Mi opinión
Ernesto Cardenal, poeta y cura, fundó en el archipiélago de Solentiname, en el lago de Nicaragua, una comunidad cristiana basada en los preceptos que Thomas Merthon, un monje benedictino que en la década de los años setenta tuvo cierta influencia en la iglesia latinoamericana.
Triunfante la revolución contra Somoza, Cardenal abandonó la paz aldeana de su comunidad autosuficiente para asumir importantes cargos en la dirección del Frente Sandinista de la Liberación Nacional (FSLN), entre ellos el ministerio de Cultura de su país.
Fue durante mucho tiempo uno de los líderes más influyentes y queridos de la izquierda latinoamericana.
En 1984 fue excomulgado por el papa Juan Pablo II quien lo había reprendido públicamente durante su visita a Nicaragua por haber apoyado a la revolución en su país. Pocos años después, Cardenal renunció al movimiento sandinista debido a discrepancias insalvables con Daniel Ortega, uno de los líderes más importantes del FSLN y actual presidente de Nicaragua.
Desde entonces ha sido un severo crítico del régimen de Ortega.
Hace unos años, en el 2014, para ser más exactos, el papa Francisco le levantó el castigo que se le había impuesto a él y a otros miembros de la jerarquía eclesiástica nicaragüense. Cardenal no ha aceptado hasta ahora el perdón vaticano y se mantiene consecuente con sus filiaciones.
La entrevista que les paso ilustra muy bien la situación que atraviesa Nicaragua, gobernada por un presidente que dejó atrás las banderas del sandinismo primigenio para convertirse en un gobernante populista severamente cuestionado por las organizaciones de derechos humanos. En estos días las manifestaciones contra el régimen de Ortega y su esposa han sido multitudinarias.
El padre y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal llega hoy a sus 90 años, lamentando con nostalgia que la Revolución sandinista que apoyó como ministro de Cultura haya sido traicionada por el presidente Daniel Ortega, de quien dice se ha enriquecido “fabulosamente” en el poder.
“Fue una Revolución muy bella, lo que pasa es que fue traicionada, lo que hay ahora es una dictadura familiar de Daniel Ortega. Eso no fue lo que apoyamos nosotros”, sostiene el poeta, en la entrevista en el Centro Nicaragüense de Escritores, en Managua.
Sin embargo, “no me arrepiento de haber apoyado ese proceso”, afirma Cardenal, un fuerte crítico del líder sandinista que dirigió la revolución de 1979 a 1990 y retornó al poder en 2007.
Encorvado, con su melena blanca y caminando con ayuda de un bastón, Cardenal hace un esfuerzo por atender a los periodistas que lo visitan con motivo de sus 90 años, a lo largo de los cuales se destacó como político, sacerdote, escultor, traductor, poeta y escritor de numerosas obras que han sido traducidas a 20 idiomas.
Cardenal, cuya imagen dio la vuelta al mundo en 1983 cuando el fallecido papa Juan Pablo II lo amonestó y sancionó en público por apoyar la revolución, ya no tiene la misma energía de antes pero se mantiene saludable, aseguran sus asistentes.
Ordenado sacerdote en 1965, abandonó la comunidad contemplativa de la orden trapense que formó en la isla de Solentiname, en el Lago Cocibolca, para apoyar la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda) contra la dictadura dinástica de la familia Somoza que gobernó el país por casi medio siglo.
Convencido de que el religioso “no puede estar ajeno a las luchas políticas”, celebró misas en los campamentos guerrilleros, ayudó a crear una red internacional de solidaridad con la guerrilla, fue vocero del FSLN cuando sus dirigentes estaban en la clandestinidad y compartió junto con Ortega la entrada triunfal de los sandinistas a Managua en julio de 1979.
“Fue la fiesta de un pueblo que en sus 500 años de historia nunca había tenido algo similar”, recuerda Cardenal en su libro “La Revolución perdida” (2004).
Poemas combativos
Sus poemas políticos, como “La hora Cero”, que dedicó a la lucha del héroe sandinista y anti imperialista Augusto César Sandino, inspiraron la composición de canciones testimoniales que animaron la lucha revolucionaria de la época.
“Son los más vigorosos y eficaces que ha dado la poesía política de América Latina”, reconoció en una oportunidad el escritor uruguayo Mario Benedetti.
Sus discrepancias con la conducción política de Ortega lo llevaron a renunciar al FSLN en la década de 1990 y formar parte de la disidencia sandinista.
“Ya no hay FSLN sino un partido ‘electorero’ que ha puesto en el poder de nuevo a Ortega, le ha dado todos los poderes del país y lo está “enriqueciendo fabulosamente”, dice sobre su ex compañero de
Contra el canal interoceánico
El poeta también es detractor del canal interoceánico que el gobierno y la empresa china HKND planean construir a través del lago Cocibolca, la fuente de agua dulce más grande de Centroamérica que alberga Solentiname.
En el pasado, Cardenal fundó en esa pequeña isla un centro cultural de fama mundial en el cual admite fue “muy feliz”.
El canal “acabará con el archipiélago, con el lago y por último acabará también con Nicaragua”, advierte.
Considerado uno de grandes defensores de la teología de la liberación, Cardenal combinó con entrega, sencillez y trabajo su vida literaria con la lucha por la justicia social.
Obra admirada y premiada
Fue galardonado con la Legión de Honor en grado oficial de Francia en 2013, con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2012, el Pablo Neruda en 2009 y fue nominado al premio Nobel de Literatura en 2007.
Entre sus decenas de obras destacan Epigramas (1961); Oración por Marylin Monroe y otros poemas (1965); Oráculo sobre Managua (1973) y Canto Cósmico (1989), culminación de su poesía mística que encierra más de 30 años de investigación.
Hoy vive con sencillez retirado de la esfera pública y sigue haciendo su obra, con nuevos libros entre los que figuran publicaciones recientes como “Que voy de vuelo” y “Somos polvo de estrellas”.
“A mi edad yo ya no tengo proyectos de nada, vivo retirado”, confiesa Cardenal.
1/5/2018