Mi opinión
No quiero dejar pasar la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente sin compartir con ustedes las reflexiones de Kristine McDivitt, la directora de Tompkins Conservation, quien se acaba de pronunciar sobre este acontecimiento planetario en el diario La Nación de Buenos Aires.
Digamos que no son estos tiempos los mejores para celebrar y lanzar fanfarrias: el planeta pasa por una crisis de salud, y de salud ambiental, sin precedentes. Nunca como ahora la espada de Damocles que pende sobre nosotros está tan cerca de hacernos trizas…
Por ello son tan pertinentes las reflexiones de la conservacionista y filántropa que hace tiempo cito con emoción y total respaldo: “Los humanos hemos alterado severamente el 75% de la tierra y el 66% de los océanos, según el informe del IPCC Cambio Climático y Tierra del año pasado. Es escalofriante pensar que solo una cuarta parte de este planeta permanece intacto para las otras especies que lo habitan. Si la Tierra fuera nuestra cuenta de ahorros, estaríamos al borde de la bancarrota”, comenta la viuda del célebre Douglas Tompkins.
Y tiene razón: el Armagedón que hemos creado ha puesto en jaque la existencia de más de un millón de especies y si no hacemos un cambio de timón audaz y certero, la hecatombe nos terminará de devorar. No exagero.
La receta de Kris MacDivitt, la fórmula que ella, su esposo y los equipos de su fundación en Chile y Argentina han desarrollado con éxito, es clara. Los seres humanos debemos aprender a actuar colectivamente y de manera bondadosa entre nosotros, en comunión con la naturaleza y sus criaturas, regenerando lo que hemos destruido y devolviendo a sus hábitats a las especies que desalojamos a mansalva.
Si hacemos lo que la MacDivitt aconseja y viene haciendo en los lugares donde su fundación trabaja, de verdad, de verdad, otro mundo será posible. En este #DíaMundialdelMedioAmbiente pensemos que la tarea es posible y juntémonos para lograrla. Ese es el único camino, buen fin de semana para todos, feliz día, Gaia.
A medida que el coronavirus invade al planeta, dejando sufrimiento, pérdidas e incertidumbre a su paso, recordamos que esta no es la primera pandemia mundial y probablemente no será la última. Esta contingencia nos llama a actuar en varios niveles. En primer lugar, a actuar colectivamente para poner fin a la crisis de salud mundial . Pero cuando nuestra comunidad global esté avanzando hacia la recuperación, sería negligente no considerar los otros aspectos menos obvios de esta crisis. Nuestra respuesta a largo plazo debe incluir la bondad entre los humanos y en nuestra relación con la tierra .
A lo largo de la historia humana, hemos tenido una zona de amortiguación de enfermedades mortales como COVID-19: grandes extensiones de naturaleza intacta. Al arrasar los bosques, destruir otros hábitats naturales y al reemplazar las especies nativas con especies domésticas e invasoras, hemos desplazado estos patógenos de sus huéspedes naturales y hemos facilitado su transmisión a las poblaciones humanas. Lo hemos visto en la cuenca del Amazonas, donde la destrucción del bosque ha provocado un fuerte aumento de los casos de malaria. El SARS, el ébola y la gripe aviar son otros ejemplos.
Cada uno de nosotros, directa o indirectamente, ha experimentado el caos generado por la destrucción de la naturaleza. ¿Pero qué pasa con el sufrimiento dentro del mundo natural? Un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, debido en gran parte a la pérdida de su hábitat natural.Los humanos hemos alterado severamente el 75% de la tierra y el 66% de los océanos, según el informe del IPCC Cambio Climático y Tierra (2019). Es escalofriante pensar que solo una cuarta parte de este planeta permanece intacto para las otras especies que lo habitan. Si la Tierra fuera nuestra cuenta de ahorros, estaríamos al borde de la bancarrota.
Es evidente que debemos abordar este problema, tanto por el bien del mundo no humano como por el nuestro. En estos días de cuarentena diversas fotografías han estado circulando por Internet: pumas merodeando por un barrio en Santiago de Chile, y coyotes sueltos en San Francisco, Estados Unidos. Nuestra primera reacción es aplaudir estas apariciones como un signo de que la naturaleza está regresando. Sin embargo, sospecho que nuestras contrapartes salvajes han estado allí por mucho tiempo, sin ser vistas y al margen, buscando un lugar en el territorio que han perdido. Quizás la única diferencia ahora es que el mundo está lo suficientemente quieto como para prestar atención.
Pasemos desde la conversación a las acciones concretas que podemos tomar a nivel local, nacional y global para salvaguardar el mundo natural y ayudar a restaurar los ecosistemas para que estén completos y en funcionamiento. Solo podemos lograr el equilibrio ecológico cuando se restauran las especies nativas que han desaparecido.La reintroducción de los lobos en Yellowstone nos mostró la influencia positiva que una especie puede tener en el resto de su entorno. También hay historias de advertencia: al disminuir las zarigüeyas en América del Norte, se dispararon las poblaciones de garrapatas, trayendo consigo la enfermedad de Lyme.
Podemos elegir ayudar a la naturaleza a sanar restaurando la Tierra. En Tompkins Conservation, hemos pasado varias décadas trabajando para crear parques nacionales.Con la ayuda de comunidades, individuos y gobiernos, hemos ayudado a proteger más de 5,7 millones de hectáreas en Argentina y el sur de Chile. Sin embargo, esto solo ha sido el comienzo. Nuestros equipos ahora están trabajando para establecer nuevas poblaciones de especies nativas en los lugares donde se han extinguido o donde están al borde de la extinción. En el sur de Chile, las bandadas de ñandúes están regresando a los pastizales. En los Esteros del Iberá, en el noreste de Argentina, los guacamayos rojos, las nutrias gigantes y los jaguares que alguna vez se extinguieron se encuentran entre los que están regresando.
La reducción temporal de las emisiones de gases de efecto invernadero producto de las cuarentenas nos ha demostrado que es posible tomar las medidas necesarias para vivir de manera diferente, más consciente, y así lograr una mejor calidad de vida.
La recuperación a gran escala de los ecosistemas también puede ayudar a restablecer el aire limpio, el agua no contaminada y los suelos saludables que la vida humana y no humana requieren para subsistir. La reducción temporal de las emisiones de gases de efecto invernadero producto de las cuarentenas nos ha demostrado que es posible tomar las medidas necesarias para vivir de manera diferente, más consciente, y así lograr una mejor calidad de vida. Tenemos la oportunidad de devolver el equilibrio al planeta, aprovechando esta pausa en nuestras vidas -con las terribles consecuencias que ya conocemos- para comprender que se requiere una nueva normalidad.
*Kristine McDivitt Tompkins es presidenta y cofundadora de Tompkins Conservation y exdirectora ejecutiva de Patagonia, Inc. Durante más de veinticinco años, ha comprometido su carrera a proteger y restaurar la belleza y biodiversidad salvaje de Chile y Argentina creando parques nacionales, restaurando vida silvestre, activismo inspirador y fomento de la vitalidad económica como resultado de la conservación. En 2018 fue nombrada Patrona Global de las Áreas Protegidas de las Naciones Unidas. Para obtener más información, visite www.tompkinsconservation.org o visite Facebook , Instagram y Twitter .