Mi opinión
Continuamos con el relato de Juana Payaba, la combativa dirigente nativa de la comunidad de Tres Islas, desde hace varios años querellante –con sacrificado éxito- contra la minería ilegal que se instaló en el territorio de su comunidad. Como dicta la ley, la minería ilegal es aquella que se realiza en espacios prohibidos como las riberas de ríos, lagunas, cabeceras de cuenca y las zonas de amortiguamiento de las áreas naturales protegidas. También se considera minería ilegal a la que usan equipo y maquinaria pesada, que no corresponde a la categoría de pequeña minería o minería artesanal.
El Decreto Legislativo nº 1105, define entonces a los mineros ilegales como aquellos que no cumplen con las exigencias administrativas, técnicas, sociales y ambientales que la ley dispone, o que realizan su actividad en zonas en las que ésta está prohibida.
Para mí es clarísimo, entonces, que los mineros que invadieron Tres Islas eran, en su mayoría, ilegales: actuaban en cuerpos de agua donde está prohibida toda actividad minera y los permisos que otorgados por la Dirección Regional de Energía, Minas e Hidrocarburos – Madre de Dios que exhibieron cuando fueron denunciados por Juana Payaba y los demás dirigentes de la comunidad nativa, habían sido expedidos por las autoridades regionales sin el debido consentimiento de los comuneros de Tres Islas.
Dicho lo anterior, disfruten la segunda parte del testimonio de esta valiente mujer, todo un ejemplo para los pueblos en pie de lucha contra las actividades ilegales que devastan lo que es de todos.
«Yo conocí a Raquel Yrigoyen en un evento del poder judicial en Chanchamayo, lejos de Puerto Maldonado. Ella estaba dando una exposición sobre el derecho de los pueblos indígenas. Allí estaban todos los miembros del poder judicial de la Amazonía. Por Madre de Dios había ido tres representantes, el presidente de la sala, el de la corte y el fiscal. Yo les dije a todos todo lo que estaba pasando en Tres Islas y qué es lo que han hecho los tribunales con nosotros. Les dije sus verdades, ellos (las autoridades e Madre de Dios) eran los encargados de hacer valer nuestros derechos, nosotros somos una comunidad nativa y teníamos el derecho de poner una caseta de control para cuidar nuestro territorio, pero ellos no quisieron hacer justicia. ¿Cuánto de plata les habrán dado?
Raquel ya se iba, estaba apurada, terminó de hablar y ya se iba, Raquel siempre hace esas cosas, termina de explicar y se va al aeropuerto para volver a Lima, como ella es profesora en la Universidad Católica, al toque se va. Doctora, por favor, tiene una tarjetita, le pedí rápido su tarjeta. Y me dio su tarjetita.
Raquel ya se iba, estaba apurada. Raquel siempre hace esas cosas, termina de explicar y se va al aeropuerto para volver a Lima, como ella es profesora en la Universidad Católica, al toque se va. Le pedí rápido su tarjeta y ella me dio una. Apenas regresé a Tres Islas convoqué a una Asamblea y les dije a mis hermanos: “Esto no puede quedar así, tenemos que ser el ejemplo para otras comunidades y por lo tanto aquí hay una abogada que puede llevar nuestro caso, vamos a llamarla”. Así trajimos a Raquel. Ella aceptó y vino. Volví a convocar a la Asamblea y allí ella nos dijo, bien clarito: “Yo no les voy a decir que mañana vamos a ganar este juicio, pero tengan la seguridad que tarde a temprano vamos a ganar, porque aquí les han violado sus derechos como pueblo indígena que son”.
A raíz de esa reunión Raquel preparó nuestra defensa y nos hizo ganar. Al principio yo tenía miedo de ir a la cárcel, yo también me estaba desmoralizando, no creas, tenía miedo de ir a la cárcel, tenía miedo de ir a la fiscalía, yo pensaba que me iban a detener cualquier día. En un momento le dije a mi comunidad, de cólera: “Mejor me voy presa para que ya se acabe este problema”. Después me dije: “No carajo, no me voy presa, yo la voy a pelear hasta el último”. “Verán que voy a conseguir que estos serranos de mierda no se burlen de los pueblos indígenas”, así les dije a los comunarios.
