Pucallpa. En un país a cuya escuela pública solo van los que no pueden pagar el boleto de ingreso a la ansiada educación privada, en una nación donde el servicio militar es de grotesca exclusividad de los más pobres, los campos deportivos, los deportes en general. se han convertido en espacios privilegiados para la socialización, el encuentro de los peruanos.
Me entusiasma volver a escuchar los nombres de los Advínculas, Guerreros, Cuevas y ahora Tejedas, Melchores, Bozas y tantos más saliendo de los labios de los niños de este Perú que a veces nos duele tanto.
Por fin unos peruanos de carne y hueso -negros, marrones, amarillos y/o blancos- logran derrotar a esos cobras y leones que sin darnos cuenta se apoderaron de nuestro tiempo libre. Del tiempo libre de los millones de peruanos que crecen mirando sus evoluciones corporales y amoríos públicos.