Mi opinión
Retorno después de tiempo a Paco Nadal, en estos momentos, me imagino, sacándole provecho a la fortuna por Cabo de Hornos, qué andadura la suya: el viajero más conocido del periodismo español acaba de subir a las redes la relación de los destinos que más le apasionan de ese Perú que conoce tantísimo y a quien suele referirse siempre con respeto y un conocimiento bastante prolífico de sus rincones más trascendentes para el planeta turismo. Les dejo la nota que he cogido al vuelo del ciberespacio, los quince elegidos por el murciano son de verdad una joya. ¿Has tenido la oportunidad de recorrer esos parajes? No quiero pecar de presumido, pero yo sí…
1. Cusco
Nueve siglos de historia escritos en piedras ciclópeas lleva vividos Cusco en estas alturas andinas. Primero, como capital del imperio de los incas, que le dieron su nombre en quechua: Qo’sco (cuyo significado es «ombligo del mundo»). Fue un asentamiento de gran importancia para los conquistadores españoles, aunque no establecieron su capital aquí, sino en Lima. Hoy Cusco es la capital turística de Perú y también el máximo emblema de su cultura mestiza. Los españoles usaron las gigantescas piedras de ángulos imposibles talladas por los incas como cimientos para levantar sobre ellas templos y palacios coloniales y más tarde, llegada la República, otros edificios civiles. En el paisaje humano, en las fiestas y en las manifestaciones religiosas de Cusco está escrita la historia mestiza de este pueblo con creencias y costumbres ancestrales, un santuario de cultura y tradición.
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2. Machupicchu
Si vas a Perú por primera vez hay un lugar que tienes que visitar sí o sí: Machupicchu, que por sí solo justificaría el viaje. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983 y está considerado como una de las siete maravillas del mundo moderno. Nunca decepciona. La más famosa de las ciudadelas incas permaneció 400 años olvidada y sepultada por la maleza hasta que, en 1911, el historiador estadounidense Hiram Bingham la localizó por casualidad con la ayuda de varios lugareños mientras buscaba otro lugar, la ciudad perdida de Vilcabamba. Hoy la idea más aceptada es que Machupicchu fue un centro ceremonial. Una pequeña ciudad construida en tiempos del inca Pachacutec con varios templos, unos 200 hogares para sus cerca de mil residentes y terrazas agrícolas que abastecían a la población local. Es un destino místico con un profundo significado espiritual debido a su diseño y alineación con fenómenos astronómicos.
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3. El valle Sagrado (Cusco)
La ciudad del Cusco está a tanta altura (3.274 m s n m) que no permite el desarrollo de muchos cultivos. Por eso los incas establecieron sus zonas de producción a lo largo del río Urubamba, un largo valle encajado entre altivas montañas al norte de la capital, pero a una cota 600 metros inferior a esta. Gracias a esa menor altitud, el valle goza de un microclima y una fertilidad que permitió a los incas establecer en él lo que iba a ser el granero del imperio. Es lo que hoy conocemos como Valle Sagrado de los Incas, porque además de los andenes (terrazas) donde cultivaban maíz, camotes, ají, quinua o papas están algunas de las principales poblaciones, santuarios y fortalezas incas, como Pisac, Ollantaytambo, Chinchero o Moray.
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4. Rafting en el Urubamba
En Perú hay varios ríos donde se puede practicar un rafting muy adrenalínico. El más recomendable y asequible –por su ubicación dentro de los circuitos turísticos– es el Urubamba, que cruza toda la región del Cusco. Una excusa perfecta para recorrer el Valle Sagrado de los Incas de una manera muy original y vivir la aventura. Los descensos más tranquilos y asequibles, aptos para todo tipo de público, se localizan entre Pisac y Ollantaytambo, con rápidos de clase III y a veces IV. Desde dentro del río –en el silencio de los rápidos de aguas achocolatadas que zarandean la embarcación como si fuera una nave de totora– el paisaje de maizales, eucaliptos y aldeas de adobe se disfruta de una manera mucho más especial. Entre rápido y rápido llegan zonas tranquilas de aguas mansas donde darse un baño. Desde aquí dentro, al abrigo de ruidos y carreteras, se antoja que la vida ha variado muy poco en este valle Sagrado del Urubamba desde la época precolombina.