Presentamos nuestra defensa al Tribunal Constitucional, yo viajé a Lima para estar en las audiencias y al final, después de tanta lucha, ganamos, el tribunal nos dio la razón y ordenó que se nos repare[ii]
A espera que se cumpla la sentencia
Queremos que se cumpla la sentencia del Tribunal Constitucional en todas sus partes, ellos tienen que pagar lo que han destruido, los daños ambientales que nos han hecho. No perdemos la esperanza, estamos conscientes de las presiones y las amenazas de los mineros, a ellos no les convienen que se cumpla la sentencia. El Tribunal Constitucional ha reconocido nuestros derechos como comunidad nativa a cuidar nuestro territorio. La sentencia es ejemplar, le va sirve a los demás pueblos indígenas que han sido invadidos por los mineros y por eso seguimos luchando. Ahorita solo falta que se cumpla totalmente la resolución del Tribunal Constitucional. Eso es lo que buscamos, queremos que nos repongan, que nos devuelvan todo lo que hemos perdido, es mucha plata que se ha perdido, pasajes, comer, ir, hoteles, queremos que nos devuelvan lo que hemos gastado.
Por eso es que fuimos a Washington la doctora Raquel y yo. Hemos ido hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que nos escuchen. Qué edificios tan grandes, hacía mucho frío. Yo presenté el caso, me dijeron que solo podía hablar cinco minutos, pero yo hablé mucho más. Calladitos me han oído, yo tenía que decir toda la verdad porque yo era la única que sabía lo que le habían hecho a mi comunidad. Nada me aguanté, les conté cómo nos habían engañado los jueces, cómo nos habían abandonado las autoridades del Estado, cómo había destruido nuestros bosques y ríos, toditito.
Yo no me chupo, cuando ya estoy para hablar, me da ira, me da cólera y digo todo. Me da cólera que la gente no tome conciencia de lo que nos pasa. No hemos perdido, la lucha sigue. Lo que está en juego es nuestro territorio, nuestro futuro, no vamos a parar.
La gente se va aburriendo, estamos amenazados. A mí me han querido hacer daño más de una vez, la última vez fue en diciembre del año pasado, entraron a mi casa pero felizmente no me encontraron, estaba en Lima, si me encontraban seguro que me hubieran hasta matado. Ellos creen que yo me voy a Lima para agilizar los documentos, ellos nos tienen miedo.
Soy una persona a la que le gusta que todos aprendan para que tengan dos o tres soles para salir adelante y no desperdiciar los recursos que hay. Hablando, hablando con los hermanos entendimos que debíamos manejar de otra manera los recursos de nuestro territorio. Tomamos contacto con una ONG que nos ayudó a organizarnos, a capacitarnos, a crear comités productivos. En el comité de castañas de Tres Islas del que también fui presidenta aprendimos a hacer snacks, a hacer cremoladas, chupetes de helado, aguajina, a trabajar con la pulpa de aguaje y de ungurahui…hasta creamos una marca para vender nuestros productos. Ohee la llamamos, ohee en ese eja significa trabajo en común.
Nos volvimos un equipo, todos trabajando de la mano para evitar que tercerizaran nuestros productos, nuestra madera, nuestras castañas. Y lo logramos.
El año pasado volví a los Estados Unidos para recibir un nuevo premio[ii]. Era a mi nombre pero estoy segura que me lo dieron por la lucha de mi comunidad, por la lucha de las mujeres de mi comité de castañas. Falta retomar. Cuando fui a recibir el premio a Nueva York también hablé, todo les he contado. Qué estábamos tratando de vencer a los mineros, les conté, y que lo íbamos a conseguir…
Avances en gestión de la tierra y principales expectativas
La gente me escucha y ahora que estoy sana [iii]. algunos comuneros quieren que vuelva a ocupar un cargo. “Tú vas a ser de nuevo nuestra presidenta”, me dicen. “Solamente tú has llevado esto hasta el final”. Has hecho esto, has hecho lo otro. Si yo voy a ser de nuevo presidente solo voy a aceptar serlo dos años más porque deben ser los jóvenes quienes velen por las necesidades de nuestro pueblo. Ya nosotros hemos abierto el camino, hemos cumplido.
