Solo Para Viajeros

Vivir es atreverse, Beatrice Velarde lo tiene claro…

Mi opinión

Bea ha recorrido el mundo de cabo a rabo, lo ha palpado, lo ha hecho suyo, ha intentado sentir sus pálpitos, entender sus emociones, desbrozar sus sinrazones. En su singladura particular nada de lo ajeno le ha sido extraño, en todos los caminos recorridos fue una viajante atenta. ¿Qué sortilegio antiguo hace que una muchacha nacida en una ciudad gris se convierta en una nómada?, ¿qué conjuro fue capaz transformar a la fotógrafa inquieta en una curtida reportera de nuestro tiempo y de los tiempos que dejaron su impronta en la piel y en el alma de los hombres y mujeres que ha ido conociendo en su insesante trajín? Tal vez sea el haber nacido al filo de un océano que nos impulsa a recorrer con atrevimiento los mares infinitos y tomar por asalto las tierras incógnitas. Beatrice Velarde es la más audaz de nuestras viajeras. Y una coleccionista de amigos por el mundo. Su sonrisa inmensa la delata.


¿Qué olor te devuelve a la infancia?
¿Un olor? Mmm… no recuerdo ninguno. Pero sí hay una sensación corporal que me viene recurrentemente y me devuelve a la infancia: una temperatura del agua del mar al atardecer,

La sensación del agua en mi piel, remojada por horas, jugando entre las olas de La Herradura con mi hermano Álvaro y nuestras colchonetas de lona azul con rojo.

Mi abuela llamándonos con señas desde su balcón de Las Gaviotas, y nosotros respondiendo entre júbilo y señas, entre olas y la ¨hora Inka Kola”…

— una olita más—.

¿Cuál fue tu primer viaje?
Mi primer viaje no me hace suspirar de nostalgia. A los diez años mi madre y mi abuela me llevaron a Miami porque querían «chequearme» la cabeza. Consideraban que algo andaba mal conmigo por ser demasiado inquieta (¿yo, inquieta?). Así terminé metida en una máquina fría, llena de cables conectados a mi cerebro con algo parecido a plastilina. Salió que yo tenía un coeficiente intelectual «más alto de lo normal», lo cual solo sirvió para que por años me persiguiera la típica frase: «¿Y cómo alguien tan inteligente como tú se porta taaaan mal?». ¡Vaya premio!

Pero lo mejor fue el final del viaje: después del hospital, vino Disney y mis primeros patines clásicos de botas blancas con los que fui feliz patinando en la Concha Acústica al ritmo de Donna Summer.

⁠¿Costa, sierra o selva?
Costa y sierra, definitivamente. Más allá de los paisajes, siento que en la montaña está el power, pero la sabiduría viene con el mar.

¿Cuál es tu comida favorita?
No podría elegir una sola. La comida también es viaje, y cada sabor que me ha marcado viene de un lugar distinto: Perú, India, Tailandia, Madagascar…

 ⁠¿Un peruano que te llene de orgullo?
Un peruano: Morfi Jiménez. Por esas atmósferas que crea con la luz y por la buena persona que es.

Sin embargo, los que más me hacen sentir orgullosa son los que forman parte mi tribu elegida. Personas que he ido encontrando y cultivando con los años por lo que son:

Almas comprometidas con su camino, que se trabajan por dentro, que honran la vida, que celebran lo simple y lo profundo.

Gente que me sostiene y a la que también sostengo.

Ahí está mi orgullo. En ellos.

⁠¿Qué ave propondrías como ave símbolo del Perú?
El cóndor. Se eleva sin esfuerzo, como si conversara con las nubes.

No hay otro que le iguale en vuelo, en silencio, en presencia.

Verlo surcar los Andes es sentir la eternidad. Y si lo encuentras planeando sobre la costa —como en la Reserva Nacional San Fernando—, es un regalo de los dioses. Uno que solo puedes agradecer en silencio.

«𝗔́𝗳𝗿𝗶𝗰𝗮 𝗺𝗲 𝗲𝗻𝘀𝗲𝗻̃𝗼́ 𝗲𝘀t𝗼:
𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝘃𝗲𝗰𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗶𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲
𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗽𝗲𝗻𝗮𝘀 𝘀𝗲 𝘃𝗲».

¿Y qué flor?
¿La cantuta no ha sido ya nombrada flor nacional? Personalmente, más que una flor, pondría en el centro a nuestras plantas de poder: la huachuma, la ayahuasca y la hoja de coca.

Más que flores, son portales. Llevan siglos sanando, guiando, despertando. ¡Un verdadero tesoro del Perú!

En mis viajes por el mundo, muchas personas se me acercan con una sonrisa al saber que soy peruana. Se conectan con gratitud y asombro al recordar experiencias trascendentales vividas aquí gracias a ellas.

