Mi opinión
Cinco mil años –y más- de vínculos cotidianos con el mar más rico del planeta. Así podríamos resumir la estrecha relación que nos une con el mar, con infinito océano que baña las costas del litoral nuestro, un mar que cinceló el carácter y el sino de los peruanos de todos los tiempos.
Feliz sampedrito, pescadores del Pacífico y también del continente, hoy más que nunca tenemos obligadas razones para festejar (y cuidar) lo que la naturaleza nos regaló con tanto afán.
En el Día del Pescador, 29 de junio, te contamos que esta actividad milenaria quedó registrada en las evidencias arqueológicas encontradas en una de las ciudades pesqueras más antiguas del Perú: Áspero, centro urbano de la Civilización Caral, la más antigua de América, ubicado en el distrito de Supe Puerto, provincia de Barranca, región Lima.
La población de este centro urbano, hace 5000 años, desarrolló una importante tecnología pesquera debido a que el mar fue su principal fuente de alimento. Entre los instrumentos elaborados resaltan: las redes de pesca hechas de algodón, pesas líticas, flotadores de mate, además de anzuelos elaborados de valvas de choros o de huesos de animales.
Los hallazgos han revelado que en Áspero hubo un alto consumo de anchoveta seca y salada, entre otros peces y especies marinas, como las machas y el choro zapato. Asimismo, se encontró productos agrícolas como la achira, guayaba, pacae, frijol, pallar y zapallo.
Además, sus habitantes realizaban ritos ceremoniales para agradecer a la Cochamama que les proveía de sus principales recursos, los cuales usaban también para el intercambio comercial con los centros urbanos del valle de Supe, como la Ciudad Sagrada de Caral, de donde obtenían el algodón para sus redes, etc.
Las investigaciones en esta ciudad pesquera, hechas por la Zona Arqueológica Caral, Unidad Ejecutora del Ministerio de Cultura, desde hace 15 años, dan cuenta que los habitantes de Áspero elaboraron un sistema de interacción interregional con poblaciones de costa, sierra y selva, a través de vías terrestres y marítimas.
Las interacciones incluyeron el intercambio de bienes, conocimientos y experiencias, en un marco de beneficio compartido y de respeto intercultural, a las costumbres, ideología e idiomas. Esto se demostró con el hallazgo de bienes provenientes de la Amazonía, como los denominados “Ojos de Dios”, los caracoles (Megalobulimus sp.), las plumas de guacamayo y representaciones en tupus de monos aulladores.
De la sierra obtuvieron algunos productos como oca, y del intercambio a larga distancia tuvieron acceso al Spondylus, proveniente de Ecuador, con el cual manufacturaron cuentas para collares.
Adicionalmente, se encontró restos de productos que fueron traídos de más allá de nuestros límites actuales. Por ejemplo, se halló un collar de sodalita, mineral encontrado en Bolivia; y fragmentos y collares de Spondylus, de Ecuador. También se encontró el entierro de un niño similar al realizado por la cultura Chinchorro de Chile.
DATOS
El complejo arqueológico Áspero tiene una extensión de 18,8 hectáreas, sobre la cual se observan 22 conjuntos arquitectónicos, de los que se infieren la diferenciación social y las actividades especializadas de sus habitantes. En un principio, sus poblaciones habrían sido itinerantes, y con el tiempo formaron aldeas de pescadores y marisqueros.
Las técnicas de construcción que aplicaron, al igual que la forma que dieron a los edificios públicos, son similares a aquellas que se observan en la Ciudad Sagrada de Caral. La distribución arquitectónica de Áspero es armónica con la naturaleza.
En 2005, a partir de un convenio entre la Zona Arqueológica Caral y la Municipalidad Distrital de Supe Puerto, se dio inicio a los trabajos de puesta en valor del patrimonio cultural con el retiro de la basura, acumulada por años, en un sector del sitio arqueológico.
En abril de 2020, el sitio arqueológico de Áspero, cumplió 15 años de investigación, conservación y puesta en valor para uso social en el distrito de Supe Puerto, a cargo de la Zona Arqueológica Caral.