Mi opinión
En París, a pesar de la amenaza que suponen los arrebatos del Estado Islámico (EI), se podría estar jugando, para bien o para mal, el destino de nuestra especie. Y por eso, los ojos de muchos están puestos en la cumbre que se inicia dentro de pocos días.
Por Guillermo Reaño / Notas de Viaje
Puede sonar a extemporáneo, finalmente ya el congreso de la República dio por válidas las razones de Estado que expuso el Ejecutivo para autorizar el viaje del presidente Humala a París para lo de la COP 21. La presencia del mandatario al frente de la delegación peruana que asistirá a la cumbre parisina debe entenderse también como una respuesta –llegada de allende los mares- a la amenaza yidahista del 13 último y sus propósitos de sembrar el miedo en occidente.
Y digo también, porque es clarísimo que nuestro país, antes, durante y después de la COP 20 limeña, ha asumido un papel protagónico en los debates que los países asociados a la ONU vienen favoreciendo desde hace tanto para enfrentar el calentamiento global y el deterioro del ambiente que éste supone. De eso no me queda la menor duda. Y no solamente han sido el ministerio del Ambiente y su titular los que se atrevieron a poner en la agenda nacional ese propósito, también hicieron lo propio –con la misma mano con la que firmó el decreto de creación del Parque Nacional Sierra del Divisor- el presidente de la República e instituciones serias y dinámicas como Profonanpe, líder mundial en la ejecución de programas de mitigación auspiciados por el Fondo Verde para el Clima (FVC).
En París, a pesar de la amenaza que suponen los arrebatos del Estado Islámico (EI), se podría estar jugando, para bien o para mal, el destino de nuestra especie. Y por eso, los ojos de muchos están puestos en la cumbre que se inicia dentro de pocos días.
Ahora bien, sopesando como se debe el asunto Madre de Dios –la asonada huelguista que intenta frenar la guerra contra la minería ilegal en esa región y colindantes- soy de los que cree que el ministro y el señor Humala deberían quedarse en nuestro país para dirigir personalmente los intentos de solución al desmadre que nadie pudo parar en su momento y que ahora se enseñorea a sus anchas en una región que todavía sigue siendo bastión de la biodiversidad que nos queda.
A pesar de lo que ha comentado en redes sociales Ernesto Ráez, ambientalista muy bien informado en estos temas, a propósito de la inminencia del inicio del diálogo entre las autoridades de Madre de Dios y las del Ejecutivo –“lo que esas autoridades necesitan es cárcel, no diálogo”- resulta vital replantear la estrategia que se viene “implementando” para solucionar el más grande problema socio-ambiental que nos ha tocado afrontar en lo que va de los casi doscientos años de vida republicana.
Otsuka dirige personalmente a las huestes que quieren tirar por los suelos los decretos que intentan ordenar en algo la minería departamental y sus actividades colaterales, la tala ilegal una de ellas. ¿Quién está liderando, en cambio, los batallones de la legalidad, el sentido común y el estado de derecho? He leído el comunicado del ministerio del Ambiente a propósito del paro regional convocado por la Alianza de Federaciones de la Región Madre de Dios y soy testigo de excepción –ustedes también, me imagino- de la titánica labor que vienen realizando community managers y comunicadores asociados al ministerio y la sociedad ambiental por sembrar conciencia en medio de la batalla. En ambos casos, el enfoque sigue siendo sectorial y está imbuido del mismo espíritu que animan las enjundiosas campañas comunicacionales que seguimos creando para concientizar a los ya concientizados.
Hay que cambiar de estrategia, de táctica y de estrategia. No sé a ciencia cierta cuál es la que se debe poner en práctica, lo iremos descubriendo en el fragor del debate técnico y los avances en la lucha para derrotar la barbarie y el caos que se han apoderado de extensas regiones de la Amazonía peruana. Lo único que me queda claro, parafraseando al propio Ernesto, es que lo importante está en Puerto Maldonado, lo grave en París. Atendamos lo importante, que el ministro y el jefe de Estado se queden en las barricadas para darle al país un mensaje esperanzador porque, finalmente, si ordenamos la casa como se debe (y eso es lo único que hay que hacer) podremos enfrentar lo grave con mejores argumentos.
PD: Que retorne el presidente a Lima y que el ministro Pulgar Vidal dirija en persona la ardua tarea de defender lo avanzado en materia ambiental. La fiebre del oro que se desató en La Pampa en el 2007 debe detenerse de una vez y para siempre.
29/11/2015
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