El mensaje de nuestros padres, de nuestros ancestros lo hemos cumplido, ahora le toca a otros. Hay que velar por el territorio, por el bien común de todos, eso es lo que hemos hecho. Siempre he pensado en las nuevas generaciones, en mis hijas, en mis nietos, qué van a hacer de ellos sino aprenden a luchar. Si no fuera por mis hijas, por mis nietas, por mi hija Almendra yo me hubiera muerto o me hubiera ido a la cárcel nomás para que acabe tanta persecución. Por ellas es que he resistido.
Soy una persona a la que le gusta que todos aprendan para que tengan dos o tres soles para salir adelante y no desperdiciar los recursos que hay. Hablando con los hermanos entendimos que debíamos manejar de otra manera los recursos de nuestro territorio. Tomamos contacto con una ONG que nos ayudó a organizarnos, a capacitarnos, a crear comités productivos. En el comité de castañas de Tres Islas, del que también fui presidenta, aprendimos a hacer snacks16, a hacer cremoladas, chupetes de helado, aguajina, a trabajar con la pulpa de aguaje y de ungurahui, hasta creamos una marca para vender nuestros productos. “Ohee” la llamamos, ohee en ese eja significa trabajo en común. Nos volvimos un equipo, todos trabajando de la mano para evitar que tercerizaran nuestros productos, nuestra madera, nuestras castañas. Y lo logramos. [iv]
El futuro de mi comunidad ya está en camino. Uno, hay que tener fe en el turismo que ya está empezando a andar. Necesitamos un proyectista que nos apoye. Ya tenemos apoyo para lo de la madera, también para lo de los productos naturales. Quisiera que el territorio entero esté saneado, todo y que las autoridades tengan conocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y no choquen con nosotros. Que nos dejen vivir como antes vivíamos, que la felicidad sea para todos. Si logramos que ellos se vayan otra vez van a volver los animales, otra vez van a volver los pescados, el agua va a dejar de estar oscura, ellos la han contaminado. Yo quisiera que esta comunidad sea ejemplo para todas las comunidades.
La lucha continúa
Nuestra lucha no ha terminado, hermano. Aquí hay cinco comuneros que están contaminados con mercurio[v]. Eso me preocupaba y decía yo, no podemos dejar así a los hermanos que se sigan contaminando. Ellos tienen mercurio, ellos tienen seis por ciento de mercurio, un niñito tiene tres y medio. Entonces yo decía de repente todos estamos contaminados, así iba pensando. También mis hijos, mis hijas. Los mineros depredado todo, han contaminado el agua, han contaminado los peces, todo lo han malogrado.
¿Mi lucha ha servido?, la gente lo dirá, el pueblo lo dirá si ha servido o no ha servido. Pero yo pienso que sí ha servido, que ha sido una lucha tan grande que una comunidad logre que se respete su autonomía que tiene, que siempre la hemos tenido, antes que haya el estado la hemos tenido. Nosotros ya estábamos aquí y, por tanto, tenemos derechos sí o sí que se deben respetar [vi]
Mucho tiempo hemos peleado, los días han pasado, los años han pasado, nunca nos han hecho caso. Mi esposo me sigue apoyando, gracias al Señor no pasó nada y él está aquí conmigo, felizmente que estamos donde estamos, pero los días que perdimos, hermano, ya no van a regresar. Hemos perdido mucho pero para el bien común de los comuneros. Un bien común para los niños, un bien común para guardar un territorio para que vivamos todos en felicidad. Tener para comer, para tomar, el territorio es como un mercado donde tú vas a comprar y ni siquiera con plata…tomas lo que es tuyo. Así es hermano, esta es mi historia, esta es la historia de mi comunidad. Ya hemos ganado esta guerra”.
