Mi opinión
Vuelvo con Nadal, como dicen los españoles, ¡coño, qué tipo para más simpático! … y qué viajero, pese a estar en la palestra todo el tiempo, a pesar de pasarse la vida entre reflectores, tan certero. Y locuaz.
Concuerdo con él, los mejores retratistas de este mundo tan variopinto son los contadores de historias y Paco Nadal lo es. Que estén de moda los smartphones y haya que usarlos, que el planeta entero esté dominado por la meta realidad que hace bastante tiempo establecieron las redes sociales y la victoria, pírrica, del turismo de masas sobre el viajero insomne y las demás tribus de felices desadaptados, bueno y pase, son hechos contundentes, verdades incontrastables.
No hay mucho que decir frente a aquello…
Pero que se pierda la libertad creativa y el contar historias se banalice hasta el soponcio, es otra cosa. En fin, me encantó esta confesión nadaliana: “No soy ni bloguero, ni YouTuber: soy un contador de historias. Y las he contado con lo que he tenido a la mano. La cámara de video y la cámara de fotos. No me falta tampoco un cuaderno, sigo tomando notas a mano. Y ahora, el smartphone, que es la mejor herramienta que ha inventado el hombre para un contador de historias. Tienes todo en ese aparato”.
La firmo casi por completo.
¿Qué necesidad tengo de estar en continuo movimiento?
Viajo para no tener que arrepentirme de nada. Viajo para poner todo en duda. Viajo para contar las veces que me he equivocado. Viajo para respirar.
Viajo para gritar. Viajo para oler el rocío de un amanecer en la selva y para envolverme en la luz dorada de un atardecer en el desierto. Viajo para escuchar caer la lluvia. Viajo para caer y para levantarme con muchas más fuerzas. Viajo para confirmar que existen muchos mundos y que todos son únicos.
Viajo para huir de la rutina, para vivir la vida que soñé, no la que programaron otros. Viajo para intentar ser una mejor persona. Viajo porque cuanto más gasto en ello, más rico me hace. Viajo para confirmar que estoy vivo.
Porque si no viajo, me muero.
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Todas esas frases tan inspiradoras son de un tal Paco Nadal, el periodista de viajes más importante de habla hispana de las últimas épocas. Un viajero, un explorador, un peregrino y a veces un turista. Un hombre que ha hecho del mundo su oficina de trabajo. Un hombre que no para nunca y que ya perdió la cuenta de los países que ha visitado y de los pasaportes que ha tenido.
Un hombre que es la envidia de muchos porque tiene el trabajo soñado: le pagan por viajar. Un esposo de una esposa a la que ve muy poco porque más de la mitad del año se la pasa fuera de casa.
Un resumen de la hoja de vida de Paco Nadal dirá que nació en la ciudad española de Murcia en 1960. Que es licenciado en ciencias químicas. Que estudió un máster en periodismo de viajes en la Universidad Autónoma de Madrid y que tiene estudios en realización y dirección de cine y documentales. Que es autor del blog de viajes más importante en castellano, alojado en el diario El País de España, y recientemente del portal www.1000sitiosquever.com.
Una celebridad de las redes sociales y presentador de un programa radial de viajes en la Cadena Ser. Un periodista que dirige y presenta documentales y campañas de promoción turística en todo el planeta. Y un autor de varios libros y guías viajeras, entre estos, ‘El cuerno del elefante, un viaje a Sudán’.
Sí, Paco Nadal no solo escribe sobre lugares lindos. También lo hace sobre la vida real. Sobre la crudeza del mundo.
Un navegante de todos los mares que siempre vuelve a casa, a Madrid, su lugar favorito del mundo –entre tantos lugares favoritos- porque allí vive la mujer que ama y que siempre lo espera. Un viajero que teme que pasen cosas cuando está fuera pero que siempre cuenta con buena fortuna.
Por ejemplo, siempre ha temido que un ser querido se muera mientras él está al otro lado del mundo. Por eso agradece haber acompañado a su padre en sus últimos pálpitos de vida, hace un par de años. Pudo despedirlo. Besarle la frente. Apretarle las manos aún cálidas.
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“Tuve la grandísima suerte de estar con él, en sus últimos momentos. Porque unas horas después me hubiera pillado de viaje, volando. Pero bueno, este es mi trabajo y tengo que seguir haciéndolo. Tienes que hacer de tripas corazón y seguir trabajando”, dice el hombre, de 58 años.
Porque aunque mucha gente piense que se la pasa de vacaciones, el suyo es un trabajo. Divertido. Maravilloso. Pero un trabajo, al fin y al cabo. Entrevista.
¿Qué decirles a quienes dicen que usted (y los demás periodistas de viajes) siempre se la pasan de vacaciones?
