Mi opinión
Saludos, Óscar, que el viaje continúe hasta el infinito y que el registro de las criaturas que constituyen el universo natural del Perú nos sirva a todos para valorar lo que tenemos y conservarlo para el mañana.
Ser dibujante naturalista significa tener oficina al aire libre. Usar una roca o la rama de un árbol como sillón. Un lápiz, papel y pincel como computadora y unos binoculares como herramienta principal. La cámara de fotos siempre lista, a la espera de las aves. Registrarlas y dibujarlas es como cerrar un contrato.
A Óscar Vilca le gustaba pintar desde niño. Con sus lápices daba vida a distintos superhéroes. Pero al ingresar a la Facultad de Arte de la Universidad Católica, a inicios de los noventa, sus dibujos empezaron a tomar otras formas. Su primer viaje de trabajo fue al bosque de piedras de Marcahuasi. El camino tenía tantas cruces como curvas y barrancos. “Qué creyentes son por aquí”, pensó Óscar. Cuando se enteró que las cruces eran el recuerdo que los deudos dejaban a sus parientes muertos en accidentes sintió un miedo inmenso y, sin haber llegado a su destino, quiso regresar a casa.
Pero el bosque de piedras lo atrapó y cautivó. Se pasó dibujando todo el viaje y Marcahuasi pasó de ser un destino a casi una ‘oficina’. Óscar ya ha perdido la cuenta de cuántas veces ha estado en este lugar. “Iba sin compañía, solo para dibujar”, afirma.
DE LA URBE A la SELVA
Viajar por el Perú es la razón de vivir de Óscar. Su mente siempre anda planeando un nuevo lugar para visitar. “Antes parecía más un estudiante de turismo que de arte”, dice. Aunque tuviera los bolsillos vacíos, ideaba la manera de llegar al destino que quería.
Al terminar la universidad se dedicó a la enseñanza de arte, pero Óscar seguía sin encontrar algo que lo llenara de satisfacción. Hasta que, de la noche a la mañana, todo cambió. Un amigo suyo, que trabajaba en la cadena de Hoteles Inkaterra, lo convocó para que dibujara unas mariposas, eran trazos que debían usarse en una guía del hotel. Tuvo que cambiar sus viajes por largas visitas al Museo de Historia Natural. Las ilustraciones tenían que ser muy realistas. Se pasó largo tiempo estudiando las formas de las alas de las mariposas, las texturas, el color y demás características. “Fue un reto tan placentero que lo hice con mucha dedicación y entrega. La guía quedó impecable y ellos quedaron encantados”, cuenta. A partir de ese momento, sus dibujos cambiaron y se convirtió en el principal ilustrador de Inkaterra. La siguiente fue una guía de aves de Tambopata y claro, había que viajar para ver las especies en su hábitat natural. “De pronto, estaba en la mitad de la selva, entre paisajes increíbles, cantos de aves y sonidos extraños. Era un sueño y sentí por fin que había encontrado el trabajo ideal: viajar para pintar y pintar para conservar”.
De mariposas pasó a dibujar aves, mamíferos, plantas. Luego empezaron a llamarlo de diferentes organizaciones. Un día estaba en la selva, otro en bosques secos, otro en los manglares de Tumbes y, repentinamente, la pintura urbana y su labor como docente quedaron de lado. Sus ilustraciones se encuentran en libros especializados, en guías de campo y en centros sobre flora y fauna. No hay día que Óscar no pinte y no hay viaje que rechace. Es su pasión. “Siempre viajo, aunque sea a la mitad de la nada”, dice riendo. “La experiencia más peligrosa que he tenido ha sido cuando me topé con mineros ilegales y taladores”, recuerda. Fue en Madre de Dios y Óscar tuvo la mala suerte de perder el bote que debía llevarlo río adentro, hacia el lugar en el que dibujaría. De pronto, silenciosamente, apareció un bote grande. Tenía tres tripulantes y centenares de troncos. Eran taladores ilegales que lo miraban con desconfianza. Igual les pidió que lo llevaran a su destino. “Sentí mucho temor durante ese viaje”, dice. Actualmente, el Centro Cultural Inca Garcilaso (al costado de la Cancillería) está exponiendo los mejores trabajos de los diez años de carrera de Óscar. ‘De Alas y Plumas’ es el nombre de la muestra, que recopila más de 70 ilustraciones de aves de la costa, sierra y selva. “Es importante que el ciudadano de a pie conozca más de la biodiversidad de nuestro país. Pocos saben que junto a Colombia y Brasil, tenemos el récord de la mayor cantidad de especies”, afirma orgulloso. Asegura que en el Perú podemos ver 1,847 especies de aves. Él ya va pintando unas trescientas. Su sueño es pintarlas todas