Mi opinión
Después de viajar por los ríos y carreteras de Brasil con un grupo de artistas populares del pueblo indígena Huni Kui, Sadi Paredes, viajero peruano, llegó a las fronteras del estado brasileño de Acre con el Perú para convivir un tiempo con los Shanenawas, otro pueblo nativo, en la aldea SheneKaya, una localidad en medio del mato o selva cuyos habitantes se han propuesto vivir en armonía con la Tierra y vienen refundando sus convicciones culturales.
Me emociona acompañar desde esta plataforma a Sadi, quien antes de recorrer todo Brasil, se movió por toda la sierra sur peruana, Chile, Argentina y Uruguay. Sadico, como lo llamamos cariñosamente en el barrio, es un chef peruano curtido en mil cocinas del mundo, estoy seguro por eso que los Huni Kuis y Shanenawas han aprendido tanto de su saber como él del conocimiento ancestral de los pueblos amazónicos que está visitando.
Sadi debe estar en estos días en territorio peruano. Me voy a reunir con él, así hemos quedado, en algún rincón de la floresta amazónica. Les dejo estas líneas de su encuentro personal con el ayahuasca, la planta sagrada que tan buen trabajo viene haciendo en estos tiempos de rescate cultural y reagrupamientos.
Existe un pueblo indígena a 364 kilómetros de la capital de Rio Branco y a 8 kilómetros del municipio de Feijó, lo acabo de conocer. Su gente vive un tiempo de rescate cultural y de sustentabilidad sumamente importante.
La historia de esta aldea me motivó mucho a seguir mi viaje y constatar que en todas partes, no solamente en las ciudades, las personas tratan de rescatar su cultura. Fui recibido en casa de Naynawa Batista, fundador de esta aldea y anterior cacique.
Él me contó con mucho orgullo la historia de cómo antes de llegar a estas tierras fue guiado por la giboia (serpiente que solo los bebedores de ayahuasca conocen).
Al igual que a Abraham le fue prometida la tierra de Israel, según dice la Biblia, Naynawa fue elegido para guiar a su pueblo, los Shanenawa, de una aldea antigua donde la cultura se había perdido completamente, donde nadie hablaba la lengua KatukinaShanenawa, donde todos compraban su comida en el supermercado, a una tierra mejor.
Y esto lo hizo mediante un ritual de Umi (ayahuasca, bebida a base de cipó y hojas alucinógenas) que provoca visiones que permiten la comunicación con los espíritus de los ancestros y de esta manera obtienen la ayuda que se necesita para resolver los problemas que se tienen. Actualmente en gran parte de Brasil muchas personas que están en el camino de la búsqueda espiritual utilizan esta bebida como una guía hacia la verdad, la paz, la salud, la armonía y el amor.
He encontrado esta bebida en la Amazonía de Acre, al lado de los pueblos indígenas donde aún no se ha vuelto comercial y sigue siendo entendida como una herramienta para el desarrollo espiritual, para una adecuada limpieza del corazón.
El Umi también es usado como remedio ya que al ingerirlo se obtiene la salud que el cuerpo necesita).
A 2 kilómetros de la carretera BR 364 se encuentra la aldea indígena SheneKaya (pueblo Shanenawa verdadero). Naynawa me comentó que había caminado por el Mato (selva) desde pequeño pero que nunca antes había estado en ése lugar y sin saberlo llegó el 19 de diciembre del 2014 al espacio físico donde ahora sería su hogar.
En SheneKaya viven 18 familias, todos plantan, cada uno tiene su parcela donde cultivan más de 300 variedades de plantas entre ellas frutas que nunca había visto antes: inga, copoazú (familia del cacao), cajarana, apuriu y los más extraño,una especie de yuca, llamada NiáYuxu, que se come cruda y es dulce y que es una especie que se guarda bajo llave en esta aldea.
Para el almuerzo tenemos el mingao de banana (plátano verde ya maduro cocido y luego aplastado), harina de yuca, plátanos y pescado son la especialidad de la casa como antiguamente.
Estos son los Shanenawa, una etnia que vivió como muchas otras del estado de Acre las mismas historias trágicas producto de la extracción del caucho. Los Shanenawa escaparon de su lugar de origen en el río Gregorio para refugiarse en el río Envira.
Hoy este pueblo vive un nuevo tiempo de búsqueda de sus recuerdos, de preservación del medio ambiente y de su cultura. Llega la noche y todos se juntan en la punta del morro, niños y adultos cada uno con una guitarra en mano, cajón y maracas mirando el cielo estrellado tan claro como el agua.
Aquí ellos le cantan a la tierra, le cantan a la Madre Tierra, le cantan a la medicina, le cantan a la floresta, cada sonido es tan puro, cada inspiración es un latido que suena fuerte en el pecho y te llena de paz, amor, sabiduría, acá todos estamos en el mismo camino de la luz, acá se siente pureza.
Como dice mi amigo Naynawa: “La mata tiene un misterio que nadie consigue explicar”. Será porque la naturaleza está compuesta de los mismos átomos que nuestro cuerpo y nuestro organismo necesita esa paz, esa conexión para seguir viviendo, todos somos uno.
ShavaShava (salud, paz, armonía, amor )
12/6/2018
https://soloparaviajeros.pe/viajero/sadi-paredes-nos-estamos-olvidando-de-nuestra-cultura/