Cada vez quedan menos lugares en la Tierra tan asombrosos como el Delta del Okavango y sus alrededores, en el corazón de África. En realidad, no es un río que desemboca en el mar, como el Ebro, sino que el Kavango lo hace en una inmensa llanura por la que los cinco grandes (león, leopardo, elefante, rinoceronte y búfalo), entre otros muchos seres vivos, corren, cazan, se reproducen y viven ajenos a un mundo que cada día les acorrala un poco más. También hay comunidades humanas. La noticia de que en las cercanías de ese majestuoso lugar se preparan explotaciones petrolíferas, por parte de una compañía canadiense, ha desencadenado una campaña internacional que pretende ponerle freno y que viene a confirmar que ningún espacio natural está a salvo por más que sea Patrimonio de la Humanidad.
El PNUMA señalaba en un informe que el 15% de las tierras del planeta están protegidas, de uno u otro modo, un porcentaje que excluye la Antártida, que es inmensa pero que, por cierto, también esconde valiosos minerales y recursos naturales, al igual que Groenlandia, la Amazonía o las selvas de Centroáfrica.
En este caso, se trata de la compañía canadiense Reconnaissance Energy (Recon Africa), que según su página web “descubrió’ una cuenca sedimentaria en el río Kavango y ha conseguido el 90% de una licencia de explotación otorgada por el Gobierno de Namibia para un área de 25.341 km2. Cuando se hace un seguimiento, es sorprendente la cantidad de minas que los canadienses tienen abiertas por el mundo, ya sea conbre en el Congo o Zambia, oro en Perú o plata en Guatemala.
La licencia de Recon África, en realidad fue traspasada por otra empresa que la consiguió en 2015 y se suma a una segunda sobre el mismo río en el noreste de Botsuana, con otros 8,990 km2 para explotar durante un cuarto de siglo cualquier descubrimiento comercial. En total, un poco menos del tamaño de Suiza. ¿Y qué es lo que han ‘descubierto’ ? Pues un “sistema de petróleo activo’ a nueve kilómetros de profundidad en la cuenca, que dicen tiene condiciones óptimas. Seria, según los expertos, la única cuenca que aún queda por explotar a esa profundidad en el planeta y se estima que contiene 18,2 mil millones de barriles de petróleo. La comparan con la cuenca pérmica que se encontró en Texas.
Justo este mes de enero, la empresa canadiense acaba de anunciar que iniciará las consultas públicas ambientales para que se presenten alegaciones, pero informaciones en medios de la zona indican que ya han iniciado las obras paras las perforaciones de prueba en al menos en uno de los tres pozos que el gobierno de Namibia ya ha autorizado a 55 km al sur de la ciudad de Rundu y en la primera mitad de enero, según un comunicado de la empresa, comenzarán a perforar.
Como en tantas otras ocasiones la población local no ha sido consultada ante del inicio de las prospecciones. Es mas, aseguran que o tiene ni idea del proyecto, que implica cientos de pozos de petróleo. “La comunidad local está en la oscuridad, no tiene pistas sobre lo que está pasando”, denuncia en Mogaby News Max Muyemburuko, presidente de Muduva Nyangana Conservancy, “y quieren que se escuche su voz”. Muyemburuko niega contacto alguno con Recon o el gobierno de Namibia y recuerda que la población vive del turismo y los recursos naturales de la tierra, medios de vida que desaparecerían ante una contaminación por la producción de petróleo y gas, a lo que se añaden los daños ambientales. “Kavango es la única tierra que tenemos”, asegura. “Queremos guardarlo para la generación venidera”.
La respuesta del Ministerio de Minas del país africano es que las actividades de exploración de petróleo no dañarán el Okavango “de ninguna manera”, ni ningún parque nacional, y destaca los beneficios económicos que se obtendrán. Claro que si incluye parte de la iniciativa de conservación KAZA (Kavango–Zambezi Transfrontier Conservation Area), que aglutina áreas con diferente protección en varios países en torno a los ríos Kavango y Zambeze. Según las organizaciones de la zona, la mayor parte del área que cubre la licencia de exploración petrolera en Namibia se encuentra en precisamente en Kaza, en total, 520.000 kilómetros cuadrados repartidos entre Angola, Botsuana, Namibia, Zambia y Zimbabue. Allí vive la mayor población de elefantes africanos y es una de las últimas fortalezas del perro salvaje (Lycaon pictus).
Y las dos áreas de exploración de Recon Africa tanto en Botsuana como en Namibia se encuentran en gran parte dentro de la cuenca del río Kavango, que desemboca en el delta del mismo nombre, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los conservacionistas están especialmente preocupados por el impacto potencial que la perforación de petróleo y gas podría tener en los cursos de agua interconectados de la cuenca del río. “Existe una grave falta de conocimiento sobre los recursos de agua subterránea en el área objetivo de extracción de petróleo y gas”, dijo Surina Esterhuyse, geohidróloga de la Universidad del Estado Libre, Sudáfrica en una entrevista. “En Botsuana, la cuenca del río Okavango todavía es relativamente prístina, pero la exploración y extracción planificadas podrían tener graves impactos en el delta y en los recursos hídricos en Namibia y Botsuana, dos zonas de gran escasez de agua”, añadía Esterhuyse, cuya investigación se centra en el impacto de la extracción de petróleo y gas en los recursos de agua subterránea. Como en otras extracciones de recursos similares, para convencer a la población más cercana de las bondades de la actividad minera, la compañía ha anunciado que ya han acondicionado un pozo de agua potable, en una zona de gran carestía de este recurso.
A la escasez de agua, que requerírían los pozos, investigadores y ecologistas suman el riesgo de que se contaminen los recursos hídricos, aumente la deforestación y desertificación, se incrementen los niveles de ruido causados por perforaciones, afectando a personas y a la vida silvestre y haya más caza furtiva e incluso más actividad sísmica, que puede persistir mucho tiempo después de la perforación. Chris Brown, director ejecutivo de la Cámara de Medio Ambiente de Namibia, ya dijo el año pasado que un proyecto de esta naturaleza debía pasar por revisiones ambientales y procesos de permiso y Recon África asegura que habrá jornadas informativas y consultas en las poblaciones ma´s cercanas, Rundu y Nkurenkuru y sus autoridades tradicionales, pero no incluye a otras zonas más alejadas que también podrían ser afectadas y también debieran tener voz y voto.
Por otro lado, los riesgos que plantea la extracción de petróleo y gas podrían ser aún mayores si se utilizan técnicas de fracturación hidráulica no convencionales, comúnmente conocidas ‘fracking’, algo que ha suscitado otra preocupación añadida tras la contratación de ingenieros experimentados en está técnica, si bien tanto Recon como el gobierno de Nambia lo han desmentido.
Llama la atención que la misma Recon Africa que quiere sacar a la atmósfera muchos miles de millones de toneladas de CO2, colaborando en incrementar el cambio climático global, afirme en su web que los camiones que se utilicen serán “eficientes, de huella limitada y ecológicos”, una etiqueta que va a dejar de tener sentido con tanto uso fuera de lugar. También lo llama que el Gobierno canadiense, muy comprometido con los compromisos del Acuerdo de Paris (recientemente anunció un sustancial aumento del impuesto de carbono para reducir un 40% las emisiones hasta 2030), no ponga cortapisas a explotaciones que contradicen estos objetivos.