¿Un libro de viajes o aventura?

¡Difícil elegir uno solo!

“Viajando con Heródoto”, de Kapuściński; “Justine”, de Lawrence Durrell; “Memorias de África”, de Karen Blixen; ”Tuareg”, de Vázquez-Figueroa…

y mi más íntimo: “India, el latido del vacío”, de Beatrice Velarde 😊

¿Tú escritor favorito?
Ryszard Kapuściński, Antón Chéjov y Julio Ramón Ribeyro.

⁠¿Qué te hace sentir orgulloso de nuestro país?
Nuestra gastronomía. A todos los peruanos nos gusta, pero no todos han podido ver lo mal que se come en muchos países: la escasez de alimentos, la falta de sabor o de creatividad. Nosotros, los peruanos, damos cátedra en el tema.

Nuestra diversidad étnica: desde los más pitucos hasta los no contactados, desde las mamitas del Ande hasta las tribus de la selva.

Y la hospitalidad. Maleantes hay en todos lados, pero como pueblo somos cálidos. Acogemos al foráneo, lo hacemos sentir en casa. Ese cariñito de “señito”, “caserita”, “mamita”… no se ve en cualquier parte.

⁠¿Qué personaje te haría cambiar de acera?
Nadie en mente. Al final, todos somos una invención de nuestra mente… nadie es tan importante.

Aunque pensándolo bien, si veo venir a alguien quejoso o chismoso, es posible que me ponga a jugar a ser invisible.

⁠¿Un lugar del Perú o del mundo para vivir el resto de tu vida?
Creo que todavía no he llegado al resto de mi vida…pero al final final, me gustaría estar frente al mar. En Punta Hermosa, quizás.

Una canción?
«Cuando pienses en volver”, de Pedro Suarez-Vertiz

¿Qué es lo que nunca falta en tu equipaje?
Una bitácora, lapiceros Pilot de tinta gel —que se deslizan tan rápido como mis pensamientos— y mi bolsa de dormir de 120 gramos.

⁠¿Un viaje soñado?
Gracias a mi ímpetu, ya cumplí todos los viajes de mis sueños.

Ahora empiezo a repetir y combinar algunos, e ir incorporando destinos que antes me llamaban menos.

Para el siguiente viaje estoy pensando en Etiopía, Kenia, Tanzania, India, Indonesia y la zona de Oceanía. En Papúa Nueva Guinea hay unas tribus bravazas… solo que algunas son caníbales —tengo que averiguar bien—.

Esa zona me gustaría explorar.

La India, los latidos del vacío…

⁠¿Cuál es el objeto que más valoras
Creo que mi computadora. Es la extensión de mis ideas, mis sueños, mis vibras… El centro neurológico de todos mis discos externos, de mis fotos y de mis viajes.

También le tengo apego a mi linterna de cabeza jajaja.

⁠¿Una ruta o destino que recomiendas?
¡Uy, qué difícil! Depende de los gustos e intereses.
Perú tiene rutas majestuosas por las que, honestamente, hace mucho no voy… y quiero volver.

Beatrice Velarde, peruanasa, estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima y Fotografía Profesional en el Instituto Antonio Gaudí, el actual y muy reconocido Centro de la Imagen. Gracias a un premio internacional recorrió durante dos años el Medio Oriente, India e Indochina y al volver a casa presentó «Beatrice Velarde Fotografías». Desde entonces no ha parado de moverse por el planeta para tratar de asir con la retina y el corazón los destellos de sus habitantes y sus paisajes y hacerlo a pesar de los riesgos y los contratiempos: en uno de sus magallánicos desplazamientos fue capturada por el Ejército Popular de Liberación chino en la zona conflictiva de Sikkim y en Bengala vivió once semanas bajo una higuera con unos santones hindúes. Trabajos suyos se han expuesto en importantes exposiciones colectivas en el Perú y en distintas ciudades del mundo. Es autora y editora de importantes y muy comentados libros de gran formato, entre ellos “Ollantaytambo, cuna viviente de los Incas”, un clásico en las evocaciones de los que aman el Valle Sagrado, “Pisco, espíritu de plata, esencia del Perú” y “Nazca, el desierto de los dioses de Cahuachi”. Es autora también del libro de narrativa “India. El latido del vacío” publicado por la editorial Mesa Redonda. Beatrice es fundadora y directora de Foto.com  y también  es fundadora del Colectivo «Arte 4×4 Galería de Imágenes Fijas en Movimiento». Ha trabajado como fotógrafa forense en escenas del crimen y mantiene un  banco de imágenes propias de muchísima calidad. Suele colaborar con Getty Images y con diferentes medios de prensa peruanos y extranjeros. Como docente suele dictar talleres de fotografía en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en el Centro de la Imagen. Acaba de volver de África y ya empezó a planear los que vienen.

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