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5. El Camino Inca
Más turismo activo y de aventura en Perú. Un camino empedrado que unía la ciudad sagrada de Machupicchu con Cusco y que hoy se conoce como el Camino Inca es la ruta de trekking más famosa de Sudamérica. Una manera de alcanzar las ruinas más lenta que el tren, pero mucho más auténtica. Tiene un total de 82 kilómetros y se necesitan cuatro días para hacer el camino completo desde Cusco (también hay caminatas organizadas de dos días). La mejor época para hacerlo es de mayo a octubre, la temporada seca. El Camino Inca está muy regulado y solo se autoriza la estancia de un número limitado de personas para garantizar su conservación. Debes reservar y pagar con mucha antelación.
6. Lima
La capital peruana es un crisol de culturas que se entrelazan. Desde los palacios coloniales en el centro histórico hasta los barrios bohemios y modernos, Lima refleja la evolución constante de la cultura peruana. Y además, tiene mucho que ver. Para empezar, la zona centro, incluida la plaza de Armas, la plaza San Martín y el entorno de la bellísima iglesia de San Francisco, que forman un agradable conjunto colonial. Tiene, por supuesto, museos maravillosos, como el Larco Herrera, una colección privada de cerámica preincaica de visita obligada. Y la visita gastronómica: Lima tiene algunos de los mejores restaurantes del país y ¡del mundo! Y su intensa vida cultural. Es una ciudad donde la creatividad, el mestizaje cultural y las vanguardias bullen a un ritmo desenfrenado. En Lima se pueden disfrutar de emocionantes actividades acuáticas, como el surf y el parapente en la Costa Verde, la franja litoral que protege y separa a la ciudad del océano Pacífico.
7. La laguna de Huacachina y la Reserva Nacional de Paracas (Ica)
En un país con tantos desiertos (aunque sean de altura) es lógico que haya también oasis. Uno de los más famosos al sur de Lima (unos 300 kilómetros por la carretera Panamericana) es la laguna de Huacachina, a cinco kilómetros de la ciudad de Ica, en pleno desierto costero. Un lugar sorprendente formado por un afloramiento de aguas subterráneas de color verde esmeralda en una zona de dunas de arena. La humedad ha permitido el crecimiento de un pequeño oasis de palmeras, algarrobos y eucaliptos que sirven de descanso a aves migratorias y de entretenimiento a los miles de turistas que llegan hasta aquí, muchos de ellos para practicar sandboarding, el surf de las dunas. Pero en esta zona, a poco más de una hora en coche, se encuentra el pueblo costero de Paracas, que alberga la Reserva Nacional de Paracas, puerto ideal para navegar en busca de las islas Ballestas y descubrir un territorio virgen donde habitan lobos marinos, pelícanos y pingüinos de Humboldt. También donde divisar la accidentada orografía de la costa y el Candelabro de Paracas, un imponente geoglifo grabado en la loma de una colina.
8. El lago Titicaca
El lago navegable más alto del mundo es un mar en medio de los Andes. Un lugar místico y protagonista de dos leyendas: la primera la de dios Viracocha que salió desde sus aguas para crear al mundo tal y como lo conocemos, y la segunda, la de Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos de Viracocha, que emergieron del lago con la misión de fundar el majestuoso Imperio Inca, la cultura más vigorosa del Perú. El Titicaca está hoy habitado por pueblos singulares. Uno de ellos son los uros, pescadores que llevan siglos viviendo en islas flotantes de totora. Otros son los quechuas que viven en islas como Amantaní o Taquile, donde las costumbres, la vestimenta y las formas de cultivo han cambiado muy poco desde la era precolombina. Un mar muy cerca del cielo. Eso es el Titicaca. Una oportunidad para descubrir el encanto de sus habitantes y la belleza de las alturas.
