Mi opinión
Yo también, mucho antes que la pandemia nos hiciera trizas, abandoné la ciudad para instalarme en el sur chico, en San Bartolo, sobre su bahía de pescadores, el territorio de mi infancia más feliz. Dos motivos guardaba en mi faltriquera: alejarme del estrépito de una urbe que empezaba a caerse a pedazos y encontrar el escenario propicio para escribir sin prisas de las tantas cosas bellas que iba “viendo y viviendo” durante mis pesquisas por el mundo. No me equivoqué, la decisión que tomé fue sabia y eficaz: el sur, mi sur, era esa terra incognita que andaba buscando y ahora, de eso habla el texto que les dejo, el pequeño archipiélago poblado por villas -Punta Hermosa, Punta Rocas, Punta Negra, Santa Rosa, San Bartolo- habitadas por tribus de renegados urbanos en búsqueda afanosa de formas renovadas de convivir a placer y pasarla bien, en armonía y con muchísima paz, con tiempo de sobra para saludar en la mañanas al vecino que asoma, convencidos de que es mejor, más saludable, evitar darle las buenas noches a las penas (que en las ciudades que he habitado suelen agolparse en esas horas inciertas). Sí, abandonar la ciudad, las ciudades, para comenzar una nueva vida.
Diana Gonzales para El Comercio
Lima ha quedado chica para muchos. Para otros, que no son pocos, la ciudad ya les es ajena. Entre el tráfico que solo parece empeorar, un crecimiento que suele darse sin planificación, la contaminación ambiental o auditiva, y el gran problema de la inseguridad, la búsqueda de nuevos destinos para vivir se ha vuelto cada vez más necesario. Por eso, hay quienes encontraron en los balnearios del sur el oasis anhelado para calmar los nervios y comenzar una nueva vida.
Muchos tomaron la decisión en pandemia, mudarse, dejar el barrio, no es sencillo; sin embargo, verse encerrados frente al mar pintaba muchísimo mejor que en la ciudad. Este fue el caso de la nutricionista Maca Bustamante quien es residente de Punta Hermosa desde el momento en que se decretó el encierro en marzo de 2020: “Mucha gente se iba de Lima porque estaban haciendo todo virtual, el colegio, el trabajo. Punta Hermosa se empezó a activar bastante en el sentido de que empezaron a abrir negocios, se veía más tránsito de gente y más movimiento en las playas”, recuerda Maca sobre aquellos años de pandemia.
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Cuatro años después, esa intensidad persiste. Familias enteras continúan viviendo en el sur y matriculan a sus hijos en colegios de distritos cercanos como Chorrillos. Cada vez hay más oferta inmobiliaria, opciones de alquileres por Airbnb, más restaurantes, tiendas de moda, y pronto dos grandes centros comerciales.
Maca nos comenta que desde octubre o noviembre ya comienza a sentirse el movimiento. Lo percibe cada vez que sale a correr por el malecón con Kona, su perrita, una verdadera puntahermosina de pelo ondulado que se crio en el balneario desde bebe. “Le encanta la arena y el mar. Al principio era un poco miedosa, pero ahora se mete y disfruta de verdad”. Luego de activarse la vida en Lima, Maca pasa algunos días en la capital donde atiende sus consultas; pero siempre regresa al hogar.
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Ninguno conoce mejor las bondades de vivir entre las olas que nuestra campeona mundial de surf Sofía Mulanovich, el personaje más reconocido del sur chico. Nadie lo duda, Sofía es la leyenda viva de Punta Hermosa, el balneario donde la criaron sus papás y surfeó sus primeras olas. “He vivido en Punta Hermosa toda mi vida. Mis papás se mudaron aquí hace muchos años y, la verdad, les agradezco mucho por esa decisión y por habernos criado aquí. Es hermoso el estilo de vida que te da el mar”. Y esa misma paz que le dieron sus padres es la que Sofía quiere transmitir a sus dos pequeños, Martín y Theo. “Ellos están superfelices, veo que les encanta también este estilo de vida y tal vez hagan lo mismo con sus hijos”.
De mayo a noviembre viven la serenidad de una playa que descansa en invierno. En temporada de verano “es una locura”, acota Sofía. “Hay un montón de gente, pero tiene su encanto, hay más vida. Somos una comunidad bastante fuerte. Muchos hemos crecido juntos, somos surfistas y hemos aprendido el respeto por las olas y el deporte”.
Apostar por el cambio
Entre quienes encontraron en el reciente crecimiento de las playas del sur una oportunidad de negocio está el chef Diego Muñoz, quien se mudó junto a su familia a la playa Pulpos durante la pandemia: “En invierno estamos prácticamente solos. Nuestro parque es la playa, sacamos a nuestros perritos y tratamos de disfrutarlo lo más que podemos”.
Pero no solo de paz ni de correr olas vive el hombre. Diego, gestor de restaurantes internacionales, tiene su propia apuesta en Punta Hermosa, a unos 15 minutos de su casa. Se llama Navegante y es de los más concurridos en esta zona del sur. “Tenía planificado abrir algo en Lima, pero con el tráfico me desanimé y encontré este local en Punta Hermosa. No es un restaurante, no es una cebichería, podría estar en cualquier lugar”. Los insumos de Navegante son de la zona, las verduras llegan de Pachacámac, además tiene una huerta y una granja con conejitos y cerdos. El mar le da lo demás. Pescadores locales suelen llevar las más frescas corvinas, chitas y lenguados. En invierno no cierran el local, afortunadamente tiene clientes todo el año.
Un poco más al sur, en San Bartolo, la diseñadora de moda Sumy Kujon cambió Lima por este encantador pueblo del sur desde el año 2023; sin embargo, hace casi tres décadas que lo visita. No es para menos, su esposo nació en este mar. “He venido a San Bartolo de soltera, casada, con mis hijas y en todos los cambios que dio mi vida. Salir de Lima siempre fue una opción debido a lo desgastante que es, demoré en decidirme por mi trabajo, pero no ha sido complicado”, nos dice la diseñadora. Sumy tiene una oficina en Miraflores y su casa está en San Bartolo, ella ha logrado equilibrar su vida profesional con la familiar en ambos lugares. “El trabajo creativo es mucho más rico en la playa porque hay más naturaleza y silencio. Diseñar y crear frente al mar le suma mucho a mi vida, es realmente un privilegio”.
Ante el crecimiento del balneario, Sumy siente que era inminente la aparición de grandes centros comerciales. “Todo progreso tiene sus pros y contras. Como mamá y por comodidad, me alegra tener un supermercado cerca, un banco… Solo espero que los comercios locales no se vean perjudicados y que pronto haya un centro de salud, una clínica”, recalca.
Estamos ante un nuevo panorama de nuestras playas más cercanas a Lima, de cambios inminentes que mantienen a la expectativa a los amantes de sus atardeceres. //