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Mi opinión

El Asadazo no siempre fue El Asadazo. Mejor dicho El Asadazo primero fue un carrito sanguchero que convocaba noctámbulos en una calle muy concurrida de la ciudad de Puerto Maldonado y luego, perseverancia, mucha perseverancia de por medio, fue convirtiéndose en un restaurante-sanguchería-pub-salón de reunión-oficina al paso-centro neurálgico de una urbe en permanente ebullición y un montón gente con ganas de tocar el cielo con las manos.


La selva solo sabe arropar los sueños de los más osados, las quimeras de aquellos que tienen a la terquedad por divisa y un corazón capaz de soportar los vientos que animan las tempestades y los naufragios en este territorio de extremos y capitulaciones extremas.

De esa estirpe, de ese bronce, es mi amiga Cecilia Morón Gaultier, la capitana de un barco que se llama El Asadazo, el mítico restaurante de la plaza de Armas de Puerto Maldonado y contramaestre también de una flota de valiosos emprendimientos que ya lanzó al agua una creatura más: el Fauno Backpackers, hostel y punto de encuentro para soñadores y que pronto hará lo mismo con el jardín Bobinsana, un parque multitemático que empieza a tomar cuerpo en el corredor Tambopata, una campiña adornada de bosques espléndidos cerquita a Puerto Maldonado.

En El Asadazo, el point de una ciudad que bulle

El Asadazo no siempre fue El Asadazo. Mejor dicho El Asadazo primero fue un carrito sanguchero capaz de convocar noctámbulos en una calle muy concurrida de la ciudad para ir convirtiéndose luego, perseverancia, mucha perseverancia de por medio,  en un restaurante-sanguchería-pub-salón de reunión-oficina al paso-centro neurálgico de una urbe en permanente ebullición y un montón de gente con ganas de tocar el cielo con las manos.

El Asadazo fue antes que un restobar, una cálida sanguchería callejera.

En El Asadazo, ese reino de la buena mesa y la amistad distendida, gobierna Cecilia, limeña alguna vez y ahora ciudadana del mundo. Y lo gobierna con un ejército de colaboradores muy atentos que se reparten el trabajo de atender a una clientela tan variada como la carta que ha ido enhebrando a lo largo de los años.

Durante un par de semanas fui un parroquiano más del célebre restaurante maldonadino, tiempo más que suficiente para convertirme en un hincha acérrimo de su buena olla.

De su estupendo wok, tendría que decir. Ya les explico por qué…

El  local de El Asadazo es un dédalo  construido ex profeso por su anfitriona. En el salón que da a la calle, a la plaza para decirlo mejor, se encuentra la sanguchería que tiene por altar inamovible al invencible carrito sanguchero que Ceci trajo de Lima para deleite de los parroquianos de una ciudad que cuando llegó con una mano atrás y otra adelante era apenas un villorrio con muy poco conocimiento de las bondades de la carne.

Los sanguchazos de El Asadazo se convirtieron en un tris en un referente de la comida al paso, hecha con harto recutecu y mucho ingenio…

Los que han pasado alguna vez por Puerto Maldonado se deben haberse tropezado con los Completazos, Filetazos y Lomazos del Asadazo. Y también con el Calabrezón, el Blindado, el Chorizón, el Hamburguezón, el Huevonazo y los demás sanguchazos que se preparan al vuelo y a precio de feria.

Luego viene la cocina, un pasadizo lleno de colores y saudades y al final dos espacios, dos salones ad hoc para gozar como obispo: el restaurante de sillas, mesas y decorado artesanal y muy ecléctico y el bar, la barra donde se reúnen los parroquianos más sedientos y los amigos de la casa, que por lo que vi suelen aterrizar los jueves y también los viernes. Y a veces los sábados. Y si pudieran los domingos de guardar.

Por allí me he topado con Javier Gordillo, Chachi Román, Augusto Mulanovich, Charlie Peña, Julito Magán, Antonio Fernandini, Tati Espinosa, Ramón Delucchi, Eddy Peña, Nando Cabanillas, doctos todos en conservación de la naturaleza y de la ecuanimidad cuando de volver a casa se trata después de pasar por la muy surtida barra del Asadazo night.

Punto de encuentro para visitantes de todo el mundo y, cómo no, para los maldonadinos que buscan pasarla bien…

Homenaje a la cebolla china

La esmirriada cebolleta blanca que solo en el Perú es conocida como cebollita china es la madre de todas las batallas culinarias de un restaurante que tiene al wok, otro adminículo llegado del lejano oriente, como oportuno y fiel acompañante.

Del encuentro entre la diminuta hortaliza que se cultiva desde tiempos inmemoriales en el este y sudeste asiático y la sartén de hierro fundido traída a nuestro país por los migrantes que llegaron de la China a mediados del siglo XIX, se lucen en El Asadazo tres platos que recomiendo a ojos cerrados: el magnífico Tallarín saltado de lomo,  el Arroz chaufa regional y el Lomo saltado de lomo fino, valga esta vez la exquisita redundancia.

Pasumachu, qué deleite. El tallarín saltado es una bandeja para dos donde el sillao, el kión y la cebollita china se lucen de lo lindo para acompañar la carne de una vaca que creció comiendo sano desde que pisó tierra hasta que llegó al matadero. El chaufa regional viene con abundantes trozos de calabresa y cecina en extraordinario maridaje. Y el lomo saltado de lomo fino rinde homenaje al arte de saltear los insumos que componen la gran cocina peruano-oriental. 

El Tallarín saltado de lomo de El Asadazo es un homenaje a la mejor comida peruano-oriental que se sirve con tanto gusto en la Amazonía.

Aconsejo combinar cualquiera de estos platos con las ensaladas de verduras que se ofrecen al gusto del cliente.

Más, quiero más…

Otros platos para pasarla como se debe:el Bisteck a lo pobre o el Lomo a lo pobre, en ambos casos con arroz, queso, salchipapas, papas fritas y plátano fritos. Boooommmm. También la Lasagna de carne, el Montado de lomo o cualquiera de los platos de la carta vegetariana donde el Tallarín saltado de champiñones se esmera en armar la fiesta.

Mención aparte los jugos. En El Asadazo los que se sirven todos los días, los clásicos digamos, se empatan con los que Ceci y su equipo preparan a partir de las frutas de estación que van llegando al mercado local. A mí  me tocó probar un jugo de aguaymanto heladito que me hizo el día, la tarde y toda la noche. Pero hay jugos para todos los gustos: de camu camu, de copoazú, de tumbo, de maracuyá y de una amplia gama de combinaciones. Atención con el mix de mandarina, piña y hierba buena.

Como han podido comprobar, la pasé divino en El Azadazo, comiendo con resolución y en buena compañía, sabiendo, como dicen los azadazos,que «la mejor red social es una mesa rodeada de tu gente de toda la vida».

Me pasaría toda la vida en tan buena compañía, perros y gatos incluidos.

Es que me había olvidado de mencionarlo, Cecilia Morón, es especialista en salvar de las tormentas y naufragios a los perros y gatos que se le cruzan en el camino. Suerte la de los firulais y michis que la acompañan, que bien la pasan en El Asadazo…

Buen viaje…

PD: El  menú de ocho lucas con su buena dotación de refresco de frutas es una marca registrada del acogedor local de la plaza de Armas. Las masas lo confirman.

 

Ficha técnica:
Restaurante El Asadazo
Arequipa 229, Puerto Maldonado
Frente a la plaza Mayor
Telf. +51 82 502697
@elasadazo
elasadazo@gmail.com

Comida peruana, comida rápida, sanguchería. Jugos, barra muy bien surtida, cerveza heladita, buena música. Ambiente distendido, atienden todos los días desde temprano hasta bastante tarde. Buenos precios, ambiente cultural, buen punto de encuentro. Menú ejecutivo de 12 m a 3 pm.

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