Diario de viaje, día 109. Marcia, la mujer que me atendió como si fuéramos amigos de toda la vida en el camping Santa Clara, en las proximidades de la Estrada Parque Pantanal y sus 87 puentecitos de madera que hacen posible recorrer este paisaje inaudito, bellísimo, me sorprendió por su bondad superlativa y su don de gentes. Dos atributos que el viajero impenitente valora sobre los demás…
. Qué mujer más buena y entregada a la causa de los viajeros de todo el mundo que visitan su camping junto al río Abrobal.
Hablamos mucho, nos contamos, como podíamos, lo necesario de nuestras vidas. Al enterarse que era peruano y que iba a volver a mi país por la ruta a Rio Branco, me contó que alguna vez fue garimpeira -buscadora de oro- en el Acre, la región donde se inmoló Chico Mendes.
Marcia ahora cocina frijoles, alimenta a los pecaríes que revolotean por sus pagos y le da cariño, harto, a los que llegan, como yo, a este rincón del planeta que bien podría haber sido el lugar donde encalló el arca de Noé para poblar el mundo de criaturas.
Buena compañera, nos quisimos mucho, fuimos habitantes por unos días del mismo paraíso, muito obrigado, Marcia, muito obrigado.