Mi opinión
Les dejo por aquí la nota que escribí esta semana para la revista Caretas dando cuenta del bolondrón legal que se ha suscitado en las alturas del Cusco debido a la aprobación de un petitorio minero que se superpone al territorio que la comunidad campesina de Chillca destinó hace mucho tiempo para el establecimiento de un Área de Conservación Privada que proteja sus nevados y pasturas.
La zona, como lo he referido en numerosas oportunidades (ver #Ausangate), es extraordinaria en recursos naturales y paisajes inverosímiles, la he recorrido numerosas veces, en sus pliegues se podrían desarrollar diferentes propuestas de turismo y conservación de alto impacto para sus poblaciones, herederas todas de una tradición ganadera vinculada a las alpacas y llamas que se está perdiendo irremediablemente.
Los comuneros de Chillca, me lo ha referido la bióloga Dina Farfán, directora de la ONG Asociación para la Conservación y Estudio de Montañas Andinas Amazónicas – ACEMAA y estudiosa del gato andino, el felino más amenazado de América, sienten que el Estado no les hace caso y que por el contrario, favorece a concesionarios mineros coludidos con un tipo de actividad que recusan. Desde el año 2008 la comunidad viene elaborando el expediente técnico que le va a dar vida a un área de conservación de manejo comunal de 10,253 km2 que pondría a buen recaudo al elusivo felino y a los ecosistemas altoandinos que habitan sus moradores. El próximo martes los voy a visitar.
Allí va.
El Estado remolón sigue propiciando controversias. En las proximidades de Vinicunca, la célebre Montaña de Colores del circuito del Ausangate, una de las joyas más preciadas del Cusco turístico, el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico INGEMMET vuelve a las andanzas al aprobar un discutido petitorio minero de 400 hectáreas sobre tierras que la comunidad campesina de Chillca, en el distrito de Pitumarca, provincia de Canchis, viene reservando desde el año 2008 para el establecimiento de un Área de Conservación Privada que proteja los glaciares y la biodiversidad de la zona.
Recordemos que el año pasado la misma dependencia del Ministerio de Energía y Minas (MINEM) otorgó derechos mineros sobre la mencionada montaña a la compañía MINQUEST PERÚ originando un bolondrón político que se pudo zanjar a tiempo con la renuncia de la propia empresa–de propiedad de la canadiense Camino Minerals- a la concesión entregada por el Estado. Los comuneros de Chillca acusaban a la compañía minera de haber destruido restos arqueológicos y las pasturas donde habitan alpacas, llamas, vizcachas y el elusivo gato andino, el felino que le da lustre a la última moneda de un sol que ha puesto en circulación el Banco Central de Reserva. Pitumarca debe ser uno de los pocos refugios que quedan del gato sudamericano considerado En Peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
¿Qué otros motivos tienen los campesinos de Chillca para oponerse a la minería? En las diez mil hectáreas de su propiedad la comunidad viene desarrollando –en alianza con Andean Lodges, un operador local- rutas turísticas en las que han logrado construir tres albergues de lujo. Sesenta comuneros, de los 95 cabezas de familias, reciben ingresos directos del turismo y la comunidad entera, de la ganadería de alpacas y llamas y de una agricultura de altura que alegra el paso de los visitantes.
Juan Carlos Rojo Mamani, presidente de la comunidad campesina de Chillca advierte, en un comunicado que ha empezado a circular por la región, que no van a dar el consentimiento sobre sus predios a ninguna operación minera. Para ellos el turismo es el camino, no Compani Minagant SRL, la empresa que pidió en julio del 2014 la concesión minera (expediente 040014614) que INGEMMET otorgó y que ahora es motivo de la discordia local. Los comuneros de Chillca no quieren que les suceda lo que le ha ocurrido a Osefina y a Pampachiri, comunidades que han sido seducidas por las promesas de suculentos negocios, lo mismo que ha pasado con las zonas altas del distrito de Checacupe (ver mapa, en esa jurisdicción se encuentra la mayor cantidad de cuadrículas mineras).
“Desde hace más de diez años venimos preparándonos para establecer el ACP comunal Chillca, un área natural que va a ocupar 10,253 hectáreas de las 10,261 de las que somos propietarios”, afirma Rojo. En los contornos del apu Ausangate y el glaciar Quelccaya la pugna entre turismo y minería empieza a tener nuevos potagonistas (ver Caretas 2601).