Mi opinión
Conozco a Ernesto Melgar desde que soy un crío, somos recoletanos y ya de grandes hemos sido por un buen tiempo buenos clientes; él como responsable de una importante gerencia del BCP y yo como humilde director de la revista Viajeros, un magazín de viajes que estoy completamente seguro encontraba espacio en la pauta del monstruo de la banca nacional gracias al acendrado concepto que Ernesto tenía –y tiene- del papel que le toca jugar a las organizaciones en la provisión de cultura y responsabilidad social en un país que solo quiere entretenimiento (de los malos) y más entretenimiento.
Coincido con él en todo lo que dice de manera amical y muy didáctica en un post que me rebotó este fin de semana sobre la telebasura. En el mismo sale al frente de los comentarios de quienes se afanan en defender el manido argumento de la libertad de prensa como dogma de fe en un momento de nuestra historia en el que en materia de moral pública y ética ciudadana el barco que nos transporta (a todos) se hunde de manera inexorable y a una velocidad de locos.
No es cuestión, como lo ha caricaturizado el genial Carlín, de cambiar de canal y sanseacabó. Esa solución no soluciona el problema de fondo; el zapping como “democrático recurso” no va a mejorar la manera cómo se están educando los peruanos que en algún momento tendrán mayoría de edad y todo lo demás.
Hay que seguir avivando el debate, que la discusión que se ha iniciado en las últimas semanas sobre el papel de la tele y sus excesos, y que de hecho tiene que ver con un hartazgo mundial, planetario, continúe. Y qué, como dice Ernesto Melgar, CEO de The Atomic Garden en el Perú, las empresas que publicitan en la tele nuestra de cada día asuman una responsabilidad que gran parte de sus stakeholders aprobaríamos en una. La autoregulación de la parrilla televisiva depende de las organizaciones que financian una industria que puede servirnos, si asume su responsabilidad histórica, para abandonar la charca donde hemos ido a parar por acción y omisión de cada uno de nosotros. Qué absolutamente real la frase de Basadre de Meditaciones Peruanas, compendio publicado en 1931: “Toda la clave del futuro está allí: que el Perú escape del peligro de no ser sino una charca, de volverse un páramo o de convertirse en una inmensa fogata. Que el Perú no se pierda por obra o la inacción de los peruanos.»
Dejémonos de lado extremismos y peroratas, la tele, la educación, la correa de transmisión cultural están en crisis, no por culpa de los chicos y chicas de ESG o Combate. No. El asunto es más profundo y merece un análisis mayor, permanente, en todas las esquinas.
Los dejo con estas reflexiones de mi buen campañero de carpeta…
Este es mi comentario a un post en el muro de un buen amigo donde doy mi posición sobre la también respetable opinión de un sector amplio -espero no mayoritario- de la población, pero que rechazo absolutamente:
Pienso que es una falacia lo que dices en casi todos los extremos: hablas de 1.3 millones de personas en el cable formal. Eso no significa ni el 20% de los hogares en un país donde hay casi 7 millones de hogares con televisor en su casa. Sin duda hay otras plataformas para ver ese contenido, pero la industria de la publicidad (en la cual trabajamos y de la cual vivimos) se soporta económicamente sobretodo en la televisión abierta todavía. Dime si tu empresa podría sobrevivir si la gente se queda en internet o se muda definitivamente al cable tomando en cuenta el bajo costo de sus tarifas publicitarias. La industria de la publicidad vive de la televisión abierta.
¿Acaso todos los escándalos políticos respecto a las jugosas comisiones que han cobrado ciertos personajes (¿te suena chocherín?) ligados al gobierno no provienen en su mayoría de la televisión? El mismo presidente hace «finta» con esto de cuestionar ciertos contenidos cuando hay personajes muy ligados a la cúpula que viven de estas comisiones -todas legales por cierto- que pagan los canales de televisión como incentivo a las centrales y agencias de medios. Así que tranquilos que aquí sabemos que no se trata de temor a convertirnos en otra Venezuela.
Eso no pasará porque la mejor manera de mantener anestesiada a la población ante la situación de la economía, la corrupción y violencia que tenemos, es la televisión de este tipo; así que no se traerán abajo a los mejores proveedores de cortinas de humo. Cuando se necesitan, allí están Guti, Melissa y Millet; Edwin, Milena y su hermano el parcero; Florcita y sus dos maridos, etc. Y tampoco es cierto que se trate de tres programas. Es casi toda la programación. La vida privada de la farándula y los chicos de estos programas son omnipresentes en la señal abierta, están en la mañana en bloque de espectáculos, en programas de espectáculos a media mañana, al mediodía, a media tarde, en el bloque estelar y vespertino. También el fin de semana.
Nos estamos INTOXICANDO, no tapemos el sol con un dedo. Y el tratamiento sensacionalista de las noticias, los realities del bloque estelar (ese de Susy y Melcochita es una vergüenza) acaso no son deplorables también?¿la Paisana Jacinta no es más basura racista? No son tres programas por cierto como mencionas. Es fácil decir que cambiemos de canal si no nos gusta y tranquilos con nuestra conciencia y nuestros clientes. Es fácil decir que la educación depende de los padres, cuando el contenido generado mayoritariamente por la televisión está ahora por todas partes. ¿No hay responsabilidad de la televisión?
Hace casi treinta años cuando Sendero campeaba en Ayacucho sentíamos que no nos tocaba; hasta que llegó Tarata y los crímenes selectivos en Lima. Entonces decidimos muchos irnos del país. Total que se joda el resto, yo me pongo a buen recaudo. Eso es lo que pasa ahora, les pongo control parental a los chicos y listo, le doy la espalda a la realidad bajo la premisa de que hay cosas más importantes. Pero nuestros hijos -que deberían ser lo más importante- viven en un entorno en lo que de lo único que se habla es de eso. ¿O no sabes quienes son los ídolos de los adolescentes de los colegios de nuestros hijos?¿Le pones control parental a todo el colegio?
Y claro que hay autorregulación en la publicidad y justamente por eso lo que se pide es que los canales de televisión tomen conciencia y se autorregulen, no solo con el horario de protección al menor sino con su responsabilidad como medios que utilizan una frecuencia electromagnética en concesión, propiedad de esos peruanos a los que están contribuyendo a embrutecer.
Hace como diez años ATV nos vino a buscar a pedirnos ayuda para auspiciar un noticiero «blanco» con la idea de mejorar la calidad de este tipo de programas, sin sangre ni sensacionalismo. Accedimos como otros pocos. No vivió mucho tiempo el programa pues no habían auspiciadores y menos agencias publicitarias que apoyaran la causa porque no había rating. Lo que importaba era llegar a los GRP´s que mandaba la optimización de la pauta. Dices que cuando un programa se excede los auspiciadores le quitan la publicidad, el sistema los castiga. Dame por favor un programa que haya sufrido este castigo.
Allí están Magaly por siempre haciendo lo de siempre, la paisana, los noticieros sangrientos. Un programa se retira del aire cuando no tiene rating y los peruanos hemos demostrado que de motu proprio no elegimos lo mejor para nosotros: mira tu presidente, tu alcalde de Lima, Kenji el congresista más votado del congreso. Creo que cada país tiene los gobiernos que se merece y seguramente también la televisión que merece. Sin embargo, si logramos que la televisión acepte su rol social y tenga propósito de enmienda (nada de controlar contenidos, se trata de AUTOCONTROL) entonces se habrá avanzado en el objetivo de mejorar la sociedad en la que vivimos que no cambiará mágicamente si solo tomamos el control remoto y cambiamos de canal.