Mi opinión
El circuito de trekking Santa Cruz – Llanganuco es uno de los más famosos de la Cordillera Blanca debido a las espectaculares vistas panorámicas que se presentan, la flora y fauna andina que se puede apreciar y las infinitas sensaciones que depara la ruta.
Duración: 4 días, 3 noches
Distancia: 62 Kms.
Altura Máxima: 4,780 msnm (Portachuelo)
Altura Mínima: 2,900 msnm
Dificultad: Moderada a difícil
Época recomendada : abril a octubre
Punto de partida: Cashapampa
Punto de Llegada: Vaquería.
Caminata promedio por día: 5 – 7 horas.
Con Rulo he caminado por las alturas del Ausangate. Dura navegación por un fin del mundo hermoso y único.
Pero en este recorrido suyo por la Cordillera Blanca de hace un par de semanas que ha sabido registrar en una galería fotográfica rebosante de luces y de nieves, lo voy a acompañar con mis apuntes de hace diez años, cuando transité en sentido contrario los senderos del famoso Trekking Santa Cruz, el más espectacular de la Cordillera Blanca, para muchos entendidos “uno de los más bellos del mundo”.
Rulo partió de Llanganuco, en las alturas de Yungay. Yo en cambio en Cashapampa, un humilde caserío sobre los techos de Caraz. Allí se inicia, o termina, el trek por la quebrada de Santa Cruz, en el Parque Nacional Huascarán, una geografía de excesos, decorada por una escalera real de nevados (Pumapampa, Quitaraju, Santa Cruz, Alpamayo, Taylluraju, Paria, Huandoy, Huascarán…) y gigantescos bosques de queñuas (Polylepis), los árboles más conspicuos de la ruta.
Durante el primer día se suele avanzar hasta Llamacorral (los que hacen el trip en cuatro días) o hasta el campamento de Taulipampa, los que decidieron hacerlo en tres, que fue mi caso. Se trata de una jornada en ascenso permanente siempre sobre una de las márgenes de la quebrada. El nevado Santa Cruz acompaña, sí, pero hay que estar atentos al camino que aunque no se llega a encrespar del todo exige tener los sentidos en guardia. De este tramo de más de diez horas de caminata recuerdo la limpidez y verdor del río, los bosquecillos de queñua, los estanques turquesas decorados por las sombras de los árboles revestidos de epifitas, bromelias, líquenes, moscardones. Estamos, no cabe duda, en un trópico a más de tres mil quinientos metros de altura.
(Esa primera noche, querido Rulo, mientras observaba embelesado una de las caras del Alpamayo, pude ver en lo alto del macizo una cordada de montañistas que se preparaba para atacar la cumbre; Giomar, el guía que nos conduce, nos dijo que ese último tramo, el más difícil, se suele empezar de madrugada. Fantástico)
El segundo día lo empezamos muy temprano. Salimos de Taulipampa (4250 m) con la ilusión de coronar el abra Punta Unión, el punto más alto de la caminata: 4750 msnm. Apunté en mi cuaderno de campo lo siguiente: “No había transitado por una ruta similar en todos mis años recorriendo los Andes. Si caminar por las alturas del Ampay -en Abancay- fue todo un suceso, este trek resulta espectacular, se avanza casi sobre la nieve y los filos de las montañas”.
Un poco antes del medio día tomamos por asalto Punta Unión para iniciar desde allí el descenso hacia la quebrada Paria. El escenario es magnífico y diferente, cualquiera diría que estamos en los Himalayas. Seguimos avanzando. No paramos hasta la tarde, cuando los bosques de queuñas se vuelven a apoderar del paisaje imborrable de este sector de la Cordillera Blanca. Para entonces ya habíamos llegado al campamento de Huaripampa.
(Toda la tarde la pasé al lado de Miguel, el caballo de nuestro arriero. Caminamos juntos como dos viejos amigos, gozando como buenos camaradas los minutos de prolongada sombra bajo los centenarios árboles de Polylepis. Mejor que el Tai Chi, mejor que el yoga.)
Tercer día. Primero, si se viene en sentido inverso. Salimos al alba de Huaripampa. La primera parte la hicimos a oscuras, apenas iluminados por una linterna de otro siglo. A las seis pasamos junto al primer poblado de la ruta, Huanipata. En todo momento estuvimos acompañados por el nevado Paria, imponente. Alcanzamos una vía, la primera, que zigzagueante nos fue llevando hasta Vaquería, el punto donde debíamos coger nuestra movilidad. La esperamos y cuando llegó nos dimos con la sorpresa que no tenía espacio para nosotros. Piteamos un poco y Rocío y Alfonso consiguieron acomodarse entre los no muy solícitos pasajeros. Para mí solo alcanzó un sitio en el techo de la combi y entre bultos y más bultos viajé como pude sintiendo que era mi última aventura.
Entre curvas y más curvas, desafiando la gravedad, la combi va tomando altura hasta llegar a la región del ichu. Dejamos atrás los bosques de queñual más extensos que había recorrido en mi vida para ingresar al pajonal andino. Coronado el Portachuelo de LLanganuco, 4767 m, el vehículo empieza otra vez el descenso por una quebrada que se me hizo conocida, allí estaban las lagunas Orconcocha y Chinancocha, el Huandoy, las torres gemelas del Huascarán y, curioseando, el nevado Pisco. Estaba por terminar el más grandioso festín de nevados contenidos en un solo circuito de trekking. sin duda uno de mis lugares favoritos.
Quebrada Santa Cruz, Cordillera Blanca, junio 2006,
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Julio de 2016