organizada hace unos años por la sección peruana de WWF iba a derrotar al malhadado calentamiento global y sus secuelas. Había escuchado y hecho suyos todos los mensajes que la organización ambientalista y sus aliados locales pergeñaron en esa primera ocasión que el evento planetario tocaba de verdad la vida de su ciudad.
Esperó y esperó la hora convenida por todos para apagar la Tierra y así convencer de una vez a sus autoridades para cerrar filas contra la sinrazón y ordenar el mundo. Fue en vano. A las ocho y diez, a las ocho y quince de aquella su primera jornada de activista toda su vecindad andaba en otra cosa, luces de todo tipo bien prendidas y punto. Su casa era la única diferente, singular, oscura. En medio de la luminosidad miraflorina, su ventana parecía una flor marchita, muerta de desencanto.
¿Podremos derrotar al Maligno con campañas tan simbólicas como la que Andy Ridley nos empujó a seguir? Estoy seguro que no, que son otros los caminos del activismo ambiental; sin embargo, seguir lanzando chispitas de fuego para iluminar la oscuridad que hemos creado sigue siendo un ejercicio útil, una corazonada. Un decirle al destino que podemos torcer su voluntad e imponer condiciones.
Les dejo esta entrevista al loco hacedor de sueños que en buena hora inventó La Hora del Planeta…
Andy Ridley (Norwich, Reino Unido, 1970) es el responsable de que centenares de personas y millones de ciudadanos alrededor del mundo participen la Hora del Planeta. Creador de la iniciativa, ahora se ha involucrado en otra aventura como director Gerente de Circle Economy para el impulso de un nuevo modelo económico y productivo más allá del usar y el tirar, del reciclaje. Ridley, invitado por Innobasque, fue uno de los ponentes que participaron la pasada semana en Bilbao en las jornadas Global Innovation Day, organizadas por la agencia.
Estudió Historia y Política, ¿qué le empujó a interesarse por el medio ambiente?
Siempre he estado muy interesado en los cambios sociales, en el poder de la gente. Pero hubo un hecho concreto que me empujó a empezar. En un viaje a Australia, mientras buceaba junto a la gran barrera de coral pude ver el daño que había causado el cambio
¿Está realmente la sociedad concienciada sobre la importancia de preservar el medio ambiente?
Sí, estamos concienciados. Una cuestión diferente es qué hace cada uno para protegerlo. Todos estamos concienciados, el problema es cambiar el actual modelo de consumo, económico, geopolítico… Algo imposible.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
Tenemos que afrontar el problema de forma diferente, un nuevo enfoque, el de la economía circular. La economía circular es una forma de dar la vuelta al sistema de usar y tirar.
¿Qué implicaciones tiene este modelo en la economía y el medio ambiente?
La economía circular lo que hace es repensar todo el proceso de diseño de un producto, teniendo en cuenta su ciclo vital para que una vez después de utilizado no perjudique al medio ambiente y pueda volver a ser empleado. La propia naturaleza es un proceso circular, pero en los últimos 50 años el sistema empleado ha sido el de usar y tirar.
¿Puede ser pernicioso que el cuidado ambiental se vea como una moda?
Esto no es algo relacionado únicamente con el movimiento verde o ecologista. La economía circular también debe ser un modelo de negocio para las multinacionales, un activo para ellas porque también su pervivencia depende de que los recursos no se agoten. El movimiento ecologista hace tiempo que perdió la batalla, por lo que hay que ampliar el foco al mundo empresarial.
¿Están las empresas apostando por este modelo?
Hemos trabajado en algunos proyectos con Philips o Unilever, pero lo realmente importante es lograr acelerar el cambio para que otras empresas o la mayoría de empresas, la sociedad y la administración se involucren. El cambio climático y la destrucción del entorno ambiental están avanzando a pasos agigantados.
¿Están los países emergentes dispuestos a sumarse a este cambio?
No debemos preguntarnos si lo adoptarán, tenemos que ser conscientes de que es inevitable que lo adopten. Si el 60% de la población de Pekín sufre afecciones respiratorias por la contaminación… Para ellos, tarde o temprano, será una necesidad adaptarse. Nuestro objetivo es que la retórica o el discurso se conviertan en hechos, creando las herramientas necesarias para acelerar la transición.
¿Cuáles son las líneas de trabajo de Circle Economy?
Dividimos el trabajo en tres áreas. Por un lado, hemos diseñado una serie de herramientas prácticas, seleccionamos una empresa y elaboramos un diagnóstico para elaborar una estrategia desde el punto de vista de la economía circular. Con la segunda línea de trabajo estudiamos ciudades y buscamos las estrategias apropiadas para que adopten un modelo de economía circular. Y la tercera, que todavía no la hemos empezado a implementar, está orientada al consumidor para que se conciencia sobre este nuevo modelo. Una línea de trabajo de carácter pedagógico.
¿Con qué ciudades han trabajado?
La primera ciudad con la que hemos trabajado es Amsterdam. Pero para la creación de un modelo de economía circular, consideramos que tenemos que trabajar con 10 ciudades distintas. La situación social, política, medioambiental… de cada una es distinta. Por lo tanto, para poder desarrollar un modelo que sea global o universal lo primero que tenemos que hacer es implementarlo en distintas ciudades con diferentes atributos y lograr después idear un esquema que sea aplicable a otras.
Parece difícil poder aplicar un modelo de estas características en grades urbes como São Paulo o México DF.
Lo que está claro es que cada ciudad tiene distintos desafíos a los que enfrentarse, pero todas tienen un presupuesto municipal para cuestiones de medioambientales por lo que se pueden impulsar este tipo de políticas. Conozco Asia, he estado allí trabajando dos años, y tengo la confianza de que estos modelos se podrán implantar en cualquier ciudad.
¿Cómo surgió la Hora del Planeta?
La Hora del Planeta surgió de una frustración. Nos dimos cuenta de que la gente era consciente de los desafíos medioambientales pero no se movilizaba. En aquella época, en 2006, 2007, vivía en Australia y los políticos se quejaban de que la gente no estaba lo suficientemente implicada por lo que la Hora del Planeta nació como una idea para movilizar a los ciudadanos.
¿Cómo se logró ese objetivo? Ahora centenares de ciudades participan en la iniciativa.
A pesar de los grandes desafíos que tiene la sociedad actual, una de las grandes ventajas es que somos la primera generación que está conectada globalmente entre sí. Además, somos la generación que tiene unas preocupaciones medioambientales, que también son compartidas globalmente. El proyecto nació en el momento adecuado. La concienciación de la gente y las herramientas tecnológicas y de conexión global fue lo que permitieron que se extendiese por todo el mundo. También decidimos que el mensaje que había que lanzar debía ser positivo. No imaginar o hablar de las catástrofes del cambio climático, sino mostrar lo positivo de lo que se puede conseguir.
¿Cómo pueden influir las nuevas tecnologías y medios digitales al cambio de modelo?
Todavía no estamos utilizando al máximo el gran potencial de la tecnología, pero poco a poco surgen experiencias. Por ejemplo, la recopilación de datos masivos también se puede emplear en la economía circular. Una empresa china, Ali Baba, de venta a través de Internet, contabiliza la venta de mascarillas para extraer información sobre los niveles de contaminación.
15/05/2015