Mi opinión
Natalia Sobrevilla, historiadora de la PUCP y durante muchos años catedrática de Historia Latinoamericana en la Universidad de Kent, Inglaterra, está nuevamente en Lima, esta vez para presentar “Los años de Castilla”, el libro que el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) le acaba de publicar en su colección Historias Mínimas Republicanas. La vamos a entrevistar esta semana para HAZTUPARTE, el programa que venimos impulsando en redes sociales desde hace un tiempito atrás que por cierto ha tenido como invitados últimamente a otros amantes de la historia y de contar buenas historias: Rafael Dumett y Tony Zapata. Como anticipo les dejo por aquí la muy reveladora entrevista que le hiciera Mijail Palacios, periodista de Perú 21. El libro de la Dra. Sobrevilla será presentado por Alberto Vergara este martes 23 en la librería El Virrey. Allí nos vemos.
Por Mijail Palacios, tomado de Perú 21
Natalia Sobrevilla vivió fuera del Perú entre los dos y casi los nueve años de edad. Estuvo en Colombia primero y luego en México. En el primer país le enseñaron que Simón Bolívar era un héroe. Cuando volvió al Perú, en la escuela le dijeron que Bolívar era, más bien, casi un enemigo.
—Desde muy niña tuve esa duda sobre por qué uno cuenta una cosa y el otro dice otra cosa.
Aterrizó en Lima en 1980 y también le impactó una serie de televisión sobre la Guerra del Pacífico: escenas de campesinos sin zapatos vestidos de blanco por el desierto. La curiosidad por entender estas narrativas fue trazando el camino hacia sus estudios de Historia en el Perú e Inglaterra.
Terminó el colegio en el 88, el año del gran ‘paquetazo’. Fue universitaria a inicios de los 90, con el ascenso del fujimorismo. Y hoy, en el turbulento 2025, publica su libro número doce: Los años de Castilla (1840-1865), como parte de la atractiva colección Historias Mínimas Republicanas del Instituto de Estudios Peruanos, que lo presentará este martes 23 de septiembre en la librería El Virrey de Miraflores, a las 7 p.m.
Su abuelo nació en 1883 y era historiador aficionado. Tenía una biblioteca de historia muy grande. Otras de las razones de por qué es historiadora.
¿Aquellos años formativos de la nación en qué se parecen a estos años deformativos de la nación?
(Sonríe). Siempre me preguntan si el Perú está atravesando su peor momento ahora… Y yo siempre retorno a ese periodo de formación nacional donde la inestabilidad es tan absoluta, donde ni siquiera hay certeza si el Perú va a seguir organizado como un solo país, donde hay múltiples personas reclamando ser presidente en diferentes regiones, una anarquía.
Y hoy tenemos casi 40 postulaciones a la Presidencia.
Pero seamos realistas, no todos tienen posibilidades.
Pero todos quieren ser presidente.
Claro, las elecciones presidenciales peruanas se han convertido en algo parecido a una tómbola, a un sorteo… Ahora, (en aquellos años de Castilla) lo que tenemos es una separación absoluta entre las provincias; tenemos alguien que reclama la presidencia en Cusco, en Arequipa, en Lima; diferentes personas que están gobernando ciertas regiones. La crisis del siglo XIX es más profunda. Es importante que no creamos que el pasado fue mejor. El dinero del guano —aparentemente una gran bonanza — lo que termina instaurando es una desigualdad aún más profunda. Medidas liberales como la abolición de la esclavitud o la abolición del tributo van a terminar llevando a que las personas que tienen un gran capital tengan un mayor capital y se distancien aún más de otras. Es necesario que tengamos mayor conciencia del proceso de la creación de la nación. Tendemos a saber más que nada lo que ha pasado del 80 en adelante o del 68 en adelante, Reforma Agraria en adelante.
Todos conocemos a Castilla como el libertador de los esclavos. Pero en el libro se explica que fue una decisión casi coyuntural, de manejo político. ¿Cómo entenderlo?
Pasan dos cosas que son interesantes y paralelas. Por un lado, en toda la región de Sudamérica se van a dar las aboliciones en el espacio de tres años. Primero Uruguay, Argentina, Colombia, Ecuador, Venezuela y Perú, que fue el último. Después del 48 europeo, donde uno de los grandes reclamos es la abolición de la esclavitud, estas guerras civiles que se van a dar en toda la región entre liberales y conservadores van a agilizar, si quieres, la abolición final en estos países. Casi es parte de una ola regional. Por otro lado, está la táctica de la campaña misma: el enemigo de Castilla, José Rufino Echenique, ofrece libertad a todas las personas hombres esclavizados que se alineen y se alisten en su gobierno; y Castilla dice: “Yo voy a darle libertad a todos y además le voy a pagar una generosa compensación a los dueños”.
