Sus amigos de la pichanga dominguera, aquí en Puerto Maldonado, lo llaman y lo seguirán llamando, con cariño bien ganado, Jean Ferrari.
Francisco Román, chalaco, doctor en ecología y desarrollo sustentable, es uno de los peruanos que más sabe de restauración ecológica en zonas altamente degradadas por la acción humana.
Desde el año 2016 ha sido uno de los directores del Centro de Innovación Científica Amazónica (CINCIA), una institución que viene trabajando en remediación ambiental con mineros y autoridades municipales de seis distritos del departamento del Cusco y Madre de Dios, tres de los cuales han sido intervenidos –“interdictados” en la jerga local- en el marco de la Operación Mercurio 2019: Inambari, Laberinto y Tambopata.
Román y su equipo, compuesto mayoritariamente por técnicos de la región, se ha venido batiendo en los últimos años para desarrollar un modelo de intervención que pueda solucionar, ambientalmente hablando, el problema que la minería a la mala ha causado en la región.
CINCIA estima que son 80 mil hectáreas las que se han perdido en todo Madre de Dios debido a la actividad minera. Solo en el área de La Pampa la destrucción alcanza, según las cifras que se han manejado estos días, once mil hectáreas.
Las parcelas demostrativas que instalaron en un arco geográfico que va desde el distrito de Quince Mil, en el Cusco, hasta las periferias de la ciudad de Puerto Maldonado; los laboratorios de mercurio y biocarbón; los drones que monitorean desde el cielo el trabajo que se realiza y los invernaderos de alta tecnología que implementaron con el apoyo del municipio de Inambari, dan cuenta de su empeño.
Y de los logros que ha alcanzado CINCIA trabajando de consuno con la población.
En el año 2016 el Dr. Román obtuvo el Premio Nacional Ambiental Antonio Brack Egg por sus investigaciones en forestación con especies nativas después de la minería del oro informal en Madre de Dios.
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Curioso, el gobierno nacional se demoró una letanía, si es que ya lo hizo, en convocar a Francisco Román para conocer sus impresiones sobre lo que se debería hacer en La Pampa. Experticia le sobra.
Hasta por lo menos el 5 de marzo, el día que terminó la primera fase de la intervención en La Pampa. CINCIA, su institución, no participaba en la implementación del Plan integral frente a la Minería Ilegal en Madre de Dios que el gobierno -14 ministerios según la ministra del ambiente Fabiola Muñoz- trajo desde Lima.
Le pregunté por aquello hace unos días, había llegado a su oficina, como siempre, en uno de los bordes del barrio de Pueblo Viejo, con seguridad el más antiguo de la ciudad. “No lo sé, me dijo sin picarse, como buen pelotero por la izquierda del verde, me imagino que nos llamarán más adelante. Si es que no se toman en consideración las opiniones de los técnicos y autoridades de la región se corre el riesgo de cometer los mismos errores que se cometieron en las interdicciones anteriores. Sin la gente es difícil avanzar”.
¿Se puede restaurar la zona que se ha intervenido?, le pregunté: “Claro que sí, el municipio de Inambari tiene un proyecto para reforestación, aprobado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), de 19 millones de soles. Hace tres años que está dando botes en las oficinas públicas. Solo ese proyecto podría dar trabajo a muchísimas personas”. ¿Cuántos? insistí “No lo sé, me dice -no jodas debió decirme- calculo que unos ocho mil jornales”.
Chachi –o Jean Ferrari, no Peter, el rey del oro ilegal, ese que jugaba sucio, aclaro- partió hoy a Lima para asumir otras responsabilidades profesionales. La familia siempre manda y el corazón también, me hubiera gustado decirle.
La región, maldita sea, no supo retener a un capo. Sí, ya sé, seguro que el bueno de Chachi me va a decir que seguirá vinculado, desde donde le toque actuar, a estos bosques y al trabajo de CINCIA, no lo dudo. Pero que perdemos a un puntal de la restauración del territorio que se ha empezado a recuperar, lo perdemos.
Mal momento para darnos ese lujo. Qué monses, verdaderamente.
Abrazo largo, crack…