9. Arequipa
Arequipa es la ciudad blanca, llena de iglesias, conventos, palacios y casas coloniales que reflejan a la perfección la síntesis entre la cultura inca y la española. Su principal atractivo turístico es el monasterio de Santa Catalina, fundado en 1580 como retiro para hijas de las mejores familias españolas que, por tradición, debían tomar los hábitos. Un claro ejemplo de cómo la cultura religiosa europea se fusionó con la identidad local. Más que un cenobio al uso, Santa Catalina fue creciendo como un pequeño pueblo de calles encaladas y viviendas de diversos tamaños en las que residían cada una de las monjas. Hoy Santa Catalina es un pueblo del siglo XVI dentro de la ciudad, con calles pintadas de rojo y blanco e indudable sabor colonial.
10. El valle del Colca
Un abismo se abre al sur del Perú, a los pies del gran volcán Ampato. Es el cañón del Colca, el segundo más profundo del mundo. Un tajo que llega a alcanzar 4.160 metros de profundidad por cuyo fondo se desliza el río Colca. Las cumbres nevadas de volcanes de más de 6.000 metros de altitud recortan un cielo limpio y transparente por el que es fácil ver volar los cóndores. El Colca es uno de los valles más remotos y bellos del sur de Perú. Está a unos150 kilómetros de la ciudad de Arequipa que, con paradas, se convierten en 4 horas y media de trayecto por carretera. Pero al Colca no se va solo por la espectacularidad del paisaje. Las iglesias coloniales del Colca, célebres por su sencillez constructiva y el detallismo de su decoración interior en yeso, son otra buena excusa para la visita, así como la adrenalina: descender en rafting las aguas del Colca es una experiencia que nunca se olvida.
11. La Reserva Nacional Tambopata y el Parque Nacional del Manu
Tal vez Perú no sea un destino al que se le relacione con la selva, pero hay un Perú muy verde, de selvas altas y bajas que ocupa algo más de la mitad de la superficie total del país. En el sur, esta porción geográfica que se encaja entre los Andes, Bolivia y Brasil está protegida bajo la Reserva Nacional Tambopata y el Parque Nacional del Manu en el departamento de Madre de Dios. Está considerado uno de los bosques tropicales mejor conservados de Sudamérica. Buena parte es de acceso restringido a científicos e indios matsiguenka, originarios de esta región del alto Amazonas. Pero también existen secciones abiertas a las visitas turísticas, siempre guiadas por empresas autorizadas. Una excelente oportunidad para descubrir la rica flora y fauna de la zona y de practicar canopy (caminar de copa en copa de los árboles) y paseos en bote por los ríos.
12. La cordillera Blanca y el Parque Vacional Huascarán (Áncash)
La Cordillera Blanca es una de las grandes maravillas de la naturaleza de Perú. Enclavada en plenos Andes, esta cadena montañosa es un espectáculo de seismiles nevados, glaciares, lagunas y páramos de altura; el territorio perfecto para los amantes del trekking y el montañismo. Para disfrutar la aventura en este territorio, debes llegar a Huaraz, la capital del departamento de Áncash, que está a 3.091 metros sobre el nivel del mar y rodeada de montañas majestuosas. A Huaraz y a la Cordillera se viene sobre todo a caminar. Y a contemplar la naturaleza. Por eso es importante acertar con las fechas. La mejor época es la temporada seca, de mayo a septiembre, cuando hay más garantía de encontrar días despejados y soleados. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que la mayor parte de la Cordillera (un total de 340.000 hectáreas) está protegida bajo la figura Parque Nacional Huascarán y se paga una tarifa de acceso de entrada (bastante asequible). Si estás por la zona, no dudes en visitar Chavín de Huantar, está a unas tres horas por carretera desde Huaraz y son unas impresionantes ruinas preincaicas de la cultura Chavín, la que floreció entre el 1.500 y el 300 a.C.