Claro. Siempre ando en buenos hoteles, con buena comida, con chicas guapas; pero nada, aunque hay buenos hoteles y buena comida y chicas guapas, siempre hay mucho trabajo. Es nuestro trabajo, vamos, y yo encantado. Me gusta lo que hago y no lo cambiaría por nada del mundo. Pero mi trabajo me lo tomo muy en serio. No es una vida de perpetuas vacaciones, es un trabajo muy cansado, duro. Mis clientes: radio, prensa, televisión, esperan buenos resultados. Tienes que ser el hombre orquesta: toma apuntes y además tomas fotos, grabas videos, manejas redes sociales, escribes un blog, un artículo…
Usted ha dicho que dura más de medio año viajando. ¿Cómo es desconectarse de la familia, de todo?
Tengo una esposa que es una santa, que me espera. No tenemos hijos porque no hemos querido tenerlos, porque si los tuviera no podría llevar esta vida. Que es una vida fantástica. Es una vida que yo la he decidido. Mi vida no era esto que tengo, pero yo forcé mi destino para hacer de mi hobby una profesión. Yo era un químico y trabajaba en la industria química. Y decidí cambiar para vivir viajando.
Pero en ese viajar ha tenido que renunciar a muchas cosas también…
Por supuesto. También es una vida que exige muchas renuncias. A una vida familiar normal. A mi esposa la veo una semana, y otras dos o tres, no. Casi no veo a mis amigos. Y tengo muchísimos amigos. No puedo ir al gimnasio ni aprender a bailar salsa. Es un trabajo que exige renuncias a una vida de hábitos: a una habitación, a una cama, a una rutina. Hay mucha gente que los necesita y que no podría vivir como vivo yo: pasas una noche en un hotel, cada día en un lugar distinto. Pasas por medio mundo en mes y medio.
Usted también ha dicho que viajar por el mundo no lo convierte en un héroe…
No soy Indiana Jones. Ni quiero transmitirle a nadie que he visto más de 200 países. Es una vida fabulosa pero dura, de muchas renuncias. La vida de viajero no es una cosa épica para vacilarles a las chicas en la barra de un bar.
¿Hay momentos en los que se cansa y quiere estar en casa?
De momento, no. Sí hay momentos y viajes en los que estás reventado y quieres irte a un hotel y encerrarte a descansar. Pero me recupero y me vengo arriba y quiero seguir viajando. Si estoy más de ocho o diez días en casa, ya me subo por las paredes y empiezo a planificar un nuevo viaje.
¿Viaja solo o acompañado de un equipo?
Viajo de muchas maneras, pero generalmente, solo. Escribo, grabo videos que yo mismo protagonizo. Pero todo depende de las circunstancias. Hay viajes que he hecho con un productor. O voy con un guía local o tal vez es un viaje de prensa con dos o tres periodistas más. No llevo ningún ayudante, excepto cuando hago documentales para televisión; en ese caso, sí vamos dos o tres personas.
Bueno. ¿Cuántos países conoce?
No he querido contar los países. Son muchos. Me parece un poco absurdo eso de coleccionar números. Siempre me lo preguntan. ¡Y son muchísimos! Llevo viajando desde que tenía 15 años. Pero un pasaporte nunca me dura hasta la fecha de caducidad. Tampoco los he contado. Tengo que cambiarlo cada tres o cuatro años, lo he llenado y tengo que cambiarlo.
¿Qué es lo mejor de viajar?
Estar en un constante aprendizaje, en un continuo reciclaje. Viajo para tratar de ser una mejor persona. Para tratar de darle respuesta a un montón de preguntas que podrían respondértelas en Wikipedia. Pero me parece mucho más interesante hacérselas personalmente a las personas con las que me tropiezo.
¿Usted es un viajero o un turista?
Es un intenso debate que me divierte mucho: el de las supuestas diferencias entre turistas y viajeros. Yo soy un viajero- turista, o un turista-viajero. No me gusta despreciar la palabra turista porque aunque se use de manera peyorativa, hay maravillosos turistas que viajan en un grupo, así sea una vez al año, detrás de un guía, porque no se atreven a despegarse. Pero rompen barreras, salen de su casa e intentan ver la realidad de otro lugar del mundo.
Y sus viajes personales, los que usted los paga, ¿cómo son?
Ya dejé de ser mochilero, en el sentido de los que van a hostales de cinco dólares. Ya necesito un poco de confort. Sigo viajando bastante por mi cuenta. Voy buscando una cosa estándar. No podría pagar un hotel de 250 dólares la noche. Voy buscando un presupuesto intermedio.
Cuándo llega a un destino, ¿cómo lo explora, más allá de las rutas oficiales?
Hoy en día tenemos muchísima suerte con tantas fuentes de información. Antes era la media docenas de guías que había, y ahora tenemos internet, un montón de blogs y páginas; entonces, lo que hago es ver previamente opiniones, experiencias, comentarios, y con eso voy armando un plan fuera de lo trillado. A lo mejor si vas a París ya no quieres ir a la Torre Eiffel. Tal vez quieres ir a un barrio a las afueras de la ciudad donde a lo mejor hay un restaurante marroquí maravilloso a donde no van los turistas. Busco itinerarios alternativos que son más interesante que los oficiales.
