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David Belmonte: «En el Día Internacional de la Diversidad Biológica celebro lo que las especies han hecho po mí»

Mi opinión

Encontré rodando por Internet este texto de David Belmonte, conocido pajarero en nuestro país, saludando -agradeciendo- lo que la contemplación de la naturaleza, su personal fisgoneo de la vida silvestre había hecho por él. Me encantó su reflexión, aunque la celebración tan importante haya vuelto a pasar desapercibida este año, claro, se podría alegar que hay mil cosas más importantes en las que poner atención, resulta necesario detenernos un momentito en la efeméride, una fecha instituida en el 20oo por la Asamblea General de las Naciones Unidas para aumentar la comprensión y conciencia de la biodiversidad en el planeta que habitamos.

Me parece pertinente valorar la importancia de la diversidad biológica de la manera como lo hace David: no desde la constatación, infinitamente cierta, de su valor en el funcionamiento de la biósfera sino más bien desde la comprobación de los beneficios espirituales que le brinda a cada persona que se detiene a observar con admiración y respeto el manto de vida que envuelve el espacio que habitamos. Detenernos a contemplar la vida natural en todas sus imbricadas formas y criaturas nos hace de verdad libres y de hecho alienta aquello que se necesita en cantidades industriales para enmendar rumbos: comprensión y conciencia de la importancia de la biodiversidad que tan mal estamos tratando. En fin, lo dejo allí, feliz día de la Diversidad Biológica, qué todos los días nos encuentre con los sentidos bien puestos en la naturaleza que nos acoge.


 Por David F. Belmonte

Hoy, en el Día Internacional de la Diversidad Biológica, no solo celebro las especies de la Tierra. Celebro lo que esas especies han hecho conmigo: me han dado un propósito, una comunidad, una manera de estar en el mundo.

Desde que empecé a observar aves con atención, aprendí que la biodiversidad no es una lista de especies: es una forma de leer el territorio. Es un aprendizaje lento pero transformador. Cambia tu forma de caminar, de preguntar y hasta de habitar.

Y en ese camino, he tenido la suerte de compartir la vida con una biodiversidad asombrosa, compuesta ya por miles de especies. Hoy, en mi recuento personal:

  • 1609 aves
  • 291 insectos
  • 62 mamíferos
  • 47 reptiles
  • 33 arañas
  • 21 anfibios
  • 344 plantas

Cada una ha sido un encuentro. A veces fugaz, a veces íntimo. Siempre revelador.

Hoy no escribo esta nota como científico ni como activista. La escribo como alguien que tuvo la suerte de aprender a observar. Y que quiere invitar a otros a hacerlo. Porque mirar con atención también es un acto de cuidado. Y cuidar, en estos tiempos, es un acto de amor urgente.

Gracias al tío Juan, que me reveló el camino en aquellos paseos por los arrozales y salinas, entre viñedos y bosques de pinsapos, allá, en el terruño. Su mirada curiosa y su implicación llena de generosidad sembró en mí una pasión que hoy me lleva a buscar aves por todo Perú. Ya sea en la corriente de Humboldt o los manglares del norte, en bofedales y desiertos altoandinos, en lagunas, matorrales, quebradas, lomas, playas, islotes y puntas rocosas; atravesando bosques ribereños, secos, inundables, relictos, enanos, de yungas y de várzeas; por parques urbanos, en marañas de bambú, collpas, cochas y aguajales amazónicos, en el pie de monte y en mil y un lugares mas.

Seguir su legado ha sido un regalo que agradezco cada vez que alzo los binoculares. Comprendí rápidamente que no se trata de imitarle, sino de hacer brillar lo que encendió. No solo aprendí a mirar, sino a descubrir. Lo hago con gratitud y con ganas de ser, para alguien más, esa primera chispa que él fue para mí, para que esa persona, sea la siguiente observadora que entienda que mirar con atención, es un acto de cuidado de nuestra biodiversidad.

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