Juana Payaba Cachique
Comunidad Tres Islas, Marzo de 2017
Agradecimientos:
Juana Payaba y Adolfo Cagna, Comunidad Nativa Tres Islas
Dra. Raquel Yrigoyen, Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS)
Anna Cartagena y Kjeld Nielsen de la Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICCA)
Gonzalo Lugón y Raúl Santiváñez, Camino Films
Walter Silvera, revista Viajeros
Contactos: Juana Payaba Cachique
Comunidad Nativa Tres Islas, Madre de Dios
Teléfono: (51 82) 989560294
Dra. Raquel Yrigoyen
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Javier Martínez Rainforest Expeditions
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[i] La sentencia del Tribunal Constitucional, el máximo órgano de justicia del Perú dictaminó: “Declarar FUNDADA la demanda con respecto a la afectación del derecho a la propiedad de la tierra comunal y del derecho a la autonomía comunal de la Comunidad Nativa Tres Islas. En consecuencia, ANULA la Resolución Nº 8, de fecha 25 de agosto de 2010, derivada del Expediente Nº 00624-2010-0-2701-JR-PE-01, expedida por la Sala Mixta y Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Madre de Dios. ORDENA a la Sala Mixta y Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Madre de Dios emita una nueva Resolución conforme a los fundamentos de la presente sentencia. ORDENA que cesen los actos de violación del territorio de la propiedad comunal y de autonomía de la Comunidad Nativa Tres Islas vinculados a este caso”. Sin embargo, esta sentencia aún no se hizo totalmente efectiva, porque si bien Juana y su comunidad han dejado de ser querellados ante el Poder Judicial, los infractores no han pagado lo que les corresponde para subsanar los daños y el Estado peruano sigue permitiendo el ilegal ingreso de los mineros a su territorio. Por lo que es un triunfo parcial, importante pero no definitivo.
[ii] Se le otorgó el Premio al Liderazgo Comunitario de Rainforest Alliance por su continua dedicación, innovación y liderazgo en la conservación medio ambiente. https://www.servindi.org/actualidadnoticias/24/05/2016/la-leccion-de-juana-payaba-en-la-defensa-ambiental
[iii] En medio del conflicto entre la comunidad y los mineros que habían invadido su territorio la señora Juana Payaba enfermó de cáncer viéndose obligada a apartarse de sus responsabilidades como dirigente.
[iv] En muy poco tiempo la comunidad de Juana Payaba pasó de un modelo extracción de los recursos que priorizaba la venta de la madera a precios irrisorios, en bruto prácticamente, a otro que privilegiaba los planes de manejo, la comercialización de productos maderables con valor agregado y el trabajo en equipo. “Si antes tercerizábamos nuestra madera, rememora Neptalí Villar, fiscal del comité de madera, regalándola en la práctica, empezamos a venderla, bien trabajada, a buenos precios”. En el aserradero que los miembros de la comunidad construyeron, el trabajo tecnificado y planificado al detalle resaltan sobre la improvisación y el desánimo anterior. “Ahora comercializamos legalmente la madera, concluye Villar, si las demás comunidades nativas hicieran lo mismo, podríamos salvar el bosque”. En la Comunidad Nativa Tres Islas, mientras el gobierno regional sigue entregando concesiones a mineros sedientos de oro, el aprovechamiento integral de los recursos ha logrado la expansión del área de manejo forestal a 6,500 hectáreas (ha), aumentando en casi 480 por ciento el precio por pie/tabla de sus bosques. Lo mismo ha ocurrido con la castaña, un recurso que la comunidad conoce y que también empezó a ser manejado desde un comité: el área de cosecha de la llamada nuez de Brasil llegó a alcanzar las 3,300 ha, todo un récord, aumentando las ventas y los beneficios para cada familia involucrada.
[v] En el año 2009, un estudio realizado por el Instituto Carnegie determinó que algunas especies de pescados comercializados en Puerto Maldonado presentaban niveles de mercurio superiores a los límites permitidos. Se sabe que el pescado constituye la base proteica del poblador amazónico; de hecho el consumo per cápita de este recurso en Madre de Dios alcanza los 50 kg por año, siendo el promedio mucho más alto en las comunidades indígenas. En el 2012 nuevas pruebas arrojaron cifras más contundentes: el promedio de mercurio encontrado en el cabello de 225 personas sometidas a una medición toxicológica, todos consumidores recurrentes de pescado, fue de 2,73 partículas por millón (ppm), cuando el limite indicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 1 ppm. Las conclusiones de los científicos liderados por el Instituto Carnegie advierten que la contaminación mercurial es cinco veces más alta en las comunidades nativas.
[vi] Sobre la sentencia del Tribunal Constitucional la Dra. Yrigoyen ha dicho: “La sentencia del tribunal es un reconocimiento explícito a la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas que en su artículo 3 reconoce la libre determinación. Eso ni siquiera está reconocido en el Convenio 169 de la OIT. El caso de Tres Islas se estudia internacionalmente y otros pueblos indígenas de nuestro continente están basándose en ella para reclamar se respeten sus derechos consuetudinarios”.
9/7/2017
Juana contra el mundo. La comunidad nativa de Tres Islas y la minería ilegal, primera parte