Mi opinión
Messner es una verdadera bestia humana, en el mejor sentido de la palabra: un hombre de acero capaz de desafiar lo imposible. O más. En el 70, con su hermano Günther, inició la épica que lo llevó a convertirse en el primer ser humano en batir las alturas de los catorce picos con más de 8 mil metros de altura del planeta, al subir hasta la cima del Nanga Parbat, en Pakistán. En esa jornada inicial, el montañista vio morir a su propio hermano después de haber vencido juntos la pared vertical más grande del planeta.
Ya por entonces, había patentado para la posteridad el estilo que lo ha caracterizado: subir hasta lo más alto con lo mínimo posible, con poco o ningún apoyo externo, solo con el propio cuerpo y la voluntad. El estilo alpino, su marca registrada, lo llevó en los años siguientes a batir el Manaslu (8,163 m); el Gasherbrum I (8,080); el Everest, en 1978 (8,848), la montaña más alta del mundo; el K2 (8,611); el Shisha Pangma (8,027); el Kangchenjunga (8,586); el Gasherbrum II (8,034); el Broad Peak (8,051); el Cho Oyu (8,188); el Annapurna (8,091); el Dhaulagiri (8,167); el Makalu (8,485), el pico nevado donde perdiera la vida el montañista peruano Richard Hidalgo y, finalmente, el Llotse, en 1986, la montaña de 8,516 metros.
Convertido en una celebridad mundial, Messner, que había derrotado los mandatos de la ciencia al tomar por asalto las alturas del Everest sin oxígeno complementario, se convirtió, al lado del alemán Arved Fuchs, en el primero en atravesar la Antártida a través del Polo Sur a pie, sin animales, ni máquinas, un viaje de 2,800 km por el fin del mundo. Aunque no he encontrado mayores datos que una mención que comenta que estuvo en el Perú en 1969, me queda claro que el que ha sido considerado, y con razón, el montañista más bravo de todos los tiempos ascendió algún pico nevado de la Cordillera Blanca antes de sus hazañas en los Himalayas.
Hoy este deportista extremo cumple 82 años. Que su osadía se multiplique y que las montañas sigan apasionando a los terrícolas de todos los tiempos. Saludos desde esta esquinita del ciberespacio a Carlos Soria, de Ávila, España y 86 años a cuestas, en estos momentos a punto de iniciar el ascenso al Manaslu. Otro bravo.
Tomado de El Día de Argentina
Hace 82 años, más precisamente el 17 de septiembre de 1944, nació en Bresanona, en el Tirol italiano, un hombre destinado a cambiar para siempre la historia del alpinismo: Reinhold Andreas Messner. Conocido como el “mesías de la montaña”, su vida estuvo marcada por la búsqueda incesante de los límites humanos y la obsesión por conquistar las cumbres más altas del planeta de la forma más pura posible: sin oxígeno artificial, sin excesiva asistencia y en conexión directa con la naturaleza.
Criado en el Tirol del Sur, Messner creció rodeado de montañas. Desde niño aprendió a escalar con su padre, y muy pronto las paredes alpinas se convirtieron en su terreno de juego y desafío. Lo que para otros era un pasatiempo, para él se transformó en un destino inevitable.
Con el paso de los años, esa pasión se transformó en una filosofía: subir lo más alto con lo mínimo posible, confiando únicamente en su cuerpo, en su resistencia y en su voluntad.
El primer hombre en conquistar los 14 ochomiles sin oxígeno
Su nombre quedó grabado en la historia del montañismo al convertirse en el primer ser humano en escalar las 14 montañas del mundo que superan los 8.000 metros sin oxígeno suplementario. Una hazaña que no solo exigió técnica, sino también una capacidad de sufrimiento y adaptación que pocos han podido igualar.
Cada cumbre conquistada era una batalla contra la falta de aire, el frío extremo y la soledad. Pero Messner no buscaba solo la gloria: perseguía una manera diferente de relacionarse con la montaña, lejos de las expediciones masivas y con un estilo ligero, directo y audaz.

unos días después, la primera ascensión al Yerupajá Chico (6,121 m).
Nanga Parbat: la montaña de la vida y la tragedia
Uno de los capítulos más intensos de su carrera fue en el Nanga Parbat, en Pakistán. En 1970, junto a su hermano Günther, logró abrir la temida cara Rupal, considerada la pared vertical más grande del planeta, con 4.500 metros de desnivel. La expedición, sin embargo, terminó en tragedia: Günther perdió la vida durante el descenso por la vertiente Diamir.
El dolor no frenó a Messner. Años más tarde regresó en solitario al Nanga Parbat y lo escaló sin oxígeno, como si buscara reconciliarse con la montaña que le había arrebatado a su hermano.
Everest: el punto de no retorno
En 1978, Messner y el austríaco Peter Habeler cambiaron la historia del alpinismo al convertirse en los primeros en alcanzar la cima del Everest sin oxígeno suplementario. Muchos científicos de la época sostenían que esa hazaña era biológicamente imposible. Sin embargo, ambos lo lograron, desafiando no solo la montaña, sino también a la ciencia.
Dos años después, en 1980, Messner llevó aún más lejos esa frontera: subió nuevamente al Everest sin oxígeno, pero esta vez en solitario, enfrentando las duras condiciones del Himalaya con la única compañía de su propia voluntad. Fue un hito que lo consolidó como leyenda.

Un legado que trasciende las cumbres
Messner no solo es célebre por sus conquistas, sino también por su manera de entender el alpinismo. Defendió siempre el estilo alpino, es decir, expediciones ligeras, rápidas y sin excesiva infraestructura, a diferencia del “estilo expedicionario” tradicional. Su enfoque influyó en generaciones de montañistas y cambió la manera en que se conciben las grandes ascensiones.
Además, ha escrito numerosos libros, fundado museos dedicados a la cultura de la montaña y promovido la conservación de los ecosistemas de altura. También recibió distinciones internacionales como el Premio Princesa de Asturias de los Deportes.
Reinhold Messner hoy: inspiración para la humanidad
A sus 82 años, Messner sigue siendo un referente no solo del alpinismo, sino de la superación personal. Su vida demuestra que los límites no son más que una frontera mental y que la verdadera cima está en atreverse a soñar con lo imposible.
Su historia inspira a montañistas, deportistas y aventureros de todo el mundo, pero también a quienes, desde cualquier lugar, enfrentan sus propias “montañas” cotidianas.