Lamas, San Martín. Estoy iniciando una investigación periodística sobre la contaminación con mercurio en las poblaciones cercanas al «desarrollo» minero en Madre de Dios, una de ellas la de Puerto Maldonado. Por ahora me estoy apoyando en lo «visto y vivido» en La Pampa, zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata. También en los relatos de los sabedores indígenas de la Amazonía colombiana que entrevisté en Bogotá meses atrás. Si tienen datos o pistas que me puedan ayudar quedaré eternamente agradecido.
Pienso que el daño que han recibido y reciben los afectados por metilmercurio al ingerir pescado fresco en los mercados de Puerto Maldonado (y posiblemente en las piscigranjas de los contornos de la ciudad), sobre todo las madres gestantes y los niños recién nacidos, es peor, mucho peor, que el producido hasta ahora por el brote del famoso Zika (aunque las cifras en Brasil de esta pandemia sean tan extraordinarias).
Tengo la impresión de que si los consumidores de pescados amazónicos y otros productos de esa región (por ejemplo, de la riquísima papaya que compramos en los supermercados y que proviene, con seguridad, de la selva nuestra) estuviéramos al tanto de los perjuicios que causa en la salud de todos la actual minería del oro aluvial otro sería el cantar. En otras palabras, el problema dejaría de ser un problema del fin del mundo –uno más- para convertirse en un asunto de interés de todos.
Eso ocurrió en Colombia luego de hacerse públicos los niveles de contaminación de los indígenas de varias cuencas amazónicas arrasadas por el mismo mal.
Por allí van mis hipótesis. Mientras el problemón minero sea de competencia sectorial, no habrá solución a la vista y seguiremos padeciendo sus males. Ayer se lo comenté a Francisco Román, capo de capo en la materia, premio Nacional del Ambiente 2015 por su trabajo en restauración en zonas afectadas por la minería de Madre de Dios y me dio muy buenas pistas al respecto. Corroboró mis impresiones.
En eso ando, rompiéndome la cabeza y muy motivado en el proyecto. Motivado y monotemático, sabrán disculparme.