13. La Ruta Moche
La Ruta Moche es un itinerario por los desiertos costeros del norte de Perú que enlaza los principales yacimientos arqueológicos de la cultura Mochica. Si quieres ver otro Perú menos turístico, muy auténtico y lleno de yacimientos arqueológicos de primer orden, la ruta Moche te fascinará. Trujillo es un buen lugar para iniciar esta ruta, una ciudad situada en la costa norte peruana, con buena conexión aérea con Lima y un indudable sabor colonial en su casco antiguo, que fue la capital religiosa y administrativa del reino Mochica. Las Huacas del Sol y la Luna son la primera parada obligada, un conjunto ceremonial a las afueras de la ciudad. Luego, el Complejo Arqueológico El Brujo, donde te espera la tumba real intacta del primer caso documentado, en cualquiera de las culturas americanas conocidas hasta la fecha, de una mujer como jefa suprema. La Dama de Cao es una de las paradas obligatorias en todo viaje por el norte de Perú. También lo es el museo del Señor de Sipán en Chiclayo, otro gran descubrimiento en Lambayeque de la cultura Mochica (1770 años a. C.). Se trata de tres enterramientos de personajes nobles, la más asombrosa la del señor de Sipán, el rey del pueblo moche en aquel lejano año de 1700 antes de nuestra era. En 2002 se inauguró el Museo Tumbas Reales del Señor de Sipán, un soberbio espacio museístico donde se expone, entre otras cosas, una reproducción de la cámara funeraria. Y por si fuera poco, no dejes de pasar por Chan Chan perteneciente a la cultura Chimú, otro pueblo del desierto que se desarrolló a partir del siglo VIII hasta ser sometido por los incas en 1470. Chan Chan, la mayor ciudad de barro jamás construida en América.
© Daniel Silva
14. Kuélap
Los incas no fueron los únicos que hicieron grandes construcciones en piedra en Perú. Mucho antes que ellos, los chachapoyas, un pueblo de la montaña selvática del norte, construyeron una gran ciudadela en piedra que pocos viajeros conocen y nada más ni nada menos que ¡a 3.000 metros de altitud! Para mí es el otro Machu Picchu. Para llegar a Kuélap debes llegar primero a la ciudad de Chachapoyas, capital del departamento de Amazonas. Es un agradable conjunto de arquitectura colonial desde donde se parte para visitar el complejo arqueológico (el trayecto dura unas dos horas y media por carretera asfaltada y de tierra). Admirar las murallas, los muros y las viviendas de paredes circular de esta ciudadela te teletransportarán a la época preincaica. Aprovechando tu visita a Amazonas, no puedes perderte la joya natural de la zona: la catarata de Gocta. Sus más de 700 metros de altura la convierten en una de las más grandes del mundo. En la región Amazonas también puedes encontrar más atractivos arqueológicos, como los sarcófagos de Karajía.
15. Iquitos (Loreto)
Iquitos es la ciudad más grande de la Amazonía peruana. Un topónimo que también suena a aventura. Esta ciudad, que floreció gracias a la fiebre del caucho, está rodeada de agua y se ubica en la confluencia del río Amazonas y el río Nanay. Es la gran puerta de entrada a la selva del Perú en el norte. Desde Iquitos es habitual visitar la Reserva Nacional Pacaya Samiria, un territorio que alberga el 36% de todas las especies de vertebrados registrados en el Amazonas. La región Amazonas es el pulmón verde del mundo, y más allá de alucinar con una selva tropical exuberante, puedes descubrir comunidades indígenas con tradiciones y creencias ancestrales que aún habitan este territorio y conservan sus costumbres.