Mi opinión
Sandra, la hija menor de Tony y de Chichi, ha encontrado en el kayak lo que otros andamos buscando por todas partes y sin tanta fortuna. La dulce hermana de Juanito de Ugarte cabalga con su pequeña nave las olas de los ríos que le salen al paso y se enfrenta a sus bravezas con la misma osadía con la que el gran Tony de Ugarte fundó en estos pagos el kayakismo peruano. La última de los de Ugarte, clan de aventureros y locos por los caminos, es también directora de la Beca Juanito de Ugarte y terca defensora de su legado. ?¿No lo digo?, Sandra ha hallado en el kayak la paz, la inmensa paz que encontramos cuando elegimos vivir en armonía en medio de la naturaleza y sus designios. Bravo por ella, bravo por los suyos.
Es usual que nos encontremos pensando constantemente en lo que tenemos que hacer en el futuro, cercano o lejano. Son pocos los instantes en los que nos hayamos plenamente consientes del presente, dónde nos encontramos y cómo nos sentimos. Hoy eso se ha convertido en un lujo. Cuando estoy por entrar a un río en mi kayak, existen unos segundos previos a meter mi remo al agua y dar mi primera remada. Esos treinta segundos empiezan con una respiración profunda que se convierten en un shock eléctrico que nace desde el núcleo de mi estomago y viaja por todo mi cuerpo hasta la punta de mis dedos, de mi pelo. Generalmente ese instante viene acompañado de una frase “Wuju! Sandra a remar duro!” o una pregunta “¿Por qué estoy acá?”.
Me echo un poco de agua a la cara, despierto, enfoco la mente y sonrío. Ese momento suele cambiar dependiendo de las variables de cada viaje al río, conozco o no conozco el río, conozco cómo rema el equipo de personas con las que me encuentro, cómo está mi estado anímico, cómo está la temperatura y el color del agua o cómo es el entorno natural que abraza ese río. Todo influye en que esa sensación sea mas explosiva o mas suave. Sea cual sea la intensidad, no he encontrado otra actividad que genere esa reacción química en mi, de sentirme tan viva y tan en el ahora como cuando estoy por entrar al río en mi kayak.
Suelo escoger lugares remotos o alejados de las grandes ciudades, lugares donde la naturaleza y los ríos son los protagonistas. No solo me voy a disfrutar, sino que me voy a desconectar para reconectar. Mis viajes se han convertido en una constante búsqueda de tiempos sencillos, moviéndome con lo mínimo. Cada vez armo mi maletín con menos ropa o cosas y mas espacio para mi equipo de río. Eso significa que tendré menos ropa limpia, pero que pasaré mas tiempo en el agua. Muchas comodidades son sacrificadas, el modo de viajar se simplifica y la calidad de las experiencias se amplifican.
La parte mas exquisita de mis viajes por los ríos del mundo no sólo son los lugares increíbles a los que me lleva mi kayak, sino los espacios en los que comparto con las personas que reman a mi lado. Es un lazo importante el que se forja como equipo, una responsabilidad que asumimos de mantenernos seguros y apoyados. Se comparten instantes en el que se intercambian palabras mientras remamos agua plana o cuando estamos a punto de entrar a un rápido. Ellos están ahí para apoyarme y yo para apoyarlos, para aprender de ellos o que ellos aprendan de mi. Estas personas se convierten en mi familia mientras compartimos esos espacios mágicos por los ríos. Las fronteras de los países se sienten borrosas con cada final de viaje. Los adioses se convierten en nuevas propuestas de viajes y esta vez con un equipo de amigos nuevos. En cada viaje y en cada río, descubro nuevos aspectos de mi. Uno y el que mas me aprecio, la humildad que surge en mi cuando le pido permiso al río para navegarlo.
26/5/2017