Coporaque, Arequipa. En el mundo virtual y también en el del periodismo de viajes o como quiera que se llame este oficio que practico con tanto desparpajo, uno es siempre un personaje, una figurita más del álbum de la imaginación desbordada.
Hace años, lo recordaba esta mañana, recorrí de cabo a rabo el cañón del Colca y mientras despachaba notas sobre los cabanas y los collaguas que pueblan el campo y lo saturan de cultura, debía velar en silencio unas penas que ya, felizmente, se hicieron músculo y fatiga.