¿Qué les diría a aquellas personas que no viajan porque creen que es mucho gasto y mejor prefieren comprarse un carro, por ejemplo?
Yo diría que no saben lo que se pierden. Es una cortedad de vida. No hay mejor inversión que invertir en el conocimiento, las experiencias, la tolerancia y la sabiduría que te dan los viajes. Viajar, ver, comparar y sacar conclusiones. Tener una televisión de plasma mayor en casa o un carro de último modelo no te hace mejor persona. Viajar y aprender, sí te hace mejor persona.
Esta pregunta se la han hecho muchas veces: ¿Cuáles son sus lugares favoritos, a los que siempre quisiera volver?
Mi lugar favorito en el mundo, y el de cualquiera, es ese donde está la persona que amas, donde te quedas a vivir. Pero bueno, me gustan mucho los desiertos, los grandes espacios vacíos; Groenlandia, la Antártida; me gusta la Cordillera de los Andes, sobre todo al sur, la Patagonia. Y me gusta mucho viajar por España, siempre es un placer.
¿Qué es lo que no puede faltar en su maleta?
Pues mira, esto es poco poético pero es la realidad. Una cosa que nunca me falta son unas pastillas para ayudarme a dormir. Debo estar cambiando de continente y debo regular mi sueño. Y no faltan tampoco mis herramientas para contar historias. No soy ni bloguero, ni YouTuber: soy un contador de historias. Y las he contado con lo que he tenido a la mano. La cámara de video y la cámara de fotos. No me falta tampoco un cuaderno, sigo tomando notas a mano. Y ahora, el smartphone, que es la mejor herramienta que ha inventado el hombre para un contador de historias. Tienes todo en ese aparato.
¿Qué piensa sobre el turismo en Colombia?
Conocí este país por primera vez en 1985, en una época muy dura, de plomo y conflicto, donde coger un taxi en Bogotá era un deporte de alto riesgo. Cuando no podías ir de una ciudad a otra porque caías en una ‘pesca milagrosa’, y eso era una tragedia. Conocí esa Colombia y ahora encuentro una Colombia renovada, moderna, con una transformación radical no solo para el turismo sino para la vida cotidiana de la gente. Colombia ha mejorado un montón. Y esa es una buena excusa para atraer turismo.
¿Qué piensa del país como destino?
Es un país muy variado, diverso, con gente extremadamente amable. Y tiene una ventaja: por haber estado cerrado tanto tiempo al turismo, por el conflicto armado, ahora puede ofrecerles a los viajeros un país casi virgen, con destinos auténticos; pueblos patrimonio, pueblos que siguen siendo pueblos y que no son pueblos para los turistas; es decir, no tienes que inventar nada para los turistas, tienes todos los atractivos naturales y turísticos de verdad.
¿Qué es lo que más le gusta de Colombia?
Eso, que no tiene que inventar nada y que puede brindar un turismo experiencial. Es decir, no son un destino lleno de monumentos sino que ofrece experiencias de verdad y permite convivir con los locales, con los pueblos; que puedas visitar una hacienda cafetera y dormir allí y al día siguiente compartir con los recolectores, que son gente que hace su trabajo de verdad y no una persona disfrazada para que los turistas se tomen la foto. Tenéis una gran fortuna.
¿Cuáles son sus destinos colombianos preferidos?
Colombia puede vender muy bien todo el tema del café y el paisaje cafetero, que es maravilloso. También los Pueblos Patrimonio, que tienen magia y encanto. Puede ofrecer un turismo cultural y gastronómico. La Sierra Nevada de Santa Marta y la isla de Providencia me parecieron sitios maravillosos, que la mayoría de colombianos no conoce. También las playas. Bueno, para competir con el Caribe, que lo tienes al lado, va a ser difícil, llevan muchos años de trabajo. Pero sus playas son un muy buen complemento.
Y entre esos destinos, ¿cuál es el ‘top’?
La experiencia vivencial en el Eje Cafetero. Quedarse a dormir en una finca cafetera y por la mañana salir a recorrer los cafetales.
¿Qué le falta al país para mejorar como destino?
Falta infraestructura vial. Irse por Colombia es un suplicio, tener que ir en avión de un sitio a otro porque un traslado de un sitio a otro, de 180 kilómetros, requiere tres o cuatro horas por tierra. Tienen una muy buena red hotelera y la capacitación de la gente no es mala.
¿Colombia ha dimensionado todo el potencial turístico que tiene?
Creo que lo están haciendo muy bien.
16/7/2018
https://soloparaviajeros.pe/invitado/hago-tres-mil-fotos-en-cada-viaje-doctor-es-grave-2/