Y esa compensación es alucinante, ¿no?
Es alucinante. Es muy importante recordarla.
Los religiosos del convento de la Buenamuerte son los que más reciben.
Exactamente, porque tenían grandes números de personas esclavizadas.
Se dice que en el periplo que hace Castilla por la región, incluida la Amazonía, él adquiere nuevas ideas y que quizás fueron insumos para impulsar temas como la abolición de la esclavitud. ¿Qué tan idealista y qué tan pragmático fue Castilla?
Únicamente pragmático a mi juicio, porque además el viaje Castilla lo hace joven y esta decisión la toma a los 50 años. Además, en su primer gobierno él autoriza que se importen personas esclavizadas desde Nueva Granada al Perú.
¿Pero se podría definir a Castilla como un guerrero y estadista?
Por supuesto. Su edad formativa ha sido en ejércitos, en guerras, en campañas, toda su juventud la pasa de guerra en guerra. Además, él jugó con cartas adversas en muchas ocasiones y salió triunfante. Pero también fue un presidente con suerte, ojo. Es el presidente del guano, él tiene la caja llena.
Más información en Los señores del guano / Gregory T. Cushman
Más en El guano de las islas del Perú: una historia de guerras y revoluciones

Castilla primero apoyó al rey, luego pasó al bando libertador; siendo político, estuvo con los conservadores y posteriormente se alineó con los liberales. Hoy eso se sanciona como transfuguismo. ¿Cómo entenderlo?
El Alan García de los 80 no es el Alan García de los 2000, porque el contexto es diferente, porque su experiencia de la primera presidencia lo hace tomar decisiones muy diferentes a la segunda. En el primer gobierno tiene mucha mala suerte. En el segundo gobierno está el superciclo de los metales. Y Castilla zigzaguea pragmáticamente a ver cómo puede gobernar de la mejor forma.
¿Los ciudadanos de hoy no debemos hacernos tantos dramas cuando vemos estas jugadas políticas? La política es lo que es posible. Los políticos que no entienden eso, tienen más dificultades. En el mundo estamos en un momento donde el idealismo está muy golpeado. Estamos en un momento bastante oscuro, un momento de mucho pragmatismo.
¿Y entonces qué hacemos?
Buscar a las personas que sus acciones y sus palabras sean más acordes con lo que necesita el país. Los ciudadanos debemos estar menos interesados en cómo se llame un partido o en lo que diga representar y mucho más interesados en el lenguaje; si es de odio, si es un lenguaje que habla de destrucción del otro; o si es un lenguaje más bien constructivo, propositivo.
Sea del bando que sea.
Ahora los bandos son un poco difusos. ¿Qué cosa significa ser de izquierda en el Perú en este momento?
¿Qué significa?
En algunas personas es como un apego a lo que fue en el siglo XX, la posibilidad de una organización económica que ha sido probada que no funciona. Pero también puede ser, por ejemplo, personas que se identifican con una política más bien social del Estado. ¿Quién sería realmente el candidato de izquierda? Tampoco lo sé.
¿Qué lugar tiene en la historia Castilla?
Es el presidente más importante del siglo XIX peruano. Pero me parece que es importante entenderlo con sus luces y sombras, y un poco esta historia (del libro) busca hacer eso. Busca permitirle al ciudadano de a pie una visión más completa sobre la historia, que no la tiene del colegio.
¿Hoy son necesarios los héroes?
Las historias nacionales necesitan héroes porque para concebirnos como nación una de las maneras de hacerlo es creando grandes figuras. Estatuas, avenidas, billetes, monedas… que tengamos orgullo de estas personas. Tenerlo a Castilla como un gran libertador es importante, es necesario, pero también debe ser comprendido, cuestionado y entender, más bien, cuál fue el papel de los mismos afroperuanos en el proceso, cómo ellos participaron también en su propia libertad. No es que él llegó como un gran héroe y los liberó. Es mucho más complejo que eso.
¿Castilla es un héroe?
(Guarda silencio unos segundos). Para muchos, sí.
El héroe no tendría que ser perfecto, ¿no?
Es que el héroe nunca es perfecto, porque el héroe es una creación posterior. Para Manuel Mujica Gallo, que es el gran enamorado de Ramón Castilla, es un gran héroe. El otro gran creador del mito de Casilla es Ricardo Palma, que además intenta matarlo en algún momento.
La historia nos enseña sobre relativismo en los procesos.
Y eso es lo que es importante para los historiadores, que podamos dejar de lado la caricatura. Se busca, más bien, tratar de entender globalmente el contexto, la persona, sus decisiones, sus complejidades.