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Juan Stöessel: “Protejamos el Fondo de Promoción Turística”

Mi opinión

De acuerdo con Stoëssel: el “Fondo para la Promoción y Desarrollo Turístico” establecido por ley en diciembre del 2002, durante el gobierno del presidente Toledo, ha venido sirviendo para impulsar el desarrollo de un sector que pese a algunas marchas y contramarchas venía creciendo significativamente hasta el advenimiento de la crisis sanitaria mundial y las metidas de pata del gobierno anterior que mantuvo en la congeladora, entre otros desatinos, las decisiones de promoción y gasto oportuno que el fondo disponía.

Como se sabe, el impuesto extraordinario sobre los boletos aéreos internacionales que el marco legal dispuso sirvió para apuntalar la promoción del destino Perú en el extranjero y el desarrollo del turismo nacional. La administración de dicha recaudación fiscal ha reacaído desde el 2003, cuando el impuesto que creó entró en vigor, en el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo y su ejecución en dos de sus órganos adscritos: Promperú y el Plan Copesco Nacional. Las tres instituciones debidamente supervisadas, de acuerdo con el artículo cuarto de la norma, por un comité especial integrado por representantes del Ministerio de Economía y Finanzas, del Ministerio de Relaciones Exteriores, los Gobiernos Regionales, los gremios del sector turismo y, posteriormente, del Ministerio de Cultura

El año pasado, así lo consigna la prensa turística, el fondo recaudó S/. 199,205,969, el 20 % de ese monto para ser utilizado en gastos en infraestructura turística y el resto en promocionar el país en el exterior como dicta la norma. Por supuesto que toda ley es perfectible de ser mejorada, en eso estamos de acuerdo, pero que sea este congreso tan venido a menos y a punto de implosionar el encargado de revisar el marco legal no resulta, a todas luces, lo más conveniente. Menos si en el interín los actores más importantes de una industria golpeada por la turbulencia social y los desatinos que Juancho Stöessel suele mencionar en sus columnas en Perú 21, fueron colosalmente obviados.

No dudamos de la buena fe del congresista Héctor Acuña Peralta, representante por La Libertad por el partido de su hermano y ahora congresista no agrupado, pero desguazar el fondo como propone el proyecto de ley que ha presentado para que un 40 % de lo recaudado pase a manos del Plan Copesco y a lo municipios con ciudades patrimonio inscritas en la Unesco es de una ingenuidad y falta de entendimiento subidos de tono. Seguir creyendo que es la arqueología el motivo principal de la visitación al destino Perú es desconocer de facto lo que el sector turismo viene proponiendo desde hace tanto tiempo y entregarle a los municipios de Cusco, Aguas Calientes, Huaraz, Chavín, Trujillo, Manu, Palpa, Arequipa, Supe, Casma y unos cuantos gobiernos locales más, los privilegiados distritos o provincias donde se encuentran los trece sitios de la Lista de Patrimonio Mundial, casi la mitad de ese fondo creyendo que así se descentraliza la actividad y se contribuye a crear cultura turística resulta un disparate total.


Juan Stöessel para Perú 21

Descontando la pandemia, el turismo nos tenía acostumbrados a un gran dinamismo. No siempre fue así. En los 90 era un sector mucho más pequeño y con bajo crecimiento. Recién con la entrada del siglo XXI comenzó a despertar su potencial. Un motor clave de este despegue fue la creación del Fondo de Promoción Turística, proveniente de la recaudación de un porcentaje del valor de los boletos aéreos internacionales. Gracias a este fondo, el país contó con recursos para participar activamente en ferias internacionales, publicitar sus atractivos en los principales países emisores, desplegar por todo lo alto la marca país. En suma, poner al Perú en el mapa. El turismo creció a pasos agigantados, se ganaron importantes premios internacionales y desde 2003 (inicio del Fondo) hasta 2019, el número de visitantes extranjeros se cuadruplicó.

Cualquiera pensaría que algo tan exitoso se mantendría. Sin embargo, una iniciativa populista amenaza con desnaturalizar el Fondo. Se trata del proyecto de ley 7851/2023-CR, un frankenstein que reduciría a 13el monto disponible para promover el turismo receptivo (el que trae divisas y está más rezagado), con el fin de redistribuirlo hacia las ciudades patrimonio. No importa que PromPerú tenga una ejecución presupuestal del 99.8%, cosa que no ocurre con ningún municipio ni gobierno regional. Ni que en muchos casos estos inviertan en obras extravagantes de dudoso valor, como huacos eróticos gigantes o monumentos a la maca. Tampoco interesa que nuestro turismo receptivo haya cerrado 2023 a 58% de la prepandemia, mientras que Colombia lo hizo en 130%, República Dominicana en 137% y Argentina en 111%. Ser antitécnicos y clientelistas parece pesar más.

Si los municipios o gobiernos regionales tienen proyectos, que los incluyan en sus presupuestos, ¡pero no saboteemos algo que ha funcionado extraordinariamente bien! PromPerú es de las pocas islas de excelencia del Estado. Conocen cómo recuperar los números de 2019 y sobrepasarlos. Aunque no podrán hacerlo si esta mala iniciativa prospera. Debemos pisar el acelerador, no quitarle gasolina al carro. Hay que impulsar destinos más allá de solo Machu Picchu, como la ruta Moche, Kuélap, Cajamarca, Ayacucho. Descentralizar el desarrollo. Quedan por recuperarse cientos de miles de empleos y más de US$1,000 millones de divisas. Recordemos que no competimos solo con los países vecinos, sino con monstruos como Egipto, México, España. El Legislativo debe poner el Perú por delante y archivar este disparate.

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