Wili Reaño para Solo para Viajeros
La abuela era la encargada de armar la fiesta y la tribu entera se solazaba con sus mohines y cariños. La vida familiar giraba en torno a sus ímpetus y a su inagotable fortaleza anímica. Los días, con ella al lado, nunca fueron los mismos, brillaban con luz propia a pesar del cielo panza de burro de la ciudad inconstante en la que vivían todos.
Pero un día de esos grises la Nunu hubo de partir a poblar el infinito. La vida es así, resulta imposible contradecir a los dioses. Entonces no hubo mejor decisión que ponerle al sueño que estaban construyendo el apelativo cariñoso con que los nietos llamaban a su abuela.
Nunu, Nunu Boutique Hotel.
La historia se parece mucho a las tantas que voy desenhebrando en estas tierras abrigadas por las montañas y el halo de los tiempos.
Javier, un abogado dedicado a la actividad bancaria y Michele, una artista agobiada por el trepidante ritmo de una ciudad monótona, quemaron sus naves para fundar en el Valle Sagrado de los Incas, en Lamay, una patria nueva para vivir de otra manera.
Y así, como jugando, como quien lanza globos al aire, nació el Nunu Boutique Hotel, un alojamiento cariñoso, detallista, exageradamente hermoso ubicado en el universo que fructifica el río Urubamba, el Willkamayu de los gentiles, a su paso por el maravilloso departamento-orbe del Cusco.
Un hotel boutique, agrego, compuesto por seis habitaciones temáticas –La Costurera, El Zapatero, El Melómano, La Cocinera, El Té Inglés y El Explorador– llenas de luz y primorosamente decoradas con con objetos tradicionales y colores típicos de la zona, invitan a quedarse para siempre.
Un hotel-casita en la pradera poblado sabiamente de objetos inverosímiles y antiguallas de curiosas procedencias que fueron recogidas en el Baratillo, el célebre mercado persa del Zoco cusqueño. Qué bárbaro, qué inventiva…
Lamay, un bucólico distrito de la provincia de Calca, cerquita a Pisac, es donde se inicia este sueño.
Junto al río Urubamba, casi sobre sus aguas, encontraron la tierra prometida para empezar a construir, en un principio, me lo han ido contando en el living-comedor de su hotel, la casita familiar que les hacía falta para huir de los tantos apremios citadinos.
Con la experiencia de haber vivido en la campiña de Lurín fueron transformando el erial en un jardín tan brioso como el césped del Santiago Bernabéu. Y así, poquito a poco, doscientos árboles de por medio -50 de ellos pinos de delicado porte- surgió la idea de construir un retiro, un alojamientodonde albergar a los amigos y a los creyentes en los nuevos tiempos.
…
De tanto andar por el Baratillo detrás de alguna ganga, se convirtieron en anticuarios, en recolectores de trastos en apariencia inservibles…
Michele Sas, diseñadora gráfica y experta en transformar en arte aquello que los demás mortales consideramos apenas una reliquia o simples objetos para depositar en el desván que nadie quiere limpiar, en poco tiempo convirtió en mobiliario las mil y un piezas recogidas en el mercado de pulgas de la ciudad imperial. Su taller en Lamay se trasmutó en el gabinete de Melquiades.
He tenido el gusto de visitarlo. Michele, cuando ingresa a sus pagos, su taller al lado de una de las cabañas del Nunu Boutique, se convierte en Gepetto, en Aladino, en el mago de Oz…
Pasé unos días de encanto, recorrí cada rincón de las instalaciones del hotel como un voyeur experto en verlo todo; auscultando cada detalle de las seis cabañas de adobe, barro, tejas y exagerada comodidad que componen el cuadro final de una propuesta de alojamiento que sabe combinar buen gusto, muchísimo confort y trato delicado y sumamente personal.
En el comedor y estancia principal, mientras esperaba el desayuno o los platos del almuerzo o la cena, elaborados siempre con los insumos de la huerta propia o adquiridos en los los mercados campesinos de los alrededores, pude leer y escribir en grata compañía de los objetos que han ido cobrando vida gracias a la pasión creativa de Michele.
Unas ollas de fierro fundido salidas tal vez de la cocina de alguna mansión señorial hacían las veces de lámparas de techo y una reunión de cornetas y saxofones convertían una de las paredes de la amplia habitación en un atemporal estudio de grabación. Afuera, un picaflor gigante, un Patagona gigas revoloteaba alrededor de las flores que se acomodan en la constelación de macetas que su dueña ha sabido colocar en cada espacio de la propiedad a merced de su inacabable imaginación.
Horror al vacío nazca, pensé o tal vez un guiño a “la rebelión de los artefactos” de la cosmogonía moche. O todo a la vez.
O más.
En el Valle Sagrado los colores se confunden y la creatividad explota para quitarle a los artistas y creadores de ilusiones, a los creyentes en los nuevos tiempos, los tonos grises que la ciudad nos impone desde que empezamos a sonreír. En el Nunu Boutique Hotel gobiernan otros afanes, me queda claro, por eso es que la dicha y los sueños cumplidos se esparcen por el viento…
PD: Cuando mi hermano Carlos y Eli, su esposa, visiten el Nunu deberán alojarse en El Melómano, yo, en cambio, iré a instalarme en El Explorador. Está dicho.
Otra PD: La pasé como los dioses en La Costurera, el lugar más cool del Valle para, literal, continuar tejiendo los sueños.
Nunu Hotel Boutique
Km 41.5 Carretera Pisac – Urubamba, Lamay, Cusco
info@nunuboutiquehotel.com
IG @nunuboutiquehotel
Teléfono 981203001
Ficha técnica
Las seis habitaciones han sido decoradas con objetos tradicionales y colores típicos de la zona, todas están llenas de luz y buen gusto, todas cuentan con terrazas y una vista privilegiada. Camas King, sábanas de 300 hilos de algodón peruano, edredones rellenos de fibra de seda. Agua caliente en abundancia, toallas y batas muy suaves. Un espacioso salón de yoga. Desayuno con pan preparado en el horno típico serrano, jugo de naranjas recién exprimidas, frutas frescas y huevos y quesos, mantequillas, mermeladas, mieles y distintos cereales andinos, además de café, leche y yogurt. Para la cena se puede elegir entre sopas y cremas andinas, choclo con queso, pasteles, platos a base de quinua, pizzas y carnes asadas en el horno de barro a leña, acompañadas siempre de tubérculos, legumbres y verduras cultivadas en el mismo hotel. Wi Fi disponible en las áreas comunes del hotel.