Mi opinión
Carlos trabaja desde hace treinta años en las prisiones del país. Domingo a domingo, primero acompañando al padre Lanssiers, y ahora de manera solitaria, silenciosa, el actual director de la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad, visita semanalmente a presos y presas de toda laya, sin importarle la naturaleza del delito que cometieron ni su filiación política. Lo suyo es amor al prójimo y fe en la redención. Conozco su compromiso, he sido testigo desde siempre del trabajo tesonero de este alarife de la esperanza.
Un kilo de arcilla y un pequeño horno de ladrillos fueron suficientes para que, en 1993, un recluso del penal Castro Castro enseñe a sus compañeros el arte que había aprendido de sus padres: la cerámica. Gracias al apoyo de la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad, entidad fundada por el padre Hubert Lanssiers, las piezas artísticas de los internos dejaron de ocultarse tras las rejas para exhibirse en una galería. Carlos Álvarez, actual director de la asociación, ha sido el encargado de hacer perdurar esta iniciativa que pretende transformar la vida de aquellas personas invisibles para la sociedad.
Actualmente existen talleres de cerámica en penales de Lima y provincias. ¿Cómo se expandió la iniciativa?
Al mes de iniciado el taller en Castro Castro habían como 60 alumnos, luego 90, hasta que el espacio llegó a su límite. Hoy día, en este penal de 3600 presos, más de la mitad hace cerámica. También realizan obras en otros materiales como madera, tela, metal, etc. Al morir el padre Lanssiers, yo traslado esta actividad a Lurigancho y otros penales. La acogida ha sido similar.
¿Por qué deciden llevar las obras de los internos a una galería?
Porque comenzaron a elaborar cosas cada vez más bellas producto de las clases que llevaban con artistas de diferentes ámbitos. Estuvimos pensando cómo mostrar las piezas hasta que en 1997 llegamos a una galería.
¿Cuánto ayuda el arte a la rehabilitación de un recluso?
Muchísimo. Permite a la persona descubrir que puede hacer algo bello y ello refuerza el amor propio. Hay un reconocimiento a su trabajo, lo que le devuelve un sentido a su vida. Además, esta actividad le permite ganar dinero de forma legal y digna. Entonces, no solo lo rehabilita sino le abre una perspectiva nueva a su existencia.
¿Cómo reaccionan los reos al darse cuenta que tienen talento para elaborar una pieza de cerámica?
He visto llorar a personas que nadie podía imaginarlo. Es increíble ver a un criminal que se emociona tanto al darse cuenta de su capacidad para hacer un objeto tan bello. O unas manos rudas que llevan un pequeño corazón de arcilla con tanta delicadeza. En verdad, el arte transforma vidas.
¿Por qué debemos darle una oportunidad a personas que han cometido algún delito?
En el Perú la mayoría de los que están presos no escogieron ser delincuentes. Son individuos que desde pequeños han tenido que caminar por las calles defendiéndose de todo. En consecuencia, la violencia ha sido la única arma ante tanta hostilidad. Ahora, al encarcelarlos el problema solo se esconde detrás de un muro y eso está mal.
¿Cuál debería ser en sí la función de una cárcel?
En principio la Constitución del Perú ordena que toda persona que va a prisión debe ser rehabilitada. Las cárceles deberían ser espacios donde los seres humanos puedan meditar y darse cuenta de que se equivocaron; pero, no es así. El Estado corrompe más a la gente, pues desde que caen presos los empuja a la corrupción. Ante ello, los talleres son actividades que permiten a los reos alejarse de toda esa degradación.
¿Hay personas cuyo comportamiento es inalterable?
En principio yo creo que todo ser humano puede rehabilitarse y, por ende, merece una oportunidad. Pienso que habrá personas a las que les costará mucho más trabajo, pero en el Perú la mayoría cambia.
Este año, la décimo sétima exposición se denomina Territorios de Fábulas. ¿Por qué escogieron ese nombre?
Una fábula es una narración que lleva una enseñanza. Elegimos ese nombre porque queríamos narrar la historia de la prisión a través de los colores, las formas y las expresiones de cada obra. Ello con el propósito de que la sociedad comprenda que hay seres humanos ahí y que no se les puede olvidar. Además, al utilizar también materiales reciclados, los reos tratan de expresar que en la cárcel reciclan su vida a través del arte.