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DERRAME DE PETRÓLEO EN EL RÍO CHIRIACO

San Bartolo. De acuerdo con Carlín en lo sustantivo, la caricatura suya en La República de hoy es elocuente. Lo ocurrido en el Chiriaco es una tragedia mayúscula. Sin embargo debo decir lo siguiente:

1. Los ríos de la Amazonía, los principales, los más importantes, hace tiempo que se han convertido en un desagüe por donde transcurren las aguas pútridas y contaminadas que se producen en las ciudades (en todas: en las chiquitas y en la grandes) y en los campos mineros/petroleros/cocaleros, etc. Eso lo saben muy bien los pobladores mestizos e indígenas de sus riberas. Ellos, para beber o simplemente para bañarse, utilizan el agua de las quebraditas o puquiales en tierra firme. No son ingenuos, hace tiempo que perdieron la inocencia.

2. De lo anterior se deduce que la contaminación producida por el derrame petrolero en la Región Amazonas (sí, la de Bagua) está afectando, sobre todo, a la flora y fauna de los cauces por donde avanza el crudo. A los peces, principalmente.

Y que no son botellitas de agua las que hay que enviar a la zona del desastre ambiental para solucionar la emergencia. La remediación de los hábitats contaminados es tarea mucho más complicada de lo que parece y tomará tiempo.

3. Me quedo con la impresión, no lo digo por la caricatura de Carlín, tampoco para minimizar las denuncias que se ciernen sobre Petroperú, que los medios de comunicación y los “opinólogos” de turno están utilizando los hechos para seguir alborotando el cotarro con el propósito de ganarse alguito.

Y algunos aldomariáteguis para lanzar loas a la empresa privada y demostrar que cualquier otro modelo propietario es un desaguisado.

4. Vuelvo a principio. Los ríos de la Amazonía, los principales, los más importantes, hace tiempo que son un desagüe por donde transcurren las aguas pútridas y contaminadas por los vertidos que se producen en las ciudades (en todas, en las chiquitas y en la grandes) y en los campos mineros/petroleros/cocaleros, etcétera.

Sobre todo en los campamentos y localidades de la minería del oro aluvial.

5. Mientras no hagamos lo necesario por revertir esta situación, no pretendamos irrogarnos la autoridad moral suficiente para creernos los mártires del ambientalismo amazónico.