Mi opinión
Una vez escuché decir a Eduardo Nycander, el fundador de Rainforest Expeditions, lo siguiente: “Nuestra filosofía ha sido la de utilizar la herramienta del ecoturismo para lograr la conservación y desarrollo de las áreas naturales protegidas del Perú y en especial las de Madre de Dios”.
Dicho y hecho, el nuevo Tambopata Research Center, una oda a la naturaleza y la conservación.
El puente que une el comedor y lobby del Tambopata Research Center con las nuevas habitaciones que se han construido en el medio del bosque resulta un desafío para la imaginación y el lugar más apropiado para tomar un primer contacto con la impresionante fauna del Tambopata.
Lo he gozado como si fuera un niño…desde esa pasarela de metal de trescientos metros de largo, suspendida entre el dosel del bosque y el piso, he podido ver monos, venados, pájaros de colores inauditos y, si no me equivoco, la esquiva silueta de un hormiguero gigante.
La aventura TRC es una de las más estupendas que un viajero por la Amazonía puede vivir.
En la selva del Tambopata
Eduardo Nycander, fundador del Tambopata Research Center, el eco-albergue dentro de la Reserva Nacional Tambopata y uno de los centros de investigación más renombrados de la Amazonía, llegó a este paraíso en el año 1989 y de inmediato se puso a trabajar en su conservación.
Entonces no existía la mencionada reserva nacional, tampoco el Parque Nacional Bahuaja-Sonene y la posibilidad de que se destruyeran estos ecosistemas debido al avance de la tala ilegal y al uso inadecuado de los recursos del bosque era inminente.
Al año siguiente, seguro de lo que se debía hacer, Nycander, un veinteañero recién graduado de arquitecto por una universidad limeña y sus más cercanos colaboradores, se dieron el tiempo para levantar el primer albergue con capacidad para recibir visitantes. Apenas “un piso elevado sobre pilotes de madera, un techo de palma, sin paredes, algunos colchones en el piso, una estufa de barro y letrinas, solo lo básico”, lo ha recordado en una entrevista.
Aun así, la impresionante biodiversidad circundante y los avances en el proyecto de conservación de los guacamayos que arribaban a la collpa Colorado, a trescientos metros del TRC, y a las asociaciones de árboles gigantescos que rodeaban la propiedad, resultaban más que suficiente para convencer a los más audaces a lanzarse a la aventura de navegar dos días por el río Tambopata y llegar al albergue.
Eran, sin duda, otros tiempos. Hoy el viaje se hace en pocas horas y se suele ingresar al TRC después de haber pernoctado y vivido otras aventuras en los otros dos albergues de Rainforest Expeditions.
El TRC se ha ido convirtiendo en un lodge de lujo y el Proyecto Guacamayo en uno de los gabinetes científicos más renombrados del planeta. Cientos de investigadores y científicos amazónicos han llegado a estas mágicas orillas del Tambopata para dejar su huella. Los guacamayos escarlatas nacidos en el albergue empezaron a decorar con su insuperable belleza los espacios donde los visitantes se entregaban al descanso y la fauna, segura de la ausencia de cazadores, se ha reproducido a su antojo.
Es, verdaderamente, el paraíso…
El nuevo Tambopata Research Center
De cada tres pasajeros que se alojan en el TRC, uno de ellos, con seguridad, tendrá la oportunidad de ver cara a cara a un jaguar.
El elusivo felino, el mamífero que los Ese ejas de Madre de Dios y también los indígenas de otros pueblos amazónicos encumbraron como mágico, se pasea a sus anchas por las instalaciones del alojamiento. Pude ver sus pisadas, sus enormes huellas, durante mi visita a los gigantescos shihuahuacos donde los investigadores han colocado los nidos de que alojan a los guacamayos que van naciendo para poblar el bosque con sus graznidos y vuelos trepidantes.
La experiencia Tambopata Research Center, sustentada en decenas de kilómetros de trochas por el bosque, visitas a las renombradas collpas Colorado y Chuncho -los lamederos para guacamayos y otras psitácidos más célebres de la Amazonía- y el avistamiento de fauna silvestre poco frecuente en otros escenarios, entre otras actividades, es única.
Una marca registrada por los equipos que conforman la empresa que este año celebra sus primeros treinta abriles…
El actual albergue TRC lógicamente no es el de antes; el de ahora, el nuevo Tambopata Research Center, luce totalmente remozado para estar a la altura de las expectativas de un cliente exigente, que busca aventura, naturaleza auténtica y comodidad.
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A partir del año 2005, me va contando Rocío Guzmán, responsable de las operaciones de marketing de la compañía, se tuvo que empezar a mover, literalmente, parte de la estructura tradicional, dando paso a una nueva, más confortable, mejor. Los ríos en la selva van cambiando de cauce a su antojo inundando el bosque y el Tambopata no podía ser la excepción.
Había que actuar…
Tiempo después, en el año 2017, se construyó un ambiente nuevo con habitaciones muchísimo más cómodas y audaces. Todo ello sin perturbar el escenario natural ni la identidad de la marca.
Para esto se construyó una pasarela elevada que se levanta a tres metros de la superficie terrestre que hace las veces de canopy walk y trocha aérea, cuya finalidad de comunicar las nuevas habitaciones con el comedor-bar-lobby del hotel puede verse interrumpida si es que las huanganas o un imperturbable felino decidieron utilizar la zona para desplazarse.
Fantástico.
El actual albergue cuenta con veinticuatro habitaciones que son un sueño, todas tan bien concebidas que uno podría quedarse a vivir para siempre en ellas. Todas, además, diseñadas siguiendo el Nycander style, otra marca registrada de estos bosques: las habitaciones solo tienen tres paredes, la cuarta no es otro cosa que un delicado marco que permite al pasajero descansar a su antojo viendo y sintiendo la vida del bosque prístino.
Alojarse en estos días en el TRC es un lujo que hay que darse alguna vez en la vida.
La vida en el Tambopata Research Center camina al ritmo de los sueños de sus fundadores y de sus actuales colaboradores. Los visitantes se sienten como en casa y tienen a la mano un pool de actividades para elegir cada día.
Por supuesto que entre los paseos propuestos el que termina siendo el más requerido es el que permite conocer la mítica collpa Colorado, el lugar donde empezó todo.
Con Lauren Bazley, una joven bióloga de la Universidad de Trent encargada del trabajo de campo en elProyecto Guacamayo, pude visitar el apostadero que tienen los investigadores del TRC para registrar el movimiento de los guacamayos que cada día visitan el saladero. Otra experiencia insuperable.
Lauren y Carlos Huamaní, el experto en el manejo de las cuerdas que se usan para llegar a los nidos instalados en los árboles más grandes de las inmediaciones del albergue, dirigían el conteo de visitantes alados en la collpa: “Hoy hemos registrado 35 azul y amarillos o bolivianos, 25 escarlatas, 2 cabezones y también un grupo de pavas, otro de loros, en total 13 especies de aves”.
Regresé a mi habitación en el TRC feliz de la vida, sintiéndome un ciudadano comprometido con el futuro del planeta, contribuyendo con un granito de arena al desarrollo de la ciencia. Eso que los Rainforest Expeditions han
Una vez escuché decir a Eduardo Nycander lo siguiente: “Nuestra filosofía ha sido la de utilizar la herramienta del ecoturismo para lograr la conservación y desarrollo de las áreas naturales protegidas del Perú y en especial las de Madre de Dios”.
Dicho y hecho