El boom económico que produjo la explotación del guano de las islas del litoral costero explica –en gran parte- la descarnada iniciación republicana del Perú, una época signada por las revoluciones, el desfalco del erario público y la posterior guerra del Pacífico. Al menos eso es lo que se desprende de la lectura de las mejores páginas de Basadre, Bonilla y los autores más influyentes de la llamada nueva historia. El propio Alfonso Quiroz le ha dedicado un capítulo bastante revelador de su “Historia de la corrupción en el Perú” al detritus milagroso. “Sin embargo, los peruanos tienen mucha razón para enorgullecerse de su relación con el guano durante la primera mitad del siglo XX”, afirma Gregory T. Cushman en su monumental trabajo “Los señores del guano. Una historia ecológica global del Pacífico” (IEP, 2018) que acabo de leer y de dónde extraigo la cita de esta cacería semanal.
Sigo: “A principios de 1909, el Estado del Perú organizó uno de los programas de conservación de fauna salvaje más exitoso en la historia de la humanidad, para proteger las poblaciones de aves marinas que anidaban en las islas costeras”.
Se refiere el estudioso al trabajo auroral ejecutado por los técnicos, peruanos y extranjeros, reclutados por la Compañía Administradora del Guano, un consorcio fundado por los barones de la recuperada agroindustria costeña para proteger las poblaciones de aves guaneras y con ello asegurar las despensas del abono tan necesario para vivificar sus plantaciones agrícolas.
“De forma opuesta a muchas historias de esta índole, continúa Cushman, este proyecto recibió el apoyo entusiasta de la gran industria a gran escala, lo que dio lugar a un pequeño movimiento de conservación peruano dirigido por expertos. El número de aves guaneras creció espectacularmente bajo estas protecciones. En los años cincuenta, los granjeros peruanos consumían per cápita fertilizantes concentrados –casi por completo orgánicos- en cantidades comparables a las de países altamente industrializados. En el proceso, el mundo científico supo del fenómeno El Niño debido a su influencia negativa en aves guaneras y los peces que estos comían. Esta es la razón por la cual el resto del mundo llama a este trastorno climático transpacífico con un nombre peruano.”
“Pero un desafortunado matrimonio entre ideologías ecológicas y de desarrollo condenó casi hasta su extinción a las aves guaneras del Perú y a la industria masiva de fertilizante orgánico. Los tecnócratas peruanos, sometidos a una fuerte presión por intereses capitalistas, decidieron abandonar, consciente e intencionalmente, estos logros mundialmente conocidos para promover el crecimiento de la industria del pescado y para eliminar la competencia por el incipiente sector de la industria química –todo con la esperanza de que esto posibilitaría el despegue industrial del Perú y su ascenso al estatus de primer mundo”.
El papel que le tocó cumplir a la Compañía Administradora del Guano en la modernización del agro peruano ha sido destacado por Pablo Macera quien se ha ocupado in extenso del trabajo del agrónomo peruano José Antonio de Lavalle (1888-1957), durante varios lustros el cerebro gris de ese singular –y poco mencionado- thinktank oligárquico. Para el historiador sanmarquino Las Necesidades de Guano de la Agricultura Nacional, el trabajo que publica Lavalle en 1916, “es uno de los grandes clásicos de la literatura científica peruana”.
En la biblioteca del IMARPE, en el Callao, he leído los primeros boletines que la empresa publicó con inusitada puntualidad desde 1925. Son notables: en ellos se da cuenta de los avances que los investigadores adscritos a la compañía (Vogt, Murphy, Schweigger, del Solar y otros) van logrando en la comprensión del comportamiento aviar y los sucesos relacionados a su ecología, fenómeno El Niño incluído. Existe otra colección de estos boletines, no muy bien cuidada por cierto, en la biblioteca de la Universidad Nacional Agraria. Allí he revisado los boletines de 1928 hacia adelante.
La calidad de los artículos reunido en cada uno de los boletines que el consorcio publicó y la pulcritud de la edición de los mismos grafican con mucho detalle una edad de oro del pensamiento crítico del Perú. Pero ese es otro tema.
Termino mencionando que el maestro Dourojeanni hace mucho se expresó en idénticos términos del trabajo pionero de la Compañía Administradora del Guano “uno de los más preclaros ejemplos de manejo racional de la fauna silvestre” en el Perú. De allí mi extrañeza por la omisión en el libro “Aves del Perú” de Thomas Valqui, del trabajo científico de los investigadores de la Compañía Administradora del Guano. Uno de ellos, William Vogt, uno de los más grandes ornitólogos estadounidenses del siglo que pasó.