Este compendio de entrevistas hechas entre 1971 y 1991 por el entonces joven periodista de la revista Caretas, todas notables por la calidad de las preguntas y respuestas de los que las volvieron estelares, resulta ideal para llevarlo en la maleta y leerlo con calma, de una en una, matizando los juicios de los “conversantes” para entender las coyunturas políticas y humanas de un mundo que hemos dejado atrás, que en materia de lucidez y raciocinio político definitivamente era otro. Y bastante mejor.
Por las páginas del volumen que compaginó el propio autor de las entrevistas hace casi cuarenta años –les recomiendo la segunda edición, la que estuvo entre las más leídas de la última Feria Internacional del Libro de Lima- desfilan veinticinco personajes de la política y el pensamiento peruano y del parnaso literario de nuestro continente.
Había leído muchas de ellas, las últimas, me imagino, cuando se publicaron; otras, por ejemplo, las de Borges y Juan Gonzalo Rose, o la que Hildebrandt le hace al expresidente Velasco poco antes de su muerte, no las conocía y de verdad son buenísimas. Siguen vigentes, sirven.
“¿Alguna vez ha sido usted feliz, Juan Gonzalo?”, le pregunta al poeta, “No. No he conocido los que es la verdadera felicidad”, le responde este. “¿No la buscó?”, le vuelve a preguntar Hildebrandt: “Todos la buscamos. No he tenido la oportunidad de encontrarla”. (…) “¿Alguna vez intentó matarse, Juan Gonzalo?”, “Sí. Una vez…Tomé una cantidad de barbitúricos que consideré que iba a ser suficiente”.
Tremendo el Chato.
Como esos diálogos, intimistas, osados, peligrosos, hay muchos en el libro. Lo recomiendo, si les gusta la política por sus páginas desfilan Luis Bedoya Reyes, Fernando Belaunde Terry, Armando Villanueva, Enrique Chirinos Soto y otros protagonistas de aquellos tiempos, hay que decirlo, también ásperos y disonantes.
Si lo que les apasiona, en cambio, es la literatura el compendio reúne diálogos muy interesantes, no solamente los que Hildebrandt desarrolla con Borges y Juan Gonzalo, también están las conversas con Cortázar, Scorza, Bryce y Vargas Llosa donde el periodista se luce como lector empedernido y hasta mordaz crítico literario.
A Scorza, por ejemplo, lo saca de sus casillas.
Capo Hildebrandt, mis respetos, al César lo que es del César.
Cambio de palabras
Debate, 2018
330 páginas