Mi opinión
Ernesto Málaga, o simplemente “pichón Málaga” es el líder del equipo de Perú 8 Mil. Aquel equipo peruano de recios deportistas, amantes de las montañas y el aire libre, formado por Ernesto y sus amigos de siempre: José Vélez, Ricardo Balarezo y los desaparecidos Renzo Uccelli y Jorge Luis de los Heros, para alcanzar nada menos que la cima de las montañas cuya cumbre está por encima de los 8 mil metros. Junto a Richard Hidalgo conquistaron la cima del Shisha Pangma y ahora, con un equipo renovado, se han lanzado a organizar el Desafío Perú 8 Mil que en Paracas celebró su segunda versión.
Empecé a viajar desde muy niño. Fue algo que mi padre me inculcó tal vez sin querer, viajando casi todos los veranos al sur, hasta Tacna o Arequipa, siempre en nuestro carro. Ahí aprendí a apreciar los paisajes, los pueblitos, su gente, su vida. Estas primeras salidas fuera del entorno ”natural” de la comodidad, el colegio, la casa, fue lo que empezó a marcar esa necesidad de buscar algo que fuera más allá, algo diferente en mi vida, una necesidad imperante de separarme kilómetros y kilómetros de mi centro: viajar, salir, respirar otro aire.
Sin embargo no fue sino hasta mediados de los ochenta en que descubrí la aventura como esencia. Los viajes se hicieron entonces mucho más frecuentes, mucho más intensos. Y esto por el simple hecho de algo que siempre recalco: el montañismo no es solo el hecho de esforzarse físicamente para llegar a una cumbre, sino incluso desde que sueñas con la idea de de llegar a una montaña hasta llegar a ella. Y este proceso incluye el acercamiento o aproximación a la montaña y esto es lo rico, conoces pueblos, gente, culturas diferentes, hasta olores y colores distintos. El viajar se convirtió entonces en algo que me mantiene vivo.
Recuerdo todos y cada uno de los viajes que he emprendido. Todos tienen un motivo importantísimo para ser recordado segundo a segundo. Todos son diferentes incluso cuando vuelves al mismo sitio en otra época, todos te enseñan y te muestran cosas nuevas. Pero si he de escoger alguno en particular deberé remontarme al Himalaya en sus tres “versiones”, el 98, el 2000 y el 2006.
El del 98 porque Nepal con su gente, me enseñó que hay un mundo tan diferente, y similar a la vez, al nuestro que las similitudes y diferencias resaltan en cada esquina y en cada sonrisa de su gente. Fue en el 98 que a través de un trekking de 21 días internándonos en las profundidades de pueblitos y caseríos de Nepal encontramos lo que fuimos a buscar: el corazón del Himalaya. La amistad de aquellos de los que participamos de este viaje (Aldo, Hugo, Renzo, Richi y yo) se reforzó a extremos insospechados, muestra de la potencia de lo que significa salir. Luego vinieron las dos expediciones al Shishapangma (8,027 msnm), cada una con sus historias, sus alegrías y tristezas, cada una contando un sinfín de vivencias que calaron definitivamente en todos los que tuvimos la suerte de participar en ellas. Si me preguntan qué viaje fue el que me marcó de alguna manera, diría aquel al que regresaría mil veces. Nepal, Himalaya, Tíbet, es uno de ellos.
Para mí, Perú 8 Mil es el descubrir que se pueden hacer cosas inmensas con solo soñarlas. Es confirmar que existen fuerzas muy dentro tuyo que hacen que tus objetivos y planes sean tangibles con el solo hecho de querer intensamente verlas realizadas. Y ahora tenemos muchos proyectos, que tienen que estar ahí como forma de demostrarme que uno sigue luchando por alcanzar algo nuevo. Desde el hecho de querer ir con mi esposa a su primer nevado en Cordillera Blanca este año, a un nuevo gran proyecto con Perú 8 Mil fuera de nuestros límites (no solo territoriales, sino de los otros). Continuar soñando también en lograr posicionar al Perú dentro del circuito internacional de carreras de aventura. Aventura que perseguimos desde el 2003 y que continúa con el Desafío Perú 8 Mil que acaba de concluir en su versión 2009 en Paracas. Como todo proyecto de Perú 8mil sabemos